Cuatro posibles explicaciones para los casos de 'reinfecciones' por coronavirus

Cuando las personas pasan la COVID-19 y se recuperan generan unas células defensivas llamadas linfocitos de memoria y también anticuerpos específicos frente a moléculas concretas del nuevo coronavirus, lo que las convierte –en teoría– en inmunes (al menos temporalmente) a este virus. Sin embargo, se conocen cada vez más personas que han vuelto a dar positivo en los tests de COVID-19 tras, aparentemente, recuperarse de la enfermedad. Los primeros casos se documentaron en países asiáticos como China o Japón entre enero y febrero. Con la extensión del coronavirus por el mundo, se han detectado muchos más casos en múltiples países, que podrían arrojar ciertas dudas sobre la inmunidad contra el coronavirus. Aquí en España, Irene Montero, ministra de Igualdad volvió a dar positivo para el virus SARS-CoV-2 tras un mes en cuarentena, ya que la infección apareció por primera vez en las pruebas el 11 de marzo.

El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades coreano ha identificado a 163 personas que, pese haberse recuperado de la COVID-19, volvieron a dar positivo en la prueba de coronavirus. En cualquier caso, parece ser que no es un fenómeno frecuente, pues los investigadores analizaron a 7.829 personas que habían pasado la enfermedad y solo el 2% de ellos había dado positivo otra vez en el test. En Wuhan, China, un 5-10% de los pacientes que se habían recuperado y salido del hospital también volvieron a dar positivo. ¿Cuáles son las explicaciones científicas más probables para este peculiar fenómeno? 

Los restos de la batalla

Las personas que vuelven a dar positivo en los tests, pese a estar recuperadas, no tendrían virus funcionales, sino restos o fragmentos de coronavirus en sus secreciones respiratorias, sin capacidad para provocar síntomas ni infectar a los demás. En otras palabras, el sistema inmunitario ha ganado el pulso al coronavirus, pero quedan todavía los restos de la batalla. Esta es, con diferencia, la explicación más probable y plausible.

Siempre hay que tener en cuenta que las pruebas PCR solo detectan ciertos fragmentos de ARN del coronavirus y no son capaces de discriminar si lo que se registra son virus funcionales o no. Por lo general, la absoluta mayoría de personas no da positivo tras pasar 14 días desde la desaparición de los síntomas, pero puede que otras personas tarden más en eliminar los restos de coronavirus, dando un positivo engañoso. No es para nada un proceso extraño, ocurre también en otras infecciones por virus. 

Esta explicación tiene el respaldo de que, hasta ahora, no se ha detectado que ninguno de estos pacientes recuperados y con positivo por coronavirus sea contagioso y, además, no muestran ningún síntoma o estos son muy leves. Investigadores en Corea del Sur han tratado de incubar coronavirus a través de casos sospechosos de “reinfección” y, hasta ahora, no han podido conseguirlo, lo que sugiere que realmente no quedan virus funcionales en estas personas.

Los falsos negativos (y positivos)

En realidad, la “reinfección” puede deberse a una prueba PCR previa con falso negativo (o falso positivo en la última prueba). Aunque este test de laboratorio sea el que ofrezca más fiabilidad en estos momentos, no es perfecto y puede diagnosticar incorrectamente a un pequeño porcentaje de personas. Por otro lado, las garantías que ofrece este test dependen también mucho de cómo se tome la muestra. Se ha comprobado que la presencia del coronavirus es mucho mayor en la nasofaringe que en la parte más externa de la nariz. 

Si la persona que toma la muestra no introduce profundamente por la nariz del paciente el hisopo o bastoncillo o no recoge suficiente secreción de esta zona, se corre el riesgo de que la PCR arroje un falso negativo cuando, en verdad, la persona todavía no se ha recuperado del todo por la COVID-19. Más adelante, cuando se realiza otra prueba, que da positiva, puede generar la falsa idea de que se ha vuelto a infectar cuando realmente lo que ha ocurrido es que la prueba anterior había arrojado un resultado incorrecto y el virus había estado allí todo el tiempo. También puede ocurrir que la prueba sea falsamente positiva y, en realidad, no hay presencia del coronavirus en el paciente recuperado.

Las razones menos probables

Aún hay muchos detalles que se desconocen por el coronavirus y es, por ello, prudente, no descartar todas las posibles explicaciones sobre las “reinfecciones”, aunque sepamos que son extremadamente improbables y poco realistas desde un punto de vista biológico porque, por muy nuevo que sea este coronavirus, no ha salido de la nada y comparte características con otros coronavirus estacionales.

Supongamos que una persona no ha llegado a desarrollar inmunidad tras pasar una primera infección por COVID-19 y, al exponerse de nuevo al coronavirus, vuelve a infectarse. Las posibles mutaciones que aparecen en el coronavirus no explicarían este fenómeno, pues la velocidad de mutación de este agente infeccioso es relativamente lenta (comparado con virus como los de la gripe) y no ha pasado suficiente tiempo como para que se hayan producido cambios en las proteínas del virus que identifica el sistema inmunitario. 

Este proceso ocurriría debido a algún problema inmunitario del paciente que le impide generar inmunidad y protegerse frente a una nueva infección por coronavirus. Es decir, en caso de que esto fuera posible, sería algo extremadamente raro, porque la inmunidad frente al coronavirus no debería desaparecer en cuestión de semanas. Si las personas se recuperan frente al coronavirus es precisamente porque el sistema inmunitario ha sido capaz de combatirlo y generar defensas protectoras contra este.

Hasta el momento, no se ha demostrado que esto ocurra, aunque es posible verificarlo a partir de estudios que analicen la secuencia completa del ARN del coronavirus de la primera infección y del ARN de la infección posterior para ver si coinciden o no. Si el ARN fuera diferente, esto indicaría una nueva infección con un virus “nuevo” a partir de otra persona.

Otra explicación que se baraja es que la persona se recupera poco a poco de la COVID-19 hasta que el coronavirus se reactiva y vuelve a multiplicarse y producir síntomas. Esta razón es muy poco probable ya que, por lo que sabemos de los coronavirus, estos no tienen capacidad para quedar en estado inactivo durante un largo tiempo y después volverse a activar (como pueden hacer otros virus como el de la varicela o el VIH).

En conclusión, todos los datos ahora apuntan que las “reinfecciones” no son tales, sino que son el reflejo, en realidad, de limitaciones o errores de las pruebas PCR y no indican la presencia de coronavirus infectivos. Aun así, con la evidencia científica actual, todavía no puede descartarse que determinadas personas puedan volver a infectarse por coronavirus en un corto plazo de tiempo tras la primera infección.

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