Fue vicario episcopal, profesor en la Facultad de Teología de Sevilla, uno de los clérigos con mayor proyección de futuro en la Iglesia española. Pero Jesús Donaire admitió su condición homosexual y decidió no esconderla. Entonces, las alabanzas se tornaron en lanzas: “Se me llegó a decir que podría mantenerme en el ministerio pero sin afirmar mi condición. Y no estaba dispuesto a volver a meterme en el armario”. Este 17 de mayo, 32 años después del momento en que la OMS retiró la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales –por lo que se celebra el Día Internacional contra la la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia– Donaire lanza una campaña de recogida de firmas en una plataforma y también a través de su blog, para exigir a la Iglesia “una pastoral de la diversidad”.
Es un llamamiento internacional dirigido al Papa Francisco, al que el colectivo LGTBIQ+ quiere “echar una mano” en su tarea de reformar la Iglesia católica. Con una fecha clave: el 5 de junio, día en que entra en vigor la reforma de la Curia vaticana.
“En el contexto de esta reforma e impulsado por el espíritu de cambio que el propio Francisco ha traído al catolicismo desde su llegada al papado, propongo [...] un proceso de reconstitución del discurso que la propia institución mantiene frente a la homosexualidad en particular y la diversidad sexual y de género en general, con la participación activa del cuerpo constitutivo de la iglesia: los fieles”, sostiene Donaire.
Cambiar la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad
En concreto, insta al Vaticano a “fomentar la creación y el crecimiento de una pastoral LGBTIQ+ en la iglesia católica”; en segundo lugar, a “respaldar explícitamente a las personas y grupos de católicos LGBTIQ+ que ya existen y trabajan por la inclusión en la iglesia, incluso contra la voluntad de los obispos y sacerdotes locales en las que se inserta su ministerio”. Finalmente, solicita a Bergoglio que “congregue a teólogos, autoridades, académicos, pastoralistas, biblistas y traductores, para guiarlos hacia la reflexión y replanteamiento de la postura doctrinal, moral y canónica de la iglesia ante la sexualidad, el papel de la mujer en la sociedad y la iglesia, y las diversas realidades LGBTIQ+”.
La campaña, a la que se puede acceder desde aquí, incluye un vídeo en el que Donaire explica la iniciativa, y concluye: “Eres únique e irrepetible, Dios te ha creado así, atrévete a ser tú misme”.
Y es que, sostiene el sacerdote sevillano, “lamentablemente, la Iglesia católica no solo hace poco por combatir el odio contra las personas LGBTIQ+, sino que, a través de su discurso, doctrina, disciplina canónica y normas morales, afianza el odio contra las personas con diversidad sexual y de género”.
“Tristemente, ampara y protege a quienes, ejerciendo un ministerio dentro de ella, fomentan la aversión contra la comunidad LGBTIQ+ a través de homilías, sermones, discursos, pronunciamientos magisteriales u otro tipo de declaraciones”, critica Donaire, quien como experto en Derecho Canónico lamenta las “interpretaciones equivocadas y descontextualizadas” de pasajes bíblicos que han llegado al corpus doctrinal, al mismísimo Catecismo de la Iglesia católica, que califica las relaciones entre personas del mismo sexo de “depravaciones graves” y actos “intrínsecamente desordenados y contrarios a la ley natural” que “no pueden recibir aprobación en ningún caso.” Para el Catecismo la homosexualidad es “una tendencia o inclinación objetivamente desordenada”.
Depravados, desordenados, anómalos
“Después de escuchar tales insensateces, me pregunto: ¿es razonable y legítimo que, en pleno siglo XXI, la iglesia continúe defendiendo y enseñando que las personas LGBTIQ+ somos depravados, anómalos y de constitución patológica incurable? ¿Debemos seguir consintiendo que en el Catecismo se afirme que las relaciones homosexuales son intrínseca y objetivamente desordenadas, y que no proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual? ¿Debe la Iglesia católica seguir diciendo que las personas homosexuales poseemos una tendencia que proviene de una educación falsa, de falta de normalidad en el desarrollo de nuestra evolución sexual, de un hábito contraído o de los malos ejemplos que hemos recibido en nuestra casa, o en el ambiente en el que hemos sido educados?”, subraya Donaire en su petición.
“¿Debemos mantener los brazos cruzados, tolerando que la declaración que cita el Catecismo diga que la homosexualidad es una patología, en algunos casos curable y en otros irremediablemente incurable?”, se pregunta, incidiendo en que, según los porcentajes, “hay unos 1.400 millones de católicos en el mundo, de los que unos 200 millones somos personas LGBTIQ+, prácticamente la misma cantidad de habitantes que tiene hoy en día Brasil. Si a los 200 millones le sumamos los miembros de sus familias, más de 400 millones de católicos en el mundo padecemos directamente a causa del odio, la estigmatización y el rechazo que existe en la Iglesia católica, y que viene amparado por sus enseñanzas doctrinales. ¿Debemos seguir callados ante el odio y el rechazo que encontramos por parte de la institución católica? ¡Es momento de hacer algo al respecto!”.
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