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¡Salud! es lo que deseamos a la gente que queremos porque, sin ella, todo lo demás es mucho más difícil. Cada sábado, nos acercamos a este asunto universal a través de un boletín que presta especial atención a la sanidad pública, da un cariño a las buenas noticias (que falta nos hacen) y deja en tu bandeja de entrada información de servicio público para malestar menos y vivir mejor.

¿El plante es un farol? Las incógnitas del lío de Muface

Edificio de Muface.
9 de noviembre de 2024 09:13 h

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La cobertura médica de un millón de personas en España está pendiendo de un hilo. Es el otro gran asunto de la semana: ¿qué va a pasar con Muface en los próximos meses? Si no eres funcionario o funcionaria quizá te has perdido en este culebrón sanitario. 

Antes de profundizar en la historia, empiezo por lo básico para entender todo lo demás: los funcionarios en España pueden elegir si son atendidos por la sanidad pública o por unas aseguradoras privadas (son tres) a las que el Estado paga su asistencia. ¿Puede parecer un contrasentido? Pues sí, pero así está montado el sistema desde 1975. Casi nada. La cuestión es que el Ministerio de Función Pública renueva el contrato con las compañías de seguros periódicamente y esta vez ninguna se ha presentado al concurso porque prestar el servicio no les resulta rentable. Han plantado al Gobierno

Así que de un lado tenemos a las empresas (Asisa, DKV y Adeslas), que dicen que lo que el Estado les ingresa por mutualista no da de sí; y, por otro, al Ministerio de Función Pública, que pese a aumentar la prima por paciente en un 17% se ha quedado con una mano delante y otra detrás. Las cosas parece que no acabarán así: lo esperable es que el Gobierno saque un nuevo concurso con más presupuesto –aquí las aseguradoras tienen muy bien pillada la sartén por el mango– y que las compañías acepten. Aunque también podría estar sobre la mesa una prórroga forzosa del contrato en enero para ganar tiempo. 

En el fight entre el sector privado y el Estado, los primeros tienen todas las de ganar. Su estrategia se está basando en la teoría del colapso. O sea: o lo hacemos nosotros, o el sistema público peta. El mensaje cala bien en un contexto de largas listas de espera para operarse, para ir al especialista o para tener una cita en Atención Primaria. 

Pero vayamos a los números para ver si eso realmente es así. El Ministerio de Sanidad ya está analizando las consecuencias que tendría un eventual desembarco de los mutualistas en los hospitales y centros de salud del SNS. Según las cifras que maneja el equipo de Mónica García, el aumento de población atendida subiría entre un 2 y un 3% de golpe. Y crecería más, hasta un 3,7%, entre las personas de 64 y 79 –lo que más o menos equivale a los 'babyboomers'– porque los mutualistas cada vez son más mayores. 

No es poca cosa. Creo que nadie esconde que sería un reto para el sistema público, que no está pasando por su mejor momento. Sobre todo si se hace de manera abrupta. La catedrática Beatriz López-Valcárcel, que siempre hace trabajos de investigación muy interesantes, calcula que se necesitarían de manera inmedata 714 médicos y médicas de familia más. Una presión añadida, sin duda. Sin embargo, ella y otros expertos que saben de planificación y gestión sanitaria, como José Ramón Repullo, coinciden en que, de producirse este escenario improbable, la sanidad pública terminaría “superando la prueba”. 

Esta crisis ha abierto en canal un debate que lleva sobre la mesa muchos años: ¿habría que terminar con Muface? Me recuerda un poco, usando el trazo grueso, a lo que nos pasa en España con la escuela concertada. Nació para auxiliar a la pública, como una muleta de apoyo, y no ha dejado de ganar peso. A ver ahora quién se plantea que ya no hace falta. En el caso de los mutualistas, sin embargo, ha ido engordando el porcentaje que decide quedarse en la sanidad pública. Ha subido un 66% en una década y ya son uno de cada tres. 

Mientras estabas a otras cosas...

  • Se sospecha que hay dos casos de infección por leptospirosis en Valéncia, una bacteria habitual en zonas de inundaciones que se transmite cuando la orina de animales como las ratas entra en contacto con heridas o mucosas de seres humanos. Que pase de persona a persona es “extremadamente raro”. 
  • Esta semana, viéndolas venir, recopilamos los peligros para la salud que son esperables después de una catástrofe como esta. Sobre todo porque son prevenibles. 
  • “Trabajé en dos tsunamis en Filipinas y esto es muy parecido”. Mi compañero Pol Pareja ha hecho una batida casa por casa con psicólogos de la Cruz Roja en Paiporta. Esto es lo que se ha encontrado

En casa del herrero... cuchillo de palo

Piden a sus pacientes que se vacunen pero en casa no lo hacen. Menos de la mitad del personal sanitario en España se inmunizó el año pasado contra la gripe. La cifra es la más baja desde 2019, antes de la pandemia, y la curva se han instalado en el descenso. En Baleares, por ejemplo, solo un 15% de los profesionales se vacunó en la última campaña. Es alucinante. 

Las autoridades están preocupadas. El último Congreso Nacional de Vacunología, que se celebró hace dos semanas en Málaga, programó una ponencia específica para hablar sin medias tintas del problema. Salieron asuntos muy interesantes: entre los que se creen inmunes, los que alegan que tienen mucho trabajo y los que pasan... también hay otros que se han desapegado del trabajo por sus malas condiciones laborales.

Gracias por leer un sábado más. Y nada, si te ha molado, cuéntaselo a tus colegas y que se apunten.

Sofía

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