Cero de dos. Tras meses de retraso, la publicación de algunos modelos de exámenes de Selectividad por varias comunidades autónomas ha constatado que la prueba de este año no va a ser común en las regiones donde gobierna el PP, tal y como había prometido el partido, ni será competencial en prácticamente ninguna región, tal y como exige la ley. La Ebau de 2025 se parecerá, y mucho, a las que se hacían prepandemia.
La realidad es tozuda y tras cuatro meses insistiendo el castillo de naipes se ha desmoronado: la Selectividad común en la que tanto empeño puso el PP no es viable. Y lo es por las razones que básicamente toda la comunidad educativa ya había esgrimido: las competencias autonómicas en la materia lo hacían imposible. Se había dicho desde estamentos diversos, pero los populares seguían a lo suyo: se acabarán las injusticias cuando nuestras comunidades autónomas implementen una prueba equiparable en todo el Estado, decían. La idea duró lo que tardaron en aparecer los exámenes 0 a modo de ejemplo. No hay Ebau común.
Por no haber, en la mayoría de las comunidades –sean o no del PP– no habrá siquiera una Selectividad competencial, a la que se supone que obliga la ley. Pero los rectores ya rebajaron los planteamientos del Gobierno en una reunión hace un mes en la que definieron lo que sería la prueba. En aquella cita se acordó que habría una transición suave del examen memorístico de siempre al competencial que propugna la Lomloe y los responsables universitarios establecieron, con el beneplácito de las comunidades, que solo el 25% del examen sería competencial. Aun así, la mayoría no ha cumplido y en comunidades como Madrid y tantas otras no hay rastro de preguntas competenciales.
“La mayoría de las comunidades ha reproducido directamente el modelo del año anterior”, lamenta Próspero Morán, profesor de Secundaria en Asturias y con una década de experiencia como corrector de la Ebau en una queja que repiten docentes por todo el estado. “Alguna incluso publicó el mismo examen”.
El Ministerio de Educación no parece muy preocupado por la cuestión pese a las críticas por inacción ante el incumplimiento de su Real Decreto. Preguntada por este diario respecto a la situación de Madrid, que incumple las disposiciones gubernamentales, una portavoz explicó que no pretenden forzar el cambio de modelo y señaló que la Alta Inspección del Estado actuará en caso de detectar anomalías.
Fechas comunes... y poco más
La PAU (en cada comunidad se llama de una manera) común del PP se ha limitado a poco más que las fechas, unos criterios de corrección comunes y poco más. Ni siquiera la estructura o algo tan aparentemente fácil como puntuar igual el mismo elemento será equivalente en las siete comunidades donde gobiernan los populares, que anunciaron su prueba común en un acto grandilocuente que juntó a todos los barones con Alberto Núñez Feijóo el pasado julio.
Pero el pasado 10 de octubre el partido envió una nota admitiendo lo que el resto de España ya sabía en verano. No iba a poder ser. La primera razón es que el Ministerio de Educación fija la mitad del currículum con carácter estatal, pero luego cada comunidad autónoma complementa la otra mitad con los contenidos que considere adecuados a su realidad, territorio, etcétera. Y con diferentes temarios no se puede hacer el mismo examen, a no ser que se pretenda preguntar solo sobre la parte común. Esto llevaría al PP a una contradicción: tras años protestando porque ha caído el nivel, tendría que plantear una prueba que permitiría al alumnado obviar la mitad de los contenidos a la hora de estudiar.
“Historia (...) es una de las asignaturas más difíciles de homogeneizar”, reconocía el PP en su nota. “Hay comunidades autónomas que llevaban en su currículo el estudio de toda la Historia y otras sólo de Contemporánea (s. XIX y s. XX). En esta primera fase, aún no ha sido posible cambiarlo puesto que ya venía predeterminado desde el curso pasado. Por ello, se preguntará en los exámenes por Contemporánea salvo en las comunidades que enseñen las etapas previas, donde se podrá preguntar por ellas”.
Ni siquiera la estructura ni la opcionalidad de la prueba han acabado siendo igual. Murcia permite elegir en una de las partes cuatro de entre ocho preguntas; en la otra un tema por cada uno de los dos bloques posibles. Madrid ha dividido el examen en tres partes en vez de dos, con una menor capacidad de elección. Galicia propone cuatro preguntas a razón de 2,5 puntos cada una; Cantabria pide desarrollar un tema que vale tres puntos.
En Lengua tampoco ha habido armonización, aunque varias comunidades sí han presentado exámenes más similares. Todas han respetado los 3,5 puntos del comentario de texto que pactaron los populares, excepto Madrid, que se va hasta 5. De hecho, según han denunciado varios expertos, el examen de Madrid no cumple prácticamente ninguna de las disposiciones del Gobierno. Pero Murcia otorga cuatro puntos al bloque dedicado a educación literaria mientras Andalucía se queda en uno y Cantabria no pregunta por esta cuestión. Sucede con prácticamente todas las materias. La Ebau común tendrá que esperar.
¿Dónde están las competencias?
Docentes de todo el país están indignados porque las comunidades no han respetado el modelo competencial que propone el Gobierno y exige la Lomloe. Básicamente, sostienen, se han copiado los exámenes del año pasado reduciendo la optatividad, después de que el curso de la pandemia se flexibilizara la prueba para no perjudicar al alumnado.
El Real Decreto con el que el Gobierno establecía las características básicas que debe tener la Selectividad incluía la siguiente frase, una especie de resumen de lo que supone crear un examen competencial frente a uno memorístico: “Los ejercicios requerirán del alumnado creatividad y capacidad de pensamiento crítico, reflexión y madurez en la resolución por escrito de una serie de preguntas o tareas adecuadas a las competencias específicas evaluadas”. En la mayoría de las pruebas publicadas no hay rastro de preguntas que requieran ninguno de esos procesos.
Elisa, profesora de Secundaria, explica la diferencia entre una prueba competencial y otra memorística: “El análisis sintáctico de una oración [que muchas comunidades han mantenido] no implica ninguna reflexión, es una tarea mecánica. Un ejemplo de pregunta competencial en esta área podría ser plantear dos titulares de prensa diferentes sobre la misma noticia y pedir al estudiante que utilice sus conocimientos morfosintácticos para analizar por qué los dos son diferentes, cómo se han construido y qué se quería trasladar con cada uno de ellos.
Otro ejemplo: “En Literatura se le puede pedir al alumno que vomite un tema previamente memorizado –sin que eso demuestre que ha entendido nada– o se le puede dar un texto cualquiera y pedirle que lo analice, comente, destacar su valor artístico, los recursos utilizados por el autor o relacionarlo con otros”.
Casi nada de esto aparece en las pruebas publicadas. Galicia es quizá la comunidad que más se ha acercado. También fue la primera en publicar sus modelos. Para simplificar el examen, ha presentado la misma estructura en todas las asignaturas: cuatro preguntas de 2,5 puntos cada una, la primera de ellas de carácter competencial, el resto no tanto. Al menos cumple con ese 25% de tareas competenciales que estableció la CRUE.
Comunidades como Castilla y León, la mencionada Galicia o Euskadi han hecho un esfuerzo por incluir algunas preguntas competenciales. Madrid, ninguno, como Murcia, Castilla-La Mancha o Cantabria. La Comunitat Valenciana, a medias, con un examen clásico en Lengua, pero uno mitad competencial en Filosofía.
Esta asignatura es donde más se acercan algunas comunidades a un modelo competencial. También es una materia que en principio se presta más a ello. Por ejemplo, Asturias pide al alumno, a partir de un texto de Descartes o uno de Platón a elegir, que responda a una pregunta entre: “Si Dios no existe, ¿está todo permitido?” o “¿Lo que percibimos es realidad?”. También pregunta por “la crítica de Marx al capitalismo” y pide que se relacione con ejemplos actuales.
La propuesta de Castilla y León también apunta hacia las competencias. Pide por ejemplo al estudiante que se ponga en la piel de Tomás de Aquino para convencer a ateos de la existencia de Dios, o a un hipotético experto en filosofía que organice un debate para la radio del colegio en el que explique con profundidad, pero a la vez claridad, las posiciones de Platón y Aristóteles.
Las comunidades que se han limitado a reproducir exámenes anteriores con pequeñas variaciones –Murcia, Madrid, Cantabria– han optado por estructuras clásicas, como los análisis de texto o la mera reproducción memorística de teorías filosóficas.