El espejismo de junio había puesto sordina a una situación grave: muchas zonas de España siguen en alerta o emergencia por la escasez de agua. Este miércoles, Catalunya ha generado un sonoro aviso al decretar el nivel máximo de peligro en 24 municipios de Girona y Tarragona.
26.000 ciudadanos verán desde el próximo lunes acotado el uso de agua en sus casas hasta 200 litros por persona y día. La Generalitat recomienda que más que cortar, se reduzca la presión del grifo. La ley de Aguas blinda el consumo humano por encima de cualquier otra cosa por lo que esta restricción da cuenta de la seriedad de la situación. Desde hace meses, 80.000 personas del norte de la provincia de Córdoba deben recoger agua en garrafas de un camión cisterna porque se secó el embalse que les suministra y el trasvase realizado desde otro pantano llevó líquido contaminado por vertidos agroganaderos.
La falta de lluvia ha hecho presa en distintas partes del país, en especial de la península. El calor extremo le añade a la situación unas temperaturas muy altas, como se puede comprobar en nuestro registro diario del calor, que evaporan los recursos que estaban acumulados. Sequías más agudas y recurrentes y calor severo son dos consecuencias del cambio climático en España. En este 2023, la zona noreste –Catalunya– y suroeste –afectando a Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía– muestran los peores escenarios.
Hace muy poco, en mayo pasado, el Gobierno puso en marcha un paquete de medidas excepcionales para paliar los daños (especialmente agrícolas) derivados de la sequía. Al fin y al cabo, el primer cuatrimestre de 2023 había sido el arranque de año más seco registrado. Las protestas del sector primario copaban mucho del espacio público y sirvieron para que partidos como el PP y Vox lanzaran una campaña contra el Gobierno a cuenta del agua que desemboca por los ríos (en lugar de retenerla) o agitaran el bulo de la destrucción de embalses.
Sin embargo, en junio –una vez pasados los comicios autonómicos y locales del 28 de mayo– se produjo una sucesión de frentes borrascosos. ¿Resultado hídrico? Un mes estadísticamente “muy húmedo” en la península, “húmedo en Baleares” y “extremadamente húmedo” en Canarias, como los calificó la AEMET. Llovió un 210% sobre la media en la península. Solo que el promedio para un junio cualquiera no es muy abundante. Este 2023 se acumularon 67,2 mm.
Una lluvia así no pudo hacer remontar muchísimo unas reservas hídricas muy exprimidas por la combinación de consumo intensivo y prolongado y meses de precipitaciones débiles. En julio, sin datos oficiales completos, la lluvia acumulada globalmente ha sido escasa. Entre el día 4 y el 25, los partes semanales de la AEMET suman 5 mm de lluvia en la península ibérica.
“El valor medio nacional desde el 1 de octubre pasado [inicio del año hidrológico] se cifra en 481 mm lo que representa alrededor de un 15% menos del valor normal”, explica la Agencia. “En muchas zonas las cantidades acumuladas no llegan al 75% del valor normal”. ¿Dónde? “En los cuadrantes noreste y suroeste”.
Así que la reserva global de agua en España está al 42% de su capacidad. Si bien es ligeramente más que hace un año –dos puntos por encima–, se trata de un nivel muy por debajo de la media de los últimos cinco años (52%) y todavía más lejano del promedio de la década: 58,8%.
España húmeda, España seca
La media esconde escenarios muy diferentes como puede verse en el gráfico más abajo. En Catalunya las reservas están al 28%, pero en el Guadalquivir se encuentran en el 21%. En la demarcación del Guadiana están, a 1 de agosto, al 27% de su capacidad; las Cuencas Mediterráneas Andaluzas al 30% y la cuenca del Guadalete-Barbate al 19,4%.
La Agencia Catalana del Agua indica que las Cuencas Internas de Catalunya atraviesan actualmente una situación de sequía extrema. Prácticamente todo ese territorio se encuentra en niveles altos de alerta por escasez. Pero es que en la vecina demarcación del Ebro, ya tras las precipitaciones de junio, buena parte de sus sistemas declaraban estar todavía en “sequía prolongada” y tenían decretada la alerta o emergencia porque la cantidad de agua no satisface las demandas habituales.
La Demarcación del Guadalquivir globalmente está en alerta por escasez. Igual que la del Guadalete Barbate que oscila entre la escasez (es decir, la incapacidad de atender las demandas) severa y grave como ocurre en la mitad oeste de las Cuencas Mediterráneas y la mayoría del territorio de la cuenca Tinto-Odiel-Piedras.
En España hay cada vez menos recursos de agua. Un 13% menos desde 1980 debido al calentamiento global provocado por las actividades humanas, insiste el Ministerio de Transición Ecológica. La realidad que dibujan los datos acumulados es que el patrón de lluvias ha cambiado: más escasas y concentradas (más violentas). Es la nueva realidad que toca gestionar.
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