Respetar el entorno y recuperar el vínculo innato de los seres humanos con la naturaleza son, según diversos investigadores, algunas maneras de atajar el problema ambiental. Para ello, es importante partir de la educación desde edades tempranas. “Los principales problemas medioambientales son la codicia, el egoísmo y la apatía”. Heike Freire, docente e investigadora y autora de Educar en verde, parafrasea a Gus Speth, que ha trabajado durante más de 40 años en ambientalismo y que solía pensar que esos problemas eran el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas. “Él decía que para ello los científicos no tenían solución. Yo creo que los educadores la tenemos, pero debemos ir al fondo de la cuestión de otra manera”, razona la experta en pedagogía verde.
En esa área, cuenta Freire, trabajan con las tres principales etapas del desarrollo infantil: primera infancia –de cero a cuatro o seis años–, segunda infancia –hasta los nueve o doce– y adolescencia. “En cada una de ellas, hay una cualidad de la naturaleza humana muy importante a adquirir. La primera es la presencia, que es lo contrario a la codicia. Después aparece el juego espontáneo, que es donde el ser humano desarrolla plenamente su capacidad creativa. Si lo cultivas en la infancia, luchas contra la apatía. Finalmente, en la adolescencia, la persona aprende es a ser ella misma en comunidad y esa capacidad de tener en cuenta a los demás va en contra del egoísmo”, desgrana. Según la experta, que cita investigaciones publicadas, quienes han crecido en contacto con la naturaleza son “más sociables, más cooperativos, tienen más capacidad de atención, mejores capacidades físicas o más salud”.
Freire lamenta que a la gente “no le importa” su entorno, que se ha perdido “el vínculo afectivo con la Tierra con el que nacemos, porque vivimos en una cultura que ha dejado de cultivarlo”. Para la educadora es muy importante “inculcar” a los niños ese aprecio a la vida, para que vuelvan a reconectarse con el medio: “Sentir que el entorno y los seres vivos que lo componen somos interdependientes”.
“Cuando se han estudiado biografías de personas muy comprometidas con el medio, han pasado mucho tiempo en contacto con la naturaleza en su infancia, han estado mucho al aire libre y en espacios naturales, acompañados de una persona adulta que no les extinguido este amor”. Por eso, insiste la docente, es importante “transformar” las escuelas y las familias y trabajar con ambos el cultivo de ese respeto a la Tierra. “En los colegios se debería salir más del edificio. Tenemos que dejar de relacionarnos con la Tierra como una entidad abstracta: necesitamos tocar, oler, sentir, emocionarnos… y una educación que fomente eso y lo ponga como el valor más importante, por encima de la competitividad o de adquirir muchos conocimientos”.
Cultivar el vínculo con la naturaleza “es necesario”, dicen los expertos consultados. Para ello, son muchas las personas que se han puesto manos a la obra y que se han organizado en grupos u organizaciones de voluntarios creando pequeñas iniciativas para ir poniendo su granito de arena para lograr este cambio de paradigma.
Una de esas asociaciones es Teachers for Future Spain, formada por “docentes preocupados por el estado de emergencia climática en que estamos viviendo” y que tiene cerca de 2.000 centros adheridos por toda España. Entre sus objetivos está colaborar para favorecer el contacto de los niños con la naturaleza, para lo que impulsan una serie de iniciativas que realizan en los colegios.
Recreos residuos cero
Tras el recreo, el patio de los colegios en ocasiones queda cubierto de papeles o restos de comida. En otros casos, están correctamente depositados en la basura o en el contenedor correspondiente, según si se trata de un envase, de un envoltorio o de una servilleta. “Queda perfectamente reciclado, eso está bien, pero lo ideal es evitar tener que tirar estos residuos porque ahorramos todo el proceso posterior de clasificar la basura y las emisiones de CO2 del camión que a su vez lo lleve a una planta de reciclaje”. Habla Miriam Leirós, coordinadora de Teachers for Future'. La idea es no generar residuos.
Con esta iniciativa pretenden que los niños y niñas lleven el almuerzo en un tupper y el agua o el zumo en una botella de aluminio o vidrio. Así no generan “ningún tipo de basura”. Leirós asegura que los pequeños “son los que presionan en casa” y además, han conseguido que se cambie la forma de hacer la compra, según le han contado los padres en tutoría. “Me dicen que han recuperado la compra a granel, que ya no apuestan por comida envasada. Han cambiado sus costumbres porque hay una concienciación. El feedback siempre es muy positivo”.
Huerto escolar
Otra iniciativa para educar a los niños y niñas en el contacto con la naturaleza es la de crear un huerto escolar. Esto se hace ya “en muchos centros” y, aunque no es suya, Teachers for Future la ha implantado también en sus colegios. “El año pasado acabamos haciendo bocatas vegetales con nuestras lechugas y tomates… vimos el ciclo completo”, explica Leirós.
La maestra destaca que con esta medida, los pequeños entienden “la economía circular”: “Las pieles de la fruta que se traen al cole se compostan y esto después se invierte en el huerto escolar y sus productos se usan en el colegio. Se trata de ver que se pueden poner en marcha estos ciclos y no estar siempre generando residuos”.
Los niños y niñas, cuenta Leirós, son los que se encargan del huerto: “Hay tareas señaladas, incluso por cursos: los pequeños suelen ser los que siembran, otros arrancan las malas hierbas, luego el riego también se va turnando”. Con el huerto, además de enseñarles a no derrochar, se les explica la importancia de los cultivos de temporada: “Esto es también muy importante para que aprendan a hacer la compra”, narra la maestra, “no se pueden comer cerezas en enero-febrero porque no las hay; entonces, traerlas desde Chile, que es donde se dan en ese momento del año, tiene una huella de CO2 muy alta por el transporte”, continúa.
Reciclaje de teléfonos móviles
Tener un móvil nuevo cada dos años tiene efectos más negativos de los que imaginamos. 'Movilízate por la selva' es una iniciativa de 'Raíces & Brotes', el programa educativo del Instituto Jane Goodall, fundado por la etóloga en 1991 junto a un grupo de 12 estudiantes y que a día de hoy ya incluye a 700.000 personas trabajando en todo el planeta. “El objetivo es conseguir sensibilizar a la población sobre las consecuencias tan brutales que tiene para el planeta y para los lugares como la República Democrática del Congo la alta demanda que nosotros tenemos de coltán y otros minerales que son utilizados para la fabricación de productos electrónicos como ordenadores, móviles y tablets”, explica Marisa Mariñán, coordinadora de programas del Instituto Jane Goodall, que cuenta que con la campaña también proponen “alargar la vida” de estos productos. “Cuando miras en cajones, resulta que tenemos millones de móviles que nunca van a volver a utilizarse”.
Mariñán especifica que la producción de estos terminales trae consigo explotación infantil y destrozo de hábitats, algo con lo que se sensibilizan los más pequeños, que se implican “como nadie” al darse cuenta de que “lo que estamos haciendo no es justo”: “Además de en colegios, se puede hacer a nivel individual, comenta. Ya llevamos más de 140.000 teléfonos reciclados”.
“Con esta campaña, los niños aprenden la importancia de reducir nuestro consumo y de reutilizar. Reciclar, por supuesto, es importante, pero tenemos que empezar por reutilizar y reducir. Los recursos del planeta son finitos y debemos ser conscientes de que ya estamos pasándonos desde hace mucho tiempo”, narra Mariñán, que subraya en que una mini heroína –como llaman a los pequeños voluntarios que desarrollan estas iniciativas– ha reciclado más de mil terminales ella sola.
Limpieza del playas y paisajes
En Raíces & Brotes organizan de manera habitual quedadas para limpiar playas o determinados paisajes. “Los niños se indignan cuando ven la cantidad de residuos que hay en el suelo. Lo pasan mal, se dan cuenta de que lo que estamos haciendo es horrible para el planeta y los animales”, explica Mariñán, que cuenta que a estos eventos, que se llevan a cabo en toda España, puede acudir quien lo desee: “Suelen ser abiertos, hay que concienciar”.
La activista incide en que estas actividades ayudan a recuperar ese vínculo con la naturaleza. También otras iniciativas que promueve la asociación, como la creación de cajas nido, para ayudar a que vuelvan especies como los gorriones o los murciélagos, o los hoteles de insectos. “Hemos hecho talleres de cómo se hacen y cada uno va a poner en su jardín o en su casa el suyo. Lo han creado con materiales reciclados, respetando al máximo el entorno”. “Nos estamos jugando el futuro y el tiempo de actuar es ahora. Ya estamos yendo un poco tarde”, sentencia.
Libros y revistas
Además de iniciativas directas, los pequeños también pueden acudir a los libros para encontrar las respuestas que buscan a los problemas en la relación con el entorno. Árboles de tu ciudad, de Luciano Labajos Sánchez y Clara Moreno Cela, es uno de los muchos títulos que se han publicado para educar a los niños en el ecologismo. Es un manual que dedica cada una de sus páginas a un árbol diferente, contando datos sobre sus hojas, madera u otras curiosidades. El docente conocido como El Hematocrítico, que ha colaborado en su edición, explica que también va dirigido a los padres: “Puede ser un catalizador de actividades y servir para proponer jugar a salir a identificar árboles a la calle”.
Para conocer a los animales, Animalium, de Katie Scott y Jenny Broom, es una guía con información de más de 160 especies, en la que se muestra cómo han ido evolucionando. Y si los niños quieren conocer los ríos, Peter Goes, en un libro con ese título, recoge los principales del planeta y realiza un viaje a través de ellos.
Además de con libros, los niños pueden aprender sobre naturaleza con revistas. Pantera, editada por Savanna Books, tiene entre su público objetivo a los que “sí salvarán el planeta”. La publicación se edita tres veces al año y en diciembre saldrá su sexto número. Está disponible en librerías en todo el país y a través de internet, donde puede llegar a todo el mundo.
“Los compradores de Pantera son gente muy concienciada. Son familias y personas que no quieren quedarse de brazos cruzados mientras destruyen el planeta”. Habla Cris Camarena, fundadora y editora de la revista y la editorial. “Nosotros tenemos el eslogan de conocer, amar, proteger. Es un trío de cosas: primero conocemos nuestra naturaleza; solo conociéndola llegas a amarla y luego cuando la amas es cuando la proteges. Esas tres cosas no se pueden dar al revés. Entonces, el primer paso para los niños es que conozcan el territorio, los ecosistemas, la biodiversidad y eso es lo que promulgamos en la revista”.
En cada número, Pantera trata un tema en exclusiva: la primera fueron bosques, la segunda, océanos, la tercera ciudades, la cuarta animales, la quinta plantas y la sexta será sobre los polos. Por dentro, explica su fundadora, lleva dibujos de ilustradores como Adolfo Serra o Sonia Pulido y también algunos artículos o entrevistas a expertos, para que los niños escuchen en primera persona cómo se vive el ecologismo. “También tiene una tira cómica. El personaje es un grillo, que se llama Gri, y en cada edición varía el escenario según el tema en cuestión. Siempre tiene un mensaje sobre cuidar la Tierra”.
Películas
El cine también ha recogido el mensaje sobre la importancia de respetar el entorno. Mi vecino Totoro, El castillo en el cielo o La princesa Mononoke son un ejemplo de ello. Están dirigidas por Hayao Miyazaki: “En sus películas describe cómo el hombre destruye la naturaleza y cuáles son las consecuencias para ambos de este hecho”, explica Laura Montero Plata, autora de Biblioteca Studio Ghibli: La princesa Mononoke, experta en este director japonés. “Su idea es a través de películas que tienen a los niños como público objetivo, concienciar sobre la necesidad de mantener el equilibrio entre la naturaleza y el desarrollo”.
Bikes, The Movie, dirigida por Manuel J. García y nominada al Goya a mejor película de animación en 2018, narra la historia de Speedy, Piñón, Gassy y Montana en una ciudad sin contaminación hasta que llega el motor de gasolina. Eso hará que las bicis lideren un movimiento contra él y sus promotores.
Apps para móviles
Aunque suelen ver vistos como enemigos del medio ambiente, los móviles pueden convertirse en aliados a la hora de descubrir la naturaleza. “Puedes salir a la naturaleza y hacer fotos o vídeos”, dice el Hematocrítico, que sitúa a los padres como responsables de un buen uso: “Existen aplicaciones para enseñar a los niños su entorno. Si vas a ir al bosque para ponerte a jugar, no estás haciéndolo bien”, remarca.
Entre las aplicaciones que promueven esta educación en la naturaleza está BirdNET, un proyecto del Laboratorio de Ornitología de Cornell y la Universidad Tecnológica de Chemnitz, que permite grabar un audio con el móvil para después identificar los pájaros que suenan en él. Pl@ntNet descubre con una foto qué plantas aparecen en ella e Identificar setas y hongos proporciona información sobre los que nos encontramos en el camino.