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Los ultracatólicos aprovechan los casos de pederastia en la Iglesia para arremeter contra el Papa Francisco

Si todo es mentira, ¿por qué el Papa no lo deja claro? La pregunta resulta pertinente en el escándalo abierto tras la publicación de una carta en la que el exnuncio del Vaticano en EEUU, Carlo Maria Viganò, acusa a Francisco de encubrir los abusos del cardenal McCarrick y pide su dimisión. Una dura andanada al centro del poder vaticano en un momento especialmente delicado, tras las revelaciones de los escalofriantes casos de Pensilvania, durante la visita papal a Irlanda y justo antes de que tuviera lugar la tradicional rueda de prensa en el vuelo de vuelta.

“No diré una sola palabra; la carta habla por sí misma”, se limitó a decir Bergoglio a las preguntas concretas de los periodistas, dando alas a la credibilidad de una acusación que, por otro lado, no aporta más datos que la versión del excargo vaticano. ¿Por qué si Benedicto XVI condenó a McCarrick a una vida de silencio y oración, a no viajar y a no celebrar misas en público, el propio Papa se abraza con el cardenal? ¿Por qué el mismo que ahora denuncia al Papa se fotografiaba con él en mayo de 2013? El jesuita Matt Malone, redactor jefe de America Magazine (una de las publicaciones más prestigiosas del ámbito católico norteamericano), relata a través de un hilo de Twitter varias de las falsedades de la acusación de quien fuera nuncio en el país entre 2011 y 2016.

El ejercicio de hemeroteca contradice a Viganò, que asegura que Benedicto XVI condenó a McCarrick entre 2009 y 2010 por abusos a menores. Múltiples informaciones, vídeos e imágenes muestran cómo el cardenal norteamericano continuó viajando, participando en misas y actos públicos, incluso junto a Ratzinger (y con el ahora acusador), entre 2010 y 2013. Actos retransmitidos por todo el mundo, como la despedida de Benedicto XVI antes de renunciar oficialmente al Papado.

Contra el Papa

Esta acusación de encubrimiento de abusos sexuales viene acompañada de un movimiento organizado y poderoso en los sectores más conservadores de Estados Unidos, que ven en este Papa la fuente de todos los males para la Iglesia y una pérdida de las esencias del Cristianismo. Por ello, no es de extrañar que buena parte de los 11 folios de la carta de Viganò se dediquen a la denuncia de un 'lobby gay' en el Vaticano, que estaría detrás de las supuestas aperturas de la Iglesia a los gays, los divorciados vueltos a casar, los distintos tipos de familia o la acogida a los refugiados.

¿Quién está detrás de la carta de Viganò? Grupos ultraconservadores que achacan a Bergoglio haber sacado del debate central el aborto, la eutanasia o las relaciones sexuales, obsesiones durante las últimas décadas, especialmente entre los católicos estadounidenses, con un paralelismo evidente a lo que sucede entre los grupos tradicionalistas italianos y españoles.

De hecho, en su carta, el exnuncio habla “desviaciones aberrantes” de homosexuales en la Iglesia, a quienes responsabiliza de los abusos a menores, mientras que Francisco habla del exceso de clericalismo, el exceso de poder, como la auténtica causa de la pederastia clerical. “Es necesario denunciar la gravedad de la conducta homosexual. Es necesario erradicar las redes de homosexuales existentes en la Iglesia”, dice Viganò en su acusación.

El filtrador del Vatileaks

Carlo Maria Viganò, de 77 años, vivió durante más de una década en los órganos de poder de la Curia vaticana, primero en Secretaría de Estado durante los últimos años de Juan Pablo II, y después como secretario de Gobernación de la Ciudad del Vaticano. Desde allí, tuvo acceso a multitud de documentación que, antes de ser enviado a los Estados Unidos, contribuyó a filtrar, en lo que se conoce como 'Vatileaks I', el escándalo detrás del que muchos ven la verdadera causa de la histórica renuncia de Benedicto XVI.

Denunciador ahora del drama de los abusos, fue acusado de destruir documentos para parar investigaciones contra varios obispos del país durante sus años como nuncio. Pese a lo que es habitual, Francisco no renovó a Viganò al cumplir los 75 años, aceptándole la preceptiva renuncia casi de inmediato. Hace dos años de aquello. Desde entonces, Viganò forma parte del selecto grupo de cardenales y obispos de la Curia que han pasado de la crítica silenciosa a la oposición abierta a Francisco.

Así, junto a los cuatro cardenales firmantes de los 'Dubia' (Carlo Cafarra, Joaquin Meisner, Walter Bradmüller y Raymond Burke), y el exprefecto de Doctrina de la Fe, el cardenal Müller, Viganò se ha convertido en uno de los principales opositores a Bergoglio, y firmante de una carta en la que llegan a plantear la obligación de desobedecer al Papa, a quien acusa de ser un hereje y de llevar a la Iglesia católica tradicional a su perdición.

¿Por qué el silencio del Papa?

Pero, si las acusaciones de Viganò son falsas, ¿por qué el Vaticano no se ha lanzado a desmentirlas? El jesuita Antonio Spadaro, director de La Civiltá Cattolica y una de las personas más cercanas a Francisco, sostiene que Bergoglio “nunca se ha defendido de las acusaciones en su contra”, ya fuera durante sus años como arzobispo de Buenos Aires o ahora, como Papa. Ya ocurrió en dos ocasiones, recuerda. La primera de ella, cuando alguien le acusó de haber colaborado con la dictadura argentina. La segunda, cuando no acusó recibo de las críticas de los cuatro cardenales ultras que criticaban la apertura a los divorciados vueltos a casar. “Él sabe que tarde o temprano la verdad emergerá”, añade Spadaro. 

La otra explicación del silencio papal es mucho menos terrenal. Como sucesor de Pedro, para los creyentes el Papa es elegido por el Espíritu Santo, y tiene una misión espiritual que va más allá de lo terrenal. En este sentido, contestar las acusaciones de sus subordinados sería rebajar la 'santidad' del Santo Padre. El cargo imprime carácter y, además, el Papa considera que no debe defenderse, como hizo san Pedro, a quien sucede como líder de los católicos de todo el mundo.

La tesis, con todo, puede servir para el Papa, pero su equipo de comunicación, la Sala Stampa, guarda total y absoluto silencio ante lo que es uno de los más duros ataques contra el líder de la Iglesia católica en sus cinco años y medio de Pontificado. Un Papa que parece estar más solo que nunca, al menos entre la rocosa Curia, temerosa de ver limitado su poder con la inminente reforma que prepara su grupo de colaboradores, más conocido como C-9.

En España, únicamente el cardenal de Madrid, Carlos Osoro, defendió abiertamente al Papa Francisco. En su cuenta de Twitter, Osoro decía: “Papa Francisco, eres valiente en desvelar la verdad del Evangelio y mantener viva la misión de la Iglesia: dejas entrar, devuelves dignidad, eres pobre y estás con los pobres, abres los ojos, pides perdón. Rezamos por ti”.