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El callejero de Carmena y otros siete monumentos de la España de Franco que aún desafían la memoria histórica

Arco de la Victoria, Madrid

Marta Borraz

Este lunes el Ayuntamiento de Madrid anunciaba su intención de rebautizar las calles franquistas de la capital para “cumplir la ley de memoria histórica”. Sin embargo, son muchas las ciudades y pueblos españoles que, además de nombres en el callejero, mantienen monumentos, placas, insignias y símbolos que conmemoran a altos cargos y funcionarios de la dictadura. El debate se ha reabierto con el nuevo escenario político y está en manos de los alcaldes y alcaldesas decidir qué hacer con ello.

“La ley de memoria histórica tiene lagunas a las que se pueden agarrar quienes no quieren retirar los símbolos”, sostiene Jesús de Andrés, profesor de Ciencia Política de la UNED y experto en simbología franquista. Se refiere a la excepción de que “concurran razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas protegidas por la ley”. Sin embargo, para Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), no se trata de una cuestión meramente legislativa, sino que no mantener este tipo de símbolos o resignificar los que no se puedan retirar es un “asunto de decencia democrática”. Estos son siete de los más provocativos, por sus dimensiones, su significado y su ubicación:

1. Arco de la Victoria de Madrid

Con sus más de 40 metros de altura es uno de los símbolos de exaltación franquista más grandilocuentes. Situado en una de las principales entradas de Madrid, la de la carretera de La Coruña, este arco del triunfo, construido en los años 50, rememora la victoria del bando nacionalista contra el republicano en la Guerra Civil, que mantenía en esa zona uno de sus últimos frentes.

Algo que revelan las dos inscripciones de ambos laterales. La placa que mira a Ciudad Universitaria reza: “A los Ejércitos aquí victoriosos, la inteligencia, que siempre es vencedora, dedicó este monumento” y “Fundada por la generosidad regia, restaurada por el Caudillo de los españoles, la sede de los estudios matritenses, florece en la presencia de Dios”, el que se orienta a Moncloa.

2. Monumento a Carrero Blanco de Santoña

Erigido por el Ayuntamiento de Santoña (Santander) en 1976, este monolito de piedra ensalza la figura de Carrero Blanco, que ocupó diversos cargos durante la dictadura de Franco y fue asesinado por ETA en 1973 en Madrid cuando era presidente del Gobierno. El monumento está situado en el paseo marítimo de su localidad natal y ha estado en el punto de mira por ser el epicentro de los tradicionales homenajes que, cada año, realiza el Movimiento Falangista de España en recuerdo de su figura.

Al menos en dos años (2011 y 2012), la entonces alcaldesa, Milagros Rozadilla (PP), asistió al acto, en el que se exhiben banderas franquistas y se entonan cánticos de extrema derecha, lo que desató una fuerte polémica. Tras las pasadas elecciones municipales, el Movimiento Falangista de España ya no conserva ningún concejal en el Ayuntamiento, ahora gobernado por el socialista Sergio Abascal.

3. Monumento al general Mola en Alcocero de Mola

En las cercanías de la localidad burgalesa de Alcocero de Mola, lugar donde falleció Emilio Mola (que da nombre al municipio) en un accidente de aviación, se emplaza una torre de más de 20 metros, una escalinata, arcos y altar en recuerdo del general conocido por ser uno de los principales coordinadores y organizadores del golpe de Estado de 1936. El monumento fue inaugurado el 3 de junio de 1939 por el dictador Francisco Franco.

Mola pasó a la historia por las directrices en las que detallaba los métodos de represión contra los simpatizantes del Frente Popular, coalición electoral que consiguió ganar las últimas elecciones antes de la sublevación militar. En su empeño por exterminar todo rastro de la II República, Mola escribía: “Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos y vacilación a todo el que no piense como nosotros (...) todo aquel que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado”.

4. Estatua de Franco en Melilla

Melilla alberga la única estatua del dictador que se mantiene en España en la vía pública, después de que se retiraran otras como la de Nuevos Ministerios, en Madrid o la imponente ecuestre de Ferrol, ciudad natal de Franco. El monumento se encuentra situado a la entrada de la ciudad autónoma por el puerto y en él el dictador aparece de pie y vestido de militar.

Junto a la efigie, la inscripción: “Al comandante de la Legión don Francisco Franco Bahamonde”. Antes de su actual ubicación, la estatua estuvo en el centro de Melilla, de donde fue retirada en 2005. Hace un mes la estatua saltó al panorama mediático cuando un total de 23 agentes de los antidisturbios de la Guardia Civil se fotografíaron con ella mostrando la bandera de España.

5. Medallón de Franco en la plaza Mayor de Salamanca

A iniciativa de un grupo de concejales del Ayuntamiento de Salamanca, se acordó en 1936 que el busto de Franco se esculpiera en uno de los medallones de piedra que conforman el programa iconográfico de la plaza Mayor de la ciudad. Debajo, la inscripción: “Franco Caudillo de España”. Un año después fue colocada en la zona de arcos conocida como Pabellón Real, junto a la del rey Alfonso VI.

Más de 70 años después, el medallón continúa en el mismo sitio a pesar de la polémica que genera. En varias ocasiones, y cada cierto tiempo, la efigie es manchada con pintura de diferentes colores y es objeto de protestas. El Ayuntamiento de Salamanca, gobernado por el popular Mañueco, que ha revalidado su cargo, tendrá que declarar en el juzgado el próximo 16 de julio ante la demanda interpuesta por Izquierda Unida solicitando su retirada.

6. Valle de los Caídos de Madrid

A varios kilómetros de distancia se puede observar la imponente cruz que corona la montaña en la que se encuentra este monumento, construido entre 1940 y 1958 y considerado el símbolo de la exaltación franquista por excelencia. Situado en el municipio madrileño de San Lorenzo del Escorial, el Valle de los Caídos alberga la tumba de Francisco Franco y de José Antonio Primo de Rivera y los restos mortales de miles de combatientes de la Guerra Civil.

La ley de memoria histórica reserva a este monumento un artículo específico en el que se establece que en él “no podrán llevarse a cabo actos de naturaleza política ni exaltadores de la Guerra Civil, sus protagonistas o el franquismo”. A pesar de ello, cada 20 de noviembre, la basílica acoge varios actos y marchas enmarcadas en el aniversario de la muerte del caudillo. Un análisis elaborado en 2014 por el relator especial de la ONU del Consejo de Derechos Humanos recomendaba a España “resignificar” el lugar y retirar el cuerpo de Franco porque si no “difícilmente podrá pensarse como un lugar en favor de la paz y la reconciliación”

7.El “monumento a los caídos” de Tortosa

En medio del río Ebro a su paso por Tortosa, en la provincia de Tarragona, se alza la mayor escultura franquista que conserva Cataluña. Fue inaugurado en 1966 por Franco para honrar la victoria del bando nacional durante la batalla del Ebro. Algunas placas y símbolos fueron retirados tras la muerte del dictador, pero sigue generando polémica entre la población y las fuerzas políticas del Ayuntamiento. De hecho, estos 25 metros de acero que levantan un soldado y un águila mantienen la inscripción “A los combatientes que hallaron gloria en la batalla del Ebro”

El pasado enero, CIU, con mayoría absoluta y el apoyo del PP y Plataforma per Catalunya, rechazó la moción presentada por ICV-Entesa per Tortosa que planteaba celebrar una consulta ciudadana sobre el futuro del monumento. Hace algo más de dos meses el Tribunal Supremo archivó la denuncia que acusaba de desobediencia por no retirar la escultura al alcalde de la localidad, Ferran Bel, que revalidó su cargo en las pasadas elecciones municipales.

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