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Así son las mascarillas españolas con una protección más duradera que ya se pueden comprar

Mascarilla anticovid-19 desarrollada por un equipo de científicos del CSIC.

Adeline Marcos / Agencia SINC

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Las nuevas mascarillas sanitarias FFP2 del CSIC ya están a la venta. Desde la semana pasada la empresa de base tecnológica que las produce, Bioinicia, spin-off del CSIC, las comercializa a través de su página web y de un distribuidor online. También lo hace una tienda de Amazon desde esta semana. Su precio para particulares es de 2,5 euros por mascarilla para compras de paquete completo, en el que vienen 50 unidades.

Entre sus principales ventajas frente a otros productos similares están su mayor duración de uso (de hasta 48 horas, por ahora), su ligereza y su capacidad de disipar el calor y la humedad.

Están hechas con un innovador material filtrante basado en nanofibras desarrollado por investigadores en el Instituto de Agroquímica y Técnica Alimentaria (IATA-CSIC), dirigidos por el científico José María Lagarón.

“Con los distribuidores tenemos un compromiso de responsabilidad social. Les hemos limitado el precio máximo que pueden poner para que no se genere de nuevo la situación de la piratería con la distribución”, explica Lagarón.

El principal beneficio de las anticovid-19 es que el gramaje es 60 veces más fino que el material convencional. “Esto las hace más finas y ligeras”, asegura el director del proyecto. La firma española tiene intención de ir sacando al mercado productos de manera progresiva y a la vez incrementar la capacidad productiva.

En las próximas semanas estarán disponibles, además, las mascarillas antimicrobianas y biodegradables, así como las quirúrgicas-higiénicas antimicrobianas adaptadas a niños y niñas de entre 6 y 10 años.

Dos días de uso

Una de las principales ventajas de las mascarillas que ya están a la venta es su mayor tiempo de usabilidad. Las nanofibras ejercen una filtración mecánica, contrariamente a la tecnología tradicional electrostática que cuenta con un tamaño de poro más grande. Además, disipan mejor la humedad y el calor. 

“Hemos visto que en 48 horas de uso no se alteran las propiedades de filtración”, dice Lagarón, quien considera que podrían usarse más tiempo sin perder sus propiedades. “No hablamos de usarlas durante 48 horas, sino de dos días quitándola para comer y dormir esos dos días. Ese es el ensayo que hemos hecho para su certificación”, detalla.

Hasta ahora, el uso de la mascarilla quirúrgica tradicional no se recomendaba más de cuatro horas y su eficiencia de filtración a aerosoles finos era de un 65%, comparado con la mascarilla anticovid-19, cuya eficiencia de filtración frente a la penetración de aerosoles finos superior a un 94%. 

Otro aspecto inherente a las nanofibras es que se pueden esterilizar esprayando con disolución de etanol al 75 % y dejar secar una hora. “Se puede hacer si se tienen dudas después de haber estado el primer día en un lugar cerrado con mucha gente o en un hospital”, comenta el investigador. Sin embargo, este ensayo no está certificado porque “no hay ninguna norma en estos momentos que lo tenga en cuenta porque son materiales novedosos”, indica.

Pronto, antimicrobianas y biodegradables

Entre las cualidades de las nanofibras, el científico señala que dentro de ellas se pueden integrar agentes viricidas. “Estos estarán en las de serie de mascarillas que se comercializará a partir de mediados o finales de septiembre. Se están certificando ahora”, recalca Lagarón.

En el caso de las bacterias, estas se desactivan con el filtro después de una hora en el interior de la mascarilla. “Es una forma de garantizar la usabilidad y seguridad durante más tiempo”, señala.

Las mascarillas biodegradables también se comercializarán en las próximas semanas. “De momento se han formulado en un formato quirúrgico porque hay ciertas dificultades en cuanto a la costura que llevan las tipo EPI. Costará un poco más”, explica.

Las que ya son biodegradables son las quirúrgicas-higiénicas: “Se pueden biodegradar y cumplen la norma de biodegradación en compostaje industrial. Hemos incorporado dentro del diseño de la mascarilla materiales que se puedan compostar de maneras doméstica y en condiciones ambientales (mar y suelo). Se podrán tirar en los contenedores de residuos orgánicos”, señala.

Sin embargo, existe una salvedad: las gomas de las orejas. “Es bastante complicado encontrar un material biodegradable que cumpla con esta funcionalidad. Hay uno hecho a partir de materiales naturales que tiene un recubrimiento que sí biodegrada. En principio el cuerpo entero de la mascarilla y su filtro sí se degradan con la materia orgánica”.

Estas mascarillas ya están listas, a la espera de la certificación. “En este momento el principal cuello de botella es tener las certificaciones, esperamos tenerla en dos semanas. Si cumplen, a partir de ahí ya tendríamos el acuerdo de fabricación con una empresa que hace quirúrgicas y las sacaríamos ipso facto al mercado”.

Por el momento, las mascarillas a la venta son reutilizables y esterilizables con alcohol. “No tienen por tanto aún antimicrobiano ni son biodegradables ni lavables”, apunta el científico. Una de las principales razones es que varios de los ensayos de usabilidad que se realizan para comprobar su eficacia no están recogidas en las normas estándares.

Las normas recogen así la misma información en las mascarillas convencionales que en las antiCOVID-19. “No se pueden poner cosas distintas que no estén en la norma ni en el certificado para su uso porque el organismo certificado revisa toda la documentación antes de comercializarla”, aclara Lagarón, cuyo grupo está intentando incluir dentro de estos estándares de mascarillas de alto nivel de filtración o de EPIs que se puedan analizar todas estas propiedades tan relevantes.

Mascarillas para la vuelta al cole

El equipo de investigación también está trabajando en el desarrollo de mascarillas adaptadas a niños y niñas a partir de seis años, pero no serán EPI. “Las EPI para niños no existen, no están normadas y además, como las áreas de mascarilla son más pequeñas, la capacidad para respirar sería más compleja”, subraya Lagarón.

La empresa y el centro del CSIC utilizarán y fabricarán la mascarilla quirúrgica-higiénica antimicrobiana para darles más seguridad a los más pequeños. “Las quirúrgicas permiten respirar, pero están un poco más abiertas. Como los niños las tocan mucho el hecho de que incluya el agente antimicrobiano puede ser interesante”.

El producto probablemente esté preparado a lo largo de septiembre para niños de entre 6 y 10 años. “La certificación iría muy rápido porque al tener ya certificada la quirúrgica en tamaño más grande. Llegaría así antes al mercado”, dice el director del proyecto.

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