“Si necesitas algo dentro, ella es una de los nuestros”. Esta frase, interceptada por la Policía italiana a Stefano Tripodi, uno de los jefes de la Ndrángheta, sirvió para encarcelar a Ana Donelli, una de las voluntarias en prisiones de Milán y Brescia, y que ejercía de enlace entre los presos y los capos de la mafia calabresa. Una detención que tuvo lugar en un convento de Brescia. Porque Donelli, o como se la conoce en ámbitos carcelarios, ‘sor Collina’, porque ejercía de árbitro en las pachangas entre los presos, es una monja católica. Al menos de momento.
‘Sor Collina’ de 57 años, fue detenida hace unas semanas por la Gendarmería italiana, junto a otras 24 personas, dentro de una operación de blanqueo de capitales, tráfico de drogas y extorsión. La monja, famosa por su trabajo en prisiones, ejercía de enlace, según los agentes, entre los líderes de la mafia y sus sicarios encarcelados. Una especie de árbitro entre unos y otros, de ahí su sobrenombre, en referencia al famoso colegiado italiano Pierluigi Collina. La religiosa, además de mediar y solucionar enfrentamientos entre unos y otros supuestos miembros de la familia, ejercía de árbtitro en sentido literal: durante su voluntariado, la monja pitaba en los partidos de fútbol en la prisión, según ha trascendido tras su detención.
Querida por todos
La hermana Anna era conocida y admirada por todos. Este mismo año, recibía el premio ‘Panettonne D’Oro’ por su trabajo social de más de 15 años con los reclusos. “Los visito con frecuencia, dentro y fuera de la prisión. Necesitan confianza, pero también coraje”, aseguraba en varias entrevistas la religiosa desde el convento en que fue detenida a mediados de diciembre. No era solo apoyo moral lo que ofrecía a los presos, sino también su capacidad de “infiltrarse en las estructuras penitenciarias y transmitir mensajes a los reclusos”, según confirmó la Policía italiana. ‘Sor Collina’ aprovechaba “su posición espiritual” para entrar con total libertad en las cárceles.
En rueda de prensa tras la operación, el fiscal Francesco Prete declaró que Donelli había actuado como intermediaria en prisión para los miembros del clan Tripodi. “Llevaba órdenes, directrices y ayuda moral y material a los asociados, recibiendo a su vez de los presos información útil para planificar mejor las estrategias delictivas”, subraya la investigación
Un enlace silencioso, que entre oraciones, rosarios y obras de caridad, transmitía información e instrucciones que servían, según la investigación, para operaciones de tráfico de drogas y blanqueo de capitales. De hecho, la investigación ha descubierto una trama de empresas y facturas falsas por un importe superior a los 12 millones de euros.
Pese a todo, entre sus vecinos, pocos son quienes creen en la culpabilidad de la hermana Anna. “Es una santa, siempre se ocupa de los demás”, afirmaban algunos a la RAI, la radiotelevisón pública italiana. La Iglesia italiana no se ha pronunciado al respecto, aunque algunas fuentes apuntan a la posibilidad de que la religiosa hubiera estado chantajeada. De momento, a ‘Sor Collina’ le han sacado tarjeta roja. Por la gracia de Dios.
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