Existe una diminuta isla del atlántico que durante los últimos años ha llamado la atención del mundo. Los habitantes de esta isla se han planteado un reto tecnológico y social con el que pretenden demostrar que las energías renovables son una solución energética viable para millones de personas que viven en zonas aisladas de todo el mundo. Es la isla canaria de El Hierro, y su proyecto, que va más allá de su famosa central hidroeólica, pretende convertirse referente mundial de sostenibilidad.
Gran parte de este proyecto de isla sostenible, que se inició en 1997, gira en torno a Gorona del Viento, la central hidroeólica que pertenece al Cabildo de El Hierro, en colaboración con el Gobierno de Canarias y la compañía eléctrica Endesa.
Esta central funciona combinando la electricidad que generan sus molinos, con la que se produce gracias a un salto de agua artificial entre dos embalses. Cuando el viento se detiene, la electricidad es generada mediante la caída de agua y cuando hay exceso de viento, la electricidad sobrante se utiliza para volver a llevar el agua del embalse inferior al superior.
Un nuevo récord
Sin duda, esta central supone un reto tecnológico importante, pero desde que comenzó a funcionar en junio de 2014, ha ido ofreciendo señales de que el sueño de una isla más limpia es posible. El pasado año logró abastecer por primera vez la totalidad de la demanda eléctrica de la isla con fuentes renovables, tan solo un mes después de cumplir su primer mes de explotación comercial. Apenas fueron un par de horas, pero fue el primer paso hacia la independencia energética que persiguen los isleños.
A partir de ahí se han ido sucediendo pequeños avances, hasta que esta misma semana la central suministró el 100% de la energía eléctrica de la isla durante más de dos días. Gracias al viento, los motores diésel se mantuvieron parados desde las 23:29 horas del pasado domingo, hasta las 6:52 horas del miércoles, ahorrando 83 toneladas de combustible y evitando la emisión a la atmósfera de más de 240 toneladas de CO durante este periodo.
Aún así, la contribución de la central hidroeólica sigue lejos de los ambiciosos objetivos que se plantearon en un inicio. En lo que va de año ha suministrado el 54% de la energía eléctrica de la isla, lejos del 75% que los técnicos consideran que podría cubrir. Pese a todo, desde la isla defienden el proyecto y aseguran que desde comenzó a operar, el ahorro de combustible ha sobrepasado las 4.500 toneladas, lo que ha evitado la emisión a la atmósfera de 13.000 toneladas de dióxido de carbono.
En busca de la “movilidad sostenible”
Pero el sueño de una isla sostenible y limpia no es reciente, ni termina con la central. La idea comenzó a gestarse hace más de 25 años gracias a un proyecto que muchos ignoraron y que algunos consideraron disparatado. En aquel entonces la idea giraba en torno a la central hidroeólica, pero a día de hoy también incluye políticas de reducción de residuos y reciclaje, de elaboración de productos ecológicos, de desarrollo de un sector turístico respetuoso con el medio y de un plan de movilidad sostenible.
El objetivo del proyecto de movilidad sostenible es que el parque móvil de la isla se vaya sustituyendo por vehículos eléctricos. Coches limpios recargados con energías limpias. Para ello, el pasado viernes se anunció la implantación de 7 puntos de recarga para vehículos eléctricos, que se suman a los tres que ya existían.
La idea es aprovechar el excedente de energía eólica que se da en la isla durante la noche, cuando la demanda de electricidad es menor, y que tiene en la movilidad sostenible una alternativa de aprovechamiento.
Ejemplo para otras islas
El proyecto desarrollado en la isla del meridiano es singular. Tanto, que no es posible exportarlo a otras islas mayores. Al menos, no de la misma forma. Sin embargo, El Hierro se ha convertido en referencia para muchas zonas aisladas del planeta que buscan independencia energética de una forma sostenible.
Desde 2008, los apenas 100 residentes de la isla escocesa de Eigg han hecho un esfuerzo conjunto para reducir el uso de combustibles fósiles e invertir en recursos sostenibles, utilizando energía hidráulica, eólica y solar. También la isla de Samso, en Dinamarca, intenta generar la mayor parte de la electricidad que consumen sus 4.000 habitantes a partir de fuentes renovables y pretende ser libre de combustibles fósiles para el año 2030.
Sin duda, El Hierro se ha convertido en centro de atención durante los últimos años, y aunque la construcción de la central, cuyo precio rondó los 80 millones de euros, no se ha librado de críticas, pocos dudan de que el objetivo de ser limpios y autosuficientes, aunque lejano, es más que loable. Al fin y al cabo, controlar su suministro eléctrico, es controlar su propio destino. Y hacerlo de forma limpia y sostenible, es la única manera de garantizar un futuro.