La sensación de bienestar al correr o al terminar un entrenamiento de resistencia es algo bien conocido por muchos corredores. Ese pequeño subidón se ha asociado tradicionalmente a la liberación de endorfinas, que son neurotransmisores opioides relacionados con la modulación del placer. Sin embargo, según un nuevo estudio publicado en la revista Cell Metabolism, este fenómeno, conocido como “euforia del corredor”, también está relacionado con la leptina, una hormona que regula el apetito.
La leptina es una hormona secretada por el tejido adiposo que ayuda a controlar la sensación de saciedad y regular el balance energético. Cuando el cuerpo ha acumulado suficiente grasa se libera esta hormona en el flujo sanguíneo, lo que constituye una señal que informa al cerebro de que debe reducir el nivel de apetito. Sin embargo, los autores del estudio han observado que la leptina, “además de su efecto sobre la regulación del peso corporal, también influye en la actividad física, inhibiendo las ganas de correr a través de las neuronas de dopamina”, explica a eldiario.es la principal autora del estudio, la doctora Maria Fernada Fernandes, de la Universidad de Guelph (Canadá).
Correr para conseguir comida
Los investigadores consideran que las señales hormonales que regulan la alimentación y el ejercicio físico están estrechamente relacionadas y que los mamíferos, especialmente los humanos, han desarrollado un sistema hormonal que fomenta las carreras de resistencia como un mecanismo para maximizar las posibilidades de encontrar comida. Este estudio sugiere que es la leptina la encargada de realizar esta función. “Hemos evolucionado para aumentar el rendimiento de las actividades que resultan eficaces para conseguir alimentos y la leptina es la encargada de enviar el mensaje al cerebro de que cuando la comida escasea, es divertido correr para conseguirlo”, explica Fernandes.
Para entender cómo influye la leptina en las ganas de correr, la doctora Fernandes y sus colegas trabajaron con ratones que pueden correr voluntariamente hasta siete kilómetros al día en una rueda. Además de disponer de ratones normales, también contaron con ratones modificados genéticamente para impedir la neurotransmisión de la leptina. Los resultados mostraron que los ratones transgénicos corrían más tiempo, mientras que los ratones normales eran menos activos “debido a que la leptina indicaba que las reservas de energía en el cuerpo eran suficientes y que, por tanto, no había necesidad de correr para ir en busca de comida”, explica Fernandes.
Pero ¿son los resultados en ratones extrapolables a humanos? Según Fernandes, siempre hay que ser “cuidadosos” a la hora de sacar conclusiones sobres estudios realizados con ratones. Sin embargo, la investigadora recuerda que hay estudios anteriores que muestran que los niveles de leptina están correlacionados con los tiempos de una maratón, de forma que “mientras más bajos son los niveles de leptina, mejor es el rendimiento”.
Existen diversas teorías sobre cómo se produce el efecto de euforia del corredor. Diversos experimentos han demostrado sin lugar a dudas que este efecto existe, pero aún no queda claro cuál es su origen. La mayor parte de los científicos considera que este efecto se puede deber a un cúmulo de factores, tanto psicológicos, como fisiológicos. Este último estudio sugiere que la leptina está involucrada en los efectos gratificantes que experimentamos al hacer ejercicio físico. “Creemos que para los seres humanos, los niveles bajos de leptina aumentan la motivación para hacer ejercicio y alcanzar así la euforia del corredor”, concluye Fernades.