El español que lidera la tecnología contra el fuego: “Cada mañana iniciamos 500 millones de incendios en EEUU”

En agosto de 2018, un tsunami de fuego pasó por encima de la pequeña localidad de Paradise, en California, y se extendió de edificio en edificio acabando con la vida de 85 personas. La violencia del incendio, iniciado por una chispa en el tendido eléctrico, llevó a las autoridades a replantearse sus estrategias y a buscar nuevas propuestas tecnológicas. Fue entonces cuando Technosylva, la empresa del ingeniero de montes Joaquín Ramírez, que llevaba años trabajando en el modelado de incendios desde la Universidad de León, presentó su tecnología al Departamento Forestal y Protección contra Incendios de California (CAL FIRE) y consiguió un contrato, imponiéndose a competidores como Google y Microsoft.  

Pocos meses después de la firma, a finales de agosto de 2020, las autoridades forestales ya estaban usando sus aplicaciones sobre el terreno, afrontando una de las peores campañas de incendios en California, cuando se produjo un cambio brusco de las condiciones meteorológicas. “Nosotros predijimos con cuatro días de antelación que los niveles de riesgo se disparaban”, recuerda Ramírez, que aquellos días se había desplazado hasta el puesto de mando en Ukiah, desde donde se controlaban las operaciones. “El incendio llevaba 20 días activo y de pronto entró un viento que barrió todo el oeste americano”, asegura. “Fue como si tienes un millón de hogueras y te viene un huracán”. En pocas horas, los más de treinta focos se juntaron y dieron lugar al mayor incendio forestal de la historia de California.

Cuando los incendios adquieren estas dimensiones, como está pasando este verano en algunos puntos del Mediterráneo, los efectivos sobre el terreno no tienen mucho que hacer, deben esperar a que pase la tormenta y poner a salvo a la población. “Se registraron velocidades de avance récord”, subraya Ramírez. “En algunas zonas el fuego avanzó hasta 55 kilómetros en diez horas”. El trabajo realizado en aquella campaña para optimizar los recursos contra el fuego llevó al gobernador de California, Gavin Newsom, a presumir de la tecnología puntera de la empresa española y a reforzar su alianza. Ese mismo año, el New York Times otorgó a la empresa uno de sus Good Tech Awards (premios a la ‘Buena Tecnología’), por haber ayudado a “predecir la trayectoria de los incendios forestales” y haber ahorrado un tiempo valioso a los bomberos y autoridades en California. 

“Somos los líderes en tecnología de incendios allí”, reivindica Ramírez, quien desde entonces ha empezado a trabajar con varias compañías eléctricas y otros muchos estados, desde Florida a Oklahoma, además de otros países. En los últimos dos años, Technosylva ha ampliado su plantilla hasta un centenar de personas, de los cuales unos 25 están en San Diego (EEUU) y el resto se mantiene en su mayor parte en León (una de las condiciones para permitir la entrada como socio mayoritario del fondo de inversión estadounidense TA Associates en diciembre de 2021).

Anticiparse al “enemigo”

En los últimos años se han desarrollado muchas tecnologías de modelado predictivo de incendios, pero lo que hace diferente a la herramienta de Technosylva es que integra todo en interfaces sencillas con un amplio despliegue gráfico. Y sobre todo, sostiene Joaquín Ramírez, que elabora un mapa de riesgos previo, basado en millones de simulaciones, integrando la inteligencia artificial y los sistemas de aprendizaje profundo (deep learning). Este modelo incorpora 30 años de datos meteorológicos, junto con información del estado de la vegetación, la humedad, orografía, temperaturas y velocidades locales de viento, lo que permite conocer qué riesgo tendría un incendio en cada punto particular y detectar cuáles son las zonas en las que se podría desatar un superincendio y a qué velocidad avanzaría. 

“Cada mañana, en cuanto recibimos el modelo de predicción, arrancamos un incendio virtual en cada kilómetro de todo el oeste americano”, explica Ramírez. “En cuanto me levanto, pego fuego a América”, bromea. “Ponemos en marcha 500 millones de incendios en Estados Unidos; a las 7:00 de la mañana, a las 10:00, a las 13:00…, en intervalos de tres horas que simulan las condiciones de los siguientes siete días”. Las predicciones se proyectan sobre una malla de celdillas hexagonales que permiten distribuir los datos en puntos equidistantes sobre el plano. El sistema no solo predice en qué lugares conviene concentrar efectivos o tomar acciones preventivas, sino que, si ocurre el incendio, ya ha adelantado parte del trabajo.

Si hay un foco, ya tengo información sobre cuántas hectáreas van a arder, cuántas personas se pueden ver afectadas y cuántos edificios

“Si hay un foco en uno de los puntos”, explica el también presidente de la Asociación Internacional de Incendios Forestales (IAWF), “ya tengo una primera información sobre cuántas hectáreas van a arder, cuántas personas se pueden ver afectadas y cuántos edificios”. Una vez declarado el incendio, los efectivos locales actualizan la herramienta con datos en tiempo real y saben qué zonas hay que evacuar primero o en qué momento habrá una oportunidad de atacar el fuego y por qué flancos. “Los incendios son como la guerra, necesitas ver el mapa de operaciones”, apunta Ramírez. “Pero aquí tenemos un enemigo muy dinámico, que se mueve por la interacción de factores muy complejos”.

Tecnología puesta a prueba

¿Cómo de fiables son estas predicciones sobre los incendios hechas por la plataforma tecnológica? En un trabajo publicado a principios de julio en la revista International Journal of Wildland Fire, investigadores de Tecnhnosylva, CAL FIRE y del Servicio Forestal de EEUU han comparado las predicciones automáticas realizadas por este sistema con las mediciones reales del programa de seguimiento por satélite FireGuard. “Lo que hemos hecho es comparar nuestras simulaciones con la propagación real de casi 2.000 incendios en California”, explica el analista y profesor de la Universitat de Lleida Adrián Cardil, primer autor del estudio y colaborador de Technosylva. El análisis — que se centra en los datos de la aplicación sin la corrección de los especialistas — ofrece resultados con un error inferior al 35%, el estándar aceptado en el sector para este tipo de soluciones. “Nuestro estudio valida que la simulación de incendios forestales es útil para la predicción del riesgo a escala diaria y analizar el ataque inicial de cualquier fuego”, sostiene.

El conocimiento debajo de estos sistemas no es nuevo, lleva estando disponible desde hace mucho tiempo

Pero no todos los especialistas son tan entusiastas de estas nuevas herramientas tecnológicas. Es el caso de Andrew Sullivan, líder del equipo de comportamiento y riesgos de incendios forestales de la agencia de investigación australiana CSIRO. “El conocimiento debajo de estos sistemas no es nuevo, lleva estando disponible desde hace mucho tiempo”, argumenta a elDiario.es. “Lo que han hecho en Technosylva es tomar el modelo de combustibles Rothermel y colocarlo en una bonita interfaz, pero esto empezó a desarrollarse en los 70”. Sullivan recuerda que en Australia se utiliza un sistema similar, llamado Spark, que ha sido útil para evacuar zonas y avisar a la población, pero en general cree que no es muy diferente de las viejas reglas de cartón con las que los bomberos calculaban las variables del fuego. “El problema es que esperas que sea más preciso solo porque es un ordenador, pero no es necesariamente así”, asegura.

Cardil se defiende de las críticas recordando que su estudio introduce un factor de corrección sobre las velocidades de combustión de los árboles de los modelos antiguos, que predecían velocidades de propagación mucho más lentas. Sobre la comparación con las viejas herramientas de los bomberos, se muestra contundente. “La diferencia entre hacer la estrategia y la táctica con un papel y un boli, a poder tener un sistema que te integra todos los datos que necesitas para la toma de decisiones, es enorme”, asegura. “Aquí tienes integrada la propagación en tiempo real desde el satélite, cámaras en el paisaje para ver por dónde va el fuego o los medios geoposicionados en el mapa”, enumera. “Todo esto te ahorra un tiempo que normalmente no tienes en una situación de caos; la ventaja para una persona que está al mando de esa emergencia es mayúscula”.

La realidad que tenemos y la que viene 

Paradójicamente, aunque algunos de los mayores expertos en el comportamiento de incendios han salido de España, en nuestro país la implementación de estas nuevas tecnologías sigue siendo muy lenta. “Se habla mucho de inteligencia artificial, pero aquí de momento tenemos ”inteligencia natural“, porque quienes analizan los datos de fuego sobre el terreno son personas”, ironiza José Bolumar, jefe de unidad en el servicio de bomberos forestales de la Generalitat Valenciana. “Es verdad que estamos viendo el desarrollo de la IA y nosotros en la profesión auguramos que en muy pocos años este trabajo va a ser otra cosa, pero a día de hoy no, aún es cosa de la mente humana”. 

Se habla mucho de inteligencia artificial, pero aquí de momento tenemos ”inteligencia natural“, porque son personas

Bolumar cree que los simuladores leen muy bien la topografía, la meteorología, la dirección y velocidad del viento, así como la disponibilidad de vegetación seca que alimente el incendio, pero observa que donde más fallan es en los comportamientos sorpresivos del fuego. “El fuego no siempre es lineal, a veces avanza a saltos, va escupiendo pavesas por delante que generan otros incendios, que generan otras nuevas carreras y empieza a haber un caos que es muy difícil de simular”. Este es el punto pendiente en el que están trabajando colaboradores de Tecnhnosylva como Raúl Quílez, con décadas de experiencia en la lucha en primera línea contra el fuego. “Estamos intentando simular los comportamientos más impredecibles de los incendios forestales más extremos, donde la inestabilidad y la piroconvección tienen una dinámica propia y van a ser más frecuentes en el escenario de cambio climático”, advierte. 

Quílez está trabajando en la implantación del sistema de predicción de la empresa en lugares como Gran Canaria, Andalucía o Murcia, aunque con versiones más modestas de la aplicación. Su intención es evitar situaciones como la que se vivió en Bejís en agosto de 2022, cuando las llamas de un incendio avanzaron más rápido de lo previsto y cercaron a los viajeros de un tren. “Estamos articulando soluciones a la carta, incluyendo infraestructuras como carreteras y vías férreas, para que el mismo sistema te esté alertando de que tienes que actuar ahí y que el volumen de la emergencia no te impida tomar decisiones”, señala.

Incendios “inapagables”

“Estamos llegando a un punto en el que la capacidad de extinción no se puede mejorar más porque existen unos límites físicos, tiras el agua y no se apaga”, asegura Víctor Resco de Dios, profesor de incendios forestales y cambio global de Universitat de Lleida. “Cuando tienes un pirocúmulo en el incendio, ¿qué puedes hacer? Situaciones como la del tren envuelto en llamas en Castellón el verano pasado van a suponer nuevos retos para los que no estábamos preparados”. En este sentido, coincide con Sullivan en que las condiciones extremas requerirán sobre todo trabajo preventivo. “Las soluciones tienen más que ver con la prevención que con los medios de respuesta”, afirma el australiano. “Estas herramientas tecnológicas pueden ser útiles sobre todo para cuantificar los riesgos a escala local y tratar de disminuirlo antes de que estalle el fuego”. Y estas soluciones pasan también por quemas preventivas, como ya se está haciendo en Australia, para reducir la cantidad de combustible que se acumula en el paisaje.

Antes, una franja de 50 metros servía de barrera, pero el año pasado vimos fuegos que saltaban hasta 300 metros

“Estamos preparándonos para la sexta generación, en los que arden varios incendios simultáneamente, con pirocúmulos que se desploman sobre el bosque y generan corrientes muy calientes, incendios de magnitudes nunca vistas”, confirma Adriá Puig , subinspector de los bomberos de la Generalitat de Cataluña. Aunque sus equipos llevan a cabo quemas prescritas, los nuevos fuegos obligarán a actualizar todos los sistemas. “Antes, una franja de 50 metros servía de barrera, pero el año pasado vimos fuegos que saltaban hasta 300 metros”, apunta. “A lo mejor ya no vale lo mismo de antes y hay que repensar las estrategias”.

“En general hay consenso en que estos comportamientos de incendios extremos no los vamos a combatir con la tecnología, sino con la prevención, preparando el territorio agroforestal”, señala Miriam Piqué. Esta investigadora en el Centro Tecnológico Forestal de Cataluña (CTFC) lidera una de las ramas del proyecto FIRE-RES, financiado por los fondos del Horizonte 2020, para comprender mejor las causas de los megaincendios y aprender a combatirlos en Europa. “Muchas de las actuales soluciones tecnológicas no están pensadas para estos escenarios, que se escapan incluso a nuestra capacidad de simulación”, recalca. “Estamos usando imágenes de radar, satélite y sondas atmosféricas para entender los incendios extremos y poder incorporar ese conocimiento en las simulaciones y que nos ayuden a tomar decisiones, pero no vamos a poder evitarlos si no trabajamos desde la gestión del territorio”.

“Todo pasa por cómo tenemos los bosques, muy conectados y con cargas de combustibles muy elevadas y muy secas por el cambio climático; esa combinación es la que nos está dando estos megaincendios”, sostiene Resco de Dios. El propio Joaquín Ramírez ha sido testigo de esta evolución en su experiencia con el ataque a los incendios en Estados Unidos. “Recuerdo que cuando llegué, los incendios más grandes se habían producido en San Diego en 2006 y 2007. Ahora aquellos incendios están en el top 20”, relata. “Al final”, concluye Cardil, “el objetivo de esta tecnología es disminuir el riesgo de quienes están trabajando en medio del monte y para las poblaciones”. Y poner todos los medios para que catástrofes como la del incendio de Paradise, y sus más de 80 muertos, no se repitan cada poco tiempo.

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