Una cuenta de Twitter negacionista de la COVID se volvió viral este fin de semana por publicar una foto con la que ponía en duda el funcionamiento de los test de antígenos. “Super tecnología de plástico para indigentes mentales”, escribió junto a la imagen, en la que se ve la carcasa de plástico abierta junto a la tira reactiva que marca el resultado del test.
Los usuarios de la red social no tardaron en contestar a la publicación, la mayoría criticándola. Pero, ¿cómo funcionan este tipo de pruebas que parecen tan simples?
“Se trata de un test que actúa por inmunocromatografía”, explica Rosalía Gozalo, farmacéutica y vocal de Dermofarma, que ve absurdo el debate. “Es como decir que lo que hay dentro del televisor no sirve para nada, pero dentro de esa carcasa está toda la última tecnología para que podamos ver bien las películas. Pues es lo mismo, es decir, la carcasa que protege todo el dispositivo”.
Cada pack individual contiene un casete, un tubo del tampón de extracción y un hisopo desechable. Como explica el Hospital Clínic Barcelona, se introduce este último por las fosas nasales o se recoge una muestra de saliva –depende del test–, la muestra se aplica en el dispositivo, que se absorbe por acción capilar, y se mezcla con un conjugado que fluye a través de una membrana revestida. Un conjugado es una mezcla de sustancias que contiene anticuerpos específicos para las proteínas de superficie del virus SARS-CoV-2.
Si el resultado es positivo se observa una banda de color, esto significa que los anticuerpos se han unido a las proteínas del SARS-CoV-2 presentes en la muestra. Si no aparece banda de color en la línea de prueba, se considera como resultado negativo, pero no se descarta totalmente la infección.
Estas pruebas de antígenos utilizan el método de tiras reactivas rápidas, que es lo que se puede ver dentro de la carcasa en la foto publicada. Se trata del mismo método que se usa en las pruebas de embarazo y que permite obtener el resultado en pocos minutos para empezar a aplicar rápidamente las medidas necesarias, aunque tienen menos sensibilidad que otras pruebas, como las PCR.
Sentido común
“Mi filosofía con esto es que la discusión y la convicción se puede hacer con gente que tiene un código común, pero no con alguien que niega el hecho científico”, explica un microbiólogo y representante del Colegio de Médicos de Madrid, harto del negacionismo. “El que no crea en los test de antígenos, que no se los haga y que siga pensando que las estadísticas son mentira y un complot, pero que no nos perjudique a los demás”, critica. Este tipo de test, asevera, se “utiliza para muchas cosas” y “funciona muy bien dentro de sus limitaciones”. Como ejemplo pone el ínfimo porcentaje de falsos positivos que hay, “que no llega al 1%”.
A pesar de eso, evita compararlo con una PCR, ya que sí puede haber falsos negativos: “Muchas PCR se hacen cuando la enfermedad está más evolucionada, cuando hay menos carga viral o cuando no hay antígenos en las secreciones, por eso puede dar negativo en el test de antígenos y positivo en el de la PCR, pero un antígeno positivo siempre suele ser una PCR positiva”.
“El test funciona, tiene buena especificidad, aunque menor sensibilidad. Por eso funciona los días más agudos y con más carga viral”, explica este experto, que prefiere no aparecer con su nombre para evitar el acoso en las redes sociales. “Es un test práctico porque, de alguna forma, refleja el riesgo viral de transmisión y además es barato y fácil de ejecutar. No hay mucho más”, añade. “¿Cuántos test ha estudiado quien difunde estos bulos? ¿Qué saben de bioquímica?”, se pregunta, incidiendo en que es mejor “no darle bolilla a la tontería de quienes creen que es un complot judeomasónico”. No cree que sea un debate científico: “Es una situación de ignorancia, desigualdad y falta de crédito en el resultado común”.