El 23 de febrero de 1987 los astrofísicos de todo el mundo recibieron una especie de regalo del cosmos: una supernova brillaba en el cielo nocturno, la primera en 400 años después de la que avistó Johannes Kepler en 1604. A esta explosión estelar situada en la Gran Nube de Magallanes se le asignó el nombre de SN 1987A y se convirtió en la supernova más estudiada de la historia. Pero, debido a la presencia de densas nubes de polvo estelar, no se encontraba la estrella de neutrones que los astrofísicos esperaban encontrar como remanente y no se podía descartar la posibilidad de que hubiera colapsado para generar un agujero negro.
Ahora, un equipo de astrónomos liderado por Claes Fransson, de la Universidad de Estocolmo (Suecia), ha hallado la primera evidencia concluyente de la existencia de esta estrella de neutrones en el remanente de la Supernova 1987A, gracias a los instrumentos del Telescopio Espacial James Webb (JWST).
Los resultados, que se publican este jueves en la revista Science, se basan en la observación de una serie de emisiones en longitudes de onda infrarrojas captadas por el JWST y que, a través de espectroscopia, permiten examinar la composición y los movimientos del gas.
En concreto, los autores han encontrado líneas de emisión de gas argón y azufre altamente ionizados ubicadas cerca de donde explotó la estrella, algo que sólo pueden explicarse si existe una fuente brillante de radiación ultravioleta y de rayos X procedente de una estrella de neutrones, ya sea directa o indirectamente. Si se tratara de un agujero negro —aclaran los autores del estudio— no produciría este tipo de líneas observadas en el espectro.
El fin de un misterio
“Ahora sabemos que existe una fuente compacta de radiación ionizante, probablemente proveniente de una estrella de neutrones”, asegura Fransson en una nota de prensa. “Hemos estado buscando esto desde el momento de la explosión, pero tuvimos que esperar a que JWST pudiera verificar las predicciones”. “El misterio sobre si una estrella de neutrones se esconde en el polvo ha durado más de 30 años y es emocionante que lo hayamos resuelto”, añade Mike Barlow, astrofísico y coautor del artículo.
El misterio sobre si una estrella de neutrones se esconde en el polvo ha durado más de 30 años y es emocionante que lo hayamos resuelto
Para el astrofísico español Miguel Santander, que no ha participado en el estudio, este resultado “concluye casi cuatro décadas de intensa búsqueda de la estrella de neutrones que esperábamos en el centro del remanente de supernova (algo de lo que ya había pistas pero ninguna observación directa), y muestra una vez más el enorme potencial de JWST para estudiar el universo”.
Los diversos estudios previos, recuerda Jonay González, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), habían permitido concluir que el remanente de la explosión de supernova es una estrella de neutrones. “Pero en este nuevo artículo, el telescopio James Webb proporciona una mejora sin precedentes en las imágenes con mucha más resolución tanta especial como espectral”, asegura. “El estudio supone un paso más para la confirmación del origen de esta supernova”.
Las supernovas son el espectacular resultado final del colapso de estrellas con una masa entre 8 y 10 veces la del Sol. Son las principales fuentes de elementos químicos (como carbono, oxígeno, silicio y hierro) que hacen posible la vida. El núcleo colapsado de estas estrellas en explosión puede dar como resultado estrellas de neutrones mucho más pequeñas, compuestas de la materia más densa del universo conocido, o agujeros negros. No hay ningún otro objeto como la estrella de neutrones de la Supernova 1987A tan cerca de nosotros y que se haya formado tan recientemente. Debido a que el material que la rodea se está expandiendo, veremos más a medida que pase el tiempo, apuntan los investigadores.