INVESTIGACIÓN

El grupo de las terapias homófobas de Alcalá de Henares cuenta con psiquiatras afines que medican a personas que acuden a sus cursos

Es Posible la Esperanza (EPE), la organización dirigida por el sacerdote Santiago Olmeda para 'curar' la homosexualidad y a la que está vinculada la pseudoterapeuta Belén Vendrell que opera en el Obispado de Alcalá de Henares, cuenta con, al menos, dos psiquiatras afines que recetan medicamentos a algunas de las personas que acuden a sus cursos.

Varios afectados han contado a eldiario.es que, si a lo largo de estas sesiones en las que se abordaba su homosexualidad, aparecían circunstancias especiales, como deseos sexuales por otros varones, surgía la idea de las consultas con un médico. Uno de los psiquiatras aparecía, además, referenciado en la web del colectivo. También han relatado que los fármacos actuaban para mantener a raya sus impulsos sexuales.

Los personas con las que ha contactado eldiario.es describen dos fórmulas diferentes: consultas cara a cara con facultativos o una asistencia telemática con correspondencia online o charlas vía Skype. También han identificado a un psiquiatra que responde a las siglas A. P. –con consulta en Madrid– y al médico A. P. T. –con sede en Málaga–. Este medio ha invitado a ambos en varias ocasiones a dar su versión, pero ninguno de los dos ha accedido. Nada responden sobre su relación con el grupo EPE o las personas que llegaron a sus consultas desde ese colectivo. Tampoco sobre los fármacos que pautaban.

Entre los compuestos que conformaban el cóctel de medicinas, las personas que han hablado con eldiario.es, recuerdan el Risperdal o la gabapentina, Fluoxetina, sertralina y lamotrigina.  

Fernando, un joven murciano de 25 años, que contó a eldiario.es las experiencias que vivió con Belén Vendrell como supuesta terapeuta, relata cómo le recomendaron visitar a A. P. en Madrid:  “Vine en dos ocasiones”, dice. Acudió a la consulta y luego recibió la medicación cuando era menor de edad, señala, con el consentimiento familiar. “Mis padres me cambiaron a un colegio solo de chicos. Cuando le dije a Belén que me sentía atraído por varios compañeros, les dijo a mis padres que debía tomar medicación”, asegura. eldiario.es ha tenido acceso a una comunicación escrita que confirma esta conversación.

Fernando recuerda de las visitas a Madrid en las que recogía recetas que “había mucha gente joven”. Asegura que los efectos de los medicamentos le destrozaron. “Era una medicación muy fuerte que me dejaba drogado todo el día. Estuve tomándola hasta que me empezaron a dar desmayos”. Muchas de estas medicinas tienen como posibles efectos secundarios la disminución del deseo sexual. “Sentía una frustración increíble. Quería sentirme excitado y quería eyacular pero era incapaz. Llegué a tragarme la vergüenza y contárselo a mis padres”, relata a eldiario.es. Los servicios de A. P. eran de pago: dos implicados coinciden en que las primeras consultas costaban unos 300 euros.

En el convento carmelita

Otro de las personas que ha pasado por este proceso, Sergio, detalla que topó con Es Posible la Esperanza a los 19 años. Cuando le contó a un sacerdote de su pueblo que le gustaban los chicos, este le derivó a la autodenominada “orientadora” Belén Vendrell. Vendrell, según el relato de Sergio, le puso en contacto con el grupo. “El objetivo por el que la gente va allí es que quiere dejar de ser gay”, repite. Y en esa página web conoció al doctor A.P.T. El psiquiatra le invitó a pasar un fin de semana en su casa de Málaga junto a otros chicos para hacer terapia de grupo, recuerda.

En esa sesión Sergio confesó tener problemas para evitar la masturbación. “Para mí era algo natural. Para controlarlo te mandaban algo y como nunca podía superarlo, A. me propuso tomar medicación”. El psiquiatra le recetó lamotrigina, un fármaco para tratar epilepsia, trastorno bipolar y ataques de pánico. eldiario.es ha tenido acceso a las recetas firmadas por el psiquiatra (con su número de colegiado) a nombre de este chico.

En un correo electrónico revisado por este medio, Sergio informa a A.P.T. de que “la medicación la compré al día siguiente en la farmacia sin problema”. El facultativo escribe: “Dame tu nombre y dos apellidos, año de nacimiento y DNI para enviarte por aquí mismo una nota médica que puedas imprimir. Unidos en la Eucaristía”. La dirección de correo electrónico utilizada por el psiquiatra es la misma que aparece en diversos artículos, de índole técnica, firmados por A.P.T. “En un intento de coger impulso con la terapia fue cuando acepté aquello. Tenía momentos de tristeza, pero no me sentía deprimido, vaya”, remata Sergio.

Distintos afectados repiten esa dinámica: una especie de derivación desde los encuentros con “orientadores” de EPE a este sanitario de Málaga. La atención vía telemática era combinada con alguna sesión presencial e indicación de medicamentos.

Así, otra persona que admite haber estado en el grupo Es Posible la Esperanza durante “unos dos años” relata a este medio haber asistido a los encuentros de EPE organizados por el padre Santiago en un convento carmelita de Cantabria. Cuenta que allí vio al psiquiatra madrileño A.P. al que identifica sin duda: “Estaba a cargo de la parte técnica y metodológica”. Sin embargo, A. P. no fue el médico que le orientó farmacológicamente.

Esta persona cuenta que mantuvo sesiones cara a cara “y por Skype” con el psiquiatra malagueño A.P.T. Con recetas privadas de este psiquiatra, dice, su médico de Atención Primaria le hacía el seguimiento para poder continuar comprando las medicinas indicadas por el médico relacionado con EPE. 

Gonzalo (nombre falso para no revelar su identidad), otro de los pacientes, recuerda que A.P.T.  le mandó tomar, también de forma telemática, Aremis –un antidepresivo– y que mientras lo tomaba sufrió impotencia sexual. A.P.T. le recetó además otros fármacos, en lo que define como “una ensalada de pastillas que hacía que no se te levantara”. El joven ha logrado salir de las terapias reversivas y mantiene en la actualidad una relación con un chico.