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Un tercio de los muertos en olas de calor en España tiene menos de 65 años

Un tercio de los muertos en olas de calor en España tiene menos de 65 años
Pamplona —

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Pamplona, 13 ene (EFE).- Una de cada tres personas fallecidas por olas de calor en España en el último cuarto de siglo tenía menos de 65 años, según revela un estudio elaborado por dos investigadoras navarras, que han observado no obstante una disminución en la cifra de muertes relacionadas con las altas temperaturas.

Las investigadoras del estudio sobre las tendencias de mortalidad por calor de los últimos 25 años en España son Laura Carlosena, profesora asociada del Departamento de Ingeniería de la Universidad Pública de Navarra y Alicia Carlosena, de la Facultad de Medicina y Salud de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sídney, Australia.

“FUERTES VÍNCULOS” ENTRE EL CALOR Y LA MORTALIDAD

Según sus conclusiones, existen “fuertes vínculos” entre el sobrecalentamiento urbano y la ocurrencia de olas de calor, por un lado, y el número de fallecimientos, por el otro, aunque se observa una disminución en las muertes por altas temperaturas.

De hecho, entre 1999 y 2018 se han contabilizado 791 decesos por este motivo (el 62 % de ellos en personas de más de 65 años), aunque el ritmo se ha ralentizado. El máximo se registró en 2003 con un total de 182 muertes y, desde entonces, oscilan entre los 60 y los 20.

“El origen del descenso puede deberse a la implantación de planes sanitarios de prevención del calor y a las características intrínsecas de las regiones. Sin embargo, la situación es muy heterogénea, debido a los diferentes climas, los gastos en los sistemas de salud y las morfologías urbanas”, explica Laura Carlosena.

Esta investigación se recoge en el capítulo titulado “The Trend of Heat-Related Mortality in Spain” (La tendencia de la mortalidad relacionada con el calor en España), recogido en el libro “Urban Overheating: Heat Mitigation and the Impact on Health” (Sobrecalentamiento urbano: mitigación del calor y el impacto en la salud).

La obra, editada por los investigadores Nasrin Aghamohammadi (Universidad de Malaya, en Malasia) y Mat Santamouris (Universidad de Nueva Gales del Sur), ha sido publicada por la editorial Springer.

ESPAÑA NO ES UNA EXCEPCIÓN

“La rápida urbanización, el aumento y el envejecimiento de la población, hechos combinados con el incremento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos, presentan graves desafíos mundiales para el futuro próximo”, asegura Laura Carlosena.

España, destaca, no es una excepción: “Se caracteriza por una de las esperanzas de vida más altas de Europa y una altísima densidad urbana en sus ciudades. Además, su clima diverso, que va desde las regiones áridas hasta las húmedas, cálidas y frías, se ve afectado por las olas de calor durante el verano”.

PERSONAS MÁS AFECTADAS POR EL CALOR

A juicio de las investigadoras, los aumentos de temperatura “requieren una adaptación fisiológica y pueden ser una carga para la salud”. Las personas que padecen obesidad o enfermedades respiratorias, cardiovasculares, diabetes o insuficiencia renal presentan mayores dificultades para adaptarse a los eventos de calor, indica Alicia Carlosena.

A ello se suma que el parque inmobiliario español presenta algunos problemas de sobrecalentamiento, ya que la mitad de sus edificios se construyó antes de 1980, señala Laura Carlosena. “La infraestructura verde mejora el clima urbano y el confort térmico. Sin embargo, la distribución de las zonas verdes en España es insuficiente”, añade.

Según las investigadoras, se necesitan más estudios con procedimientos estandarizados y cuantificar la efectividad de las estrategias ya implementadas para determinar la más adecuada para cada clima y condición de cada municipio.

Entre dichas estrategias, destacan el Plan Nacional de actuaciones preventivas de los efectos del calor puesto en marcha en España después de la ola de calor de 2003, y las soluciones planteadas en ciudades como Barcelona, Madrid o Sevilla, con fachadas verdes, zonas de sombra y cubiertas reflectantes de techo frío, entre otras, para reducir las ganancias solares por radiación en verano y evitar así el sobrecalentamiento en la ciudad.

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