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La Policía: “Torbe vejó y humilló a una de las testigos y la obligó a escenas con más de 30 hombres”

El empresario del porno Torbe en una imagen de la web torbe.es

Laura Cornejo

“En muchos casos, las mujeres [que desean realizar grabaciones porno] no son conscientes de la realidad a la que deben enfrentarse con esos vídeos (…) por las condiciones de humillación y degradación que suponen para las participantes”. Así de rotunda se muestra la Brigada Contra la Trata de Seres Humanos de la Policía Nacional en los informes que se acumulan en los cinco tomos del sumario de la Operación Universal, que acabó con la detención e ingreso en prisión de Ignacio Allende Fernández, ‘Torbe’, y de nueve colaboradores.

Las mujeres captadas por la red eran prostituidas en condiciones extremas. Un primer informe, en el que la Policía expone al juez los motivos para intervenir los teléfonos del empresario del porno y sus colaboradores, dice textualmente: “Torbe, sin ningún escrúpulo, y aprovechándose de diversas formas de la vulnerabilidad de las mujeres, las mantendría explotadas en el porno o ejerciendo la prostitución, haciendo valer sus buenas relaciones sociales para amedrentar a las mujeres, llegando incluso a extorsionarlas cuando éstas pretenden dejarle o denunciarle, momento en el que trata de comprar su silencio”.

Un juez de Madrid envió el pasado 28 de abril a Allende Fernández a prisión comunicada y sin fianza por abusos sexuales a menores, difusión de pornografía infantil y trata de seres humanos. Los investigadores se refieren en su informe al modus operandi del empresario del porno. Según han podido reconstruir, las mujeres eran captadas por una red de colaboradores y, una vez que ellas accedían a trabajar en el show erótico de webcams, Torbe las embaucaba para realizar una escena porno con él mismo. “Si la mujer se niega, utiliza las imágenes que las mujeres hayan enviado [para el casting] como amenaza, o las presiona por la situación económica que sufren, prometiéndole que el vídeo que graben no se verá en España”, recoge.

En la instrucción se cita el caso de la menor, la testigo protegida TP2, para llegar a la conclusión de que Torbe “podría llegar a drogarlas, para bien en la primera cita nublar la consciencia de su víctima como prevención por si algo pudiera salir fuera de sus planes, bien para doblegar fácilmente su voluntad”.

Una vez que las mujeres, extorsionadas, accedían a mantener relaciones sexuales con él, Torbe se hacía con otra herramienta para presionarlas. “El siguiente paso es explotarlas sexualmente, a las que cree que tienen potencial para ello. Todo ello con las constantes humillaciones y vejaciones, las agresiones físicas y sexuales a las que las mismas dicen haberse sentido sometidas por vergüenza, miedo o necesidad”.

La declaración de la testigo protegida TP3, que desencadenó la Operación Universal, incide precisamente en la “precaria situación y desestructurada vida familiar” que vivía la joven cuando fue captada. Su intención era trabajar desnudándose en una webcam, a solas en una habitación. Pero ya en la primera entrevista con Torbe, éste le propuso mantener relaciones a cambio de 600 euros, a lo que ella accedió porque “se encontraba sin domicilio, ni apoyo económico para sustentarse”. “Él le dijo que las escenas no se verían en España, sólo en el extranjero”, declaró la joven.

La Policía concede al testimonio de TP2 y TP3 “un alto grado de credibilidad”. La segunda de ellas, la Testigo Protegido número 3, es quien relata los presuntos abusos cometidos por dos futbolistas contra ella y otra chica. En su relato de la relación con Torbe explica que después de la primera vez que se acostó con el empresario y de que éste le prometiera que las imágenes solo se verían en el extranjero, se quedó a vivir en su casa porque no tenía donde ir. 

“Veinte mujeres hacinadas en un piso”

En su declaración, la joven explicó que “hasta una veintena de mujeres” trabajaban para Torbe en un piso de la calle Preciados. “En ocasiones estaban hasta 24 horas de continuo en condiciones infrahumanas y hacinadas”, recoge el informe.

En lo que a ella respecta, TP3 dice que Torbe “la vejó y la humilló y la obligó a realizar en Barcelona escenas porno con más de 30 hombres, relatando que no sólo se trataba de grabar escenas manteniendo relaciones sexuales, sino que en dichas escenas se sintió degradada como persona por aquellos hombres”.

La chica describe otro episodio que ocurrió en Barcelona. Torbe le dijo que tenía que acostarse con “un famoso actor-director de cine comercial” y que eso la permitiría salir en su próxima película. Según la joven, no solo la presionó Torbe, sino este personaje del que no se facilita la identidad. Ella se negó “en todo momento” a mantener relaciones con el cineasta, recoge el informe pol¡cial, basándose en sus declaraciones. 

Como en Madrid, Torbe regentaba en Barcelona un piso que se presentaba como salón de masajes y donde había chicas ejerciendo la prostitución. El presunto negocio del empresario era compartido en la Ciudad Condal con un productor de cine porno. 

El círculo de impunidad del detenido se cerraba cuando era denunciado y conseguía, con dinero, que las mujeres se retractaran. “Conoce a mucha gente importante”, declararon las chicas a la policía. 

Menores con documentación falsa

La misma mujer asegura en su declaración que en la productora de cine para adultos han trabajado menores de edad extranjeras a las que Torbe falsificaba la documentación. La chica explicó a la Policía que era de las que más se aprovechaba porque sabía que “no tenían dónde ir”.

Como en tantos testimonios recabados por los policías que liberan a las esclavas sexuales víctimas de mafias, la joven le dijo a los investigadores que no podía salir a la calle si no era acompañada por Torbe. El empresario las obligaba a no utilizar preservativos y ella contrajo varias enfermedades de transmisión sexual. Hasta que un día, la “agresión física y la violación” que sufrió grabando una escena porno dirigida por Torbe hizo que tomara la decisión de intentar la huida. 

La menor, Testigo Protegido 2, aportó otro dato que abrió una vía clave en la investigación. Un día escuchó a Torbe hablar comentar a alguien por teléfono que, “en breve, iban a venir chicas de Rusia, de 17 a 24”. En la operación policial fue detenido un ucraniano, presunto socio de Torbe, en compañía de los cinco guardaespaldas con los que se había desplazado a España. Se alojaban en el hotel de cinco estrellas Villamagna, en el Paseo de la Castellana. 

 

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