La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Shane Ortega, ex soldado transexual

“El veto de Trump a los transexuales en el Ejército podría extenderse a otras profesiones como médicos y profesores”

Shane Ortega abandonó las Fuerzas Armadas de Estados Unidos el año pasado. Tras 11 años sirviendo, primero en el Ejército y luego en la Armada, en 2015 se convirtió en el primer soldado norteamericano abiertamente transexual después de que el Washington Post publicase su historia.

Ahora retirado, es una de las voces que hablan más alto tras la decisión comunicada este verano por el presidente estadounidense, Donald Trump, de vetar a los transexuales en el servicio militar. “Creo que no afecta solo a los miembros del servicio militar, también a la sociedad americana”, explica desde California, en conversación telefónica con eldiario.es.

Tras decisiones contra el colectivo LGTBI, como la de revocar que los alumnos transexuales puedan elegir baño en el colegio en función del género con el que se identifican, Ortega teme que la prohibición anunciada por Trump se expanda a otros colectivos. “No me sorprendería. Se ha atrevido a cargar contra miembros de las Fuerzas Armadas, un trabajo que aquí está muy valorado. Esta decisión abre la puerta a que si no le gustan los profesores transexuales, les pueda quitar sus trabajos. Se puede extender a otras profesiones, doctores y enfermeras podrían ser los próximos”, reseña.

El presidente de Estados Unidos anunció este verano en Twitter esta polémica decisión. “Nuestras Fuerzas Armadas deben centrarse en la victoria decisiva y arrolladora, y no pueden ser lastradas con los enormes costes médicos y la perturbación que implicarían los transexuales”, argumentó Trump.

Contra ella cargaron colectivos LGTBI y entidades en defensa de los Derechos Humanos, han llegado a presentar una denuncia para evitar que este cambio legislativo que está estudiando actualmente el Pentágono sea una realidad el año que viene. Aunque las críticas también llegan de altos mandos de las Fuerzas Armadas.

En un comunicado ratificado por 56 generales se quejaban porque si definitivamente se aplicase esta normativa se “comprometería” tanto la integridad de las tropas transexuales, “ya que se les forzaría a vivir una mentira”, apuntan. Aunque también protestaban porque “se comprometería a sus compañeros” ya que deberían escoger “entre denunciar a sus camaradas o desobedecer” la legislación.

La decisión de Trump suponía una vez más, una oposición directa a una normativa del Gobierno de Obama que abrió “con efecto inmediato” las Fuerzas Armadas a los transexuales el año pasado. Esta regulación conllevaba que el reclutamiento de forma abierta a miembros de este colectivo iba a comenzar en julio del 2017, el Ejecutivo actual lo ha pospuesto a enero del 2018 a la espera de revisar la legislación de su antecesor. 

“No me ha sorprendido este anuncio de Trump. Creo que tiene un plan para cargar contra todo lo que hizo Obama, va a seguir yendo contra las minorías. ¿Qué va a pasar con los miembros LGB (lesbianas, gais y bisexuales)? ¿se van a tener que marchar también? Va contra las minorías”, apunta Ortega.

Este joven de 30 años comenzó el servicio militar con el género que le asignaron al nacer y realizó la transición de cambio de sexo mientras trabajaba en las Fuerzas Armadas.

Antes de tomar esta decisión se estudió la normativa, vio que el único obstáculo en el que se impedía a este colectivo formar parte del servicio militar era el proceso de admisión. Una vez dentro no existía una normativa que amparase su despido si comenzaba su transición. En los cuadros castrenses imperaba la política 'don´t ask, don´t tell'  (no preguntes, no cuentes).

Sin embargo, nunca le llegaron a reconocer el género con el que se identificaba. A pesar de esta situación, asegura que en el día a día con sus compañeros no fue víctima de transfobia. “Nunca sufrí una discriminación terrible hasta los dos últimos años en los que empecé con el papeleo, las cosas se complicaron cuando comencé con la documentación legal y política”, apunta.

En su etapa final comenzó una batalla administrativa porque el rechazo al género con el que se identificaba llegó a impedirle volar cuando trabajaba como piloto de helicópteros o no le facilitasen un uniforme masculino. Se terminó retirando por una baja médica.

Tras años alzando la voz peleando por la visibilidad de este colectivo, tanto dentro como fuera del Ejército, una vez que abandonó su puesto dedica todo su tiempo al activismo. Con el anuncio de Trump, su teléfono no para de sonar para atender tanto a prensa nacional e internacional como a soldados transexuales que tienen muchas dudas sobre su futuro.

Entre 1.300 y 6.600 transexuales afectados

Según un informe encargado por el Pentágono, el número de transexuales que sirven en las Fuerzas Armadas oscilaba en 2016 entre 1.300 y 6.600 dentro de un total de 1,3 millones de integrantes del cuerpo militar. Los miembros de este colectivo se sienten “traicionados” por el presidente de EEUU.  “Han dado todo por el país, su trabajo les quita mucho tiempo que podrían estar compartiendo con sus familias, se han sometido a la disciplina de las Fuerzas Armadas y ahora están desesperanzados”, relata. No saben en qué condiciones se va a producir el despido. “Pierden los beneficios educativos o sanitarios. Ellos y sus familias”.

Trump basó su veto en dos motivos, aludió a que los miembros transexuales “perturban” al Ejército y a que el presupuesto del Departamento de Defensa “no puede ser lastrado por los enormes costes médicos” de este colectivo. Ortega rechaza los dos argumentos. Por un lado, desmiente que estos miembros alteren el funcionamiento de las Fuerzas Armadas. “Tanto los superiores como la administración entiende el tránsito como un conflicto personal y no como un problema humano que afecta a la comunidad”, apunta.

Sobre el presupuesto sanitario, estima que para las arcas públicas el tratamiento médico de todo el colectivo militar supone cuatro millones de dólares al año. “El helicóptero con el que estuve volando costó 35 millones y seis el equipamiento. Las Fuerzas Armadas se gasta mucho dinero en cosas estúpidas”, continúa.

Esta decisión puede no solo repercutir en estos miembros, Ortega cree que también peligran los tratamientos de familiares de militares: “¿Qué va a pasar con la cobertura sanitaria de miembros que tienen un niño o una pareja transexuales? Si implementan la normativa también se quedan sin el tratamiento sanitario que necesitan”.