El presidente de EEUU, Donald Trump, ha firmado este martes dos órdenes ejecutivas para resucitar los polémicos proyectos de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access, con lo que cumple dos promesas de campaña pese a las críticas de grupos ecologistas. Los proyectos habían sido paralizados por Barack Obama por su riesgo ambiental
En una comparecencia en el Despacho Oval, Trump aseguró que la construcción de esos dos proyectos, planeados hace años pero paralizados por el Gobierno del demócrata Barack Obama, estará sujeta a “términos y condiciones” que su Gabinete va a “negociar” con las empresas encargadas de construirlos. “Esto va a generar muchos trabajos en el sector de la construcción”, garantizó el nuevo presidente estadounidense.
Transportán el petróleo que sale de las arenas bituminosas (tar sands en inglés), que producen combustibles más contaminantes. Emiten un 23% más gases de efecto invernadero al ser quemados que los que provienen de crudos convencionales. Además, los procesos para arrancarlo del subsuelo y convertir el lodo bituminoso en un material transportable conlleva graves riesgos medioambientales. Unas variables que llevaron al Gobierno de Estados Unidos a paralizarlos. Ahora Trump los resucita.
El oleoducto Keystone SL, de la canadiense TransCanada, fue vetado por Obama en 2015 y tenía como objetivo transportar unos 830.000 barriles diarios de petróleo crudo sintético y bituminoso diluido desde la provincia canadiense de Alberta a distintos lugares de EEUU, incluidas refinerías de Texas en el Golfo de México.
Por su parte, el Dakota Access, un proyecto de 3.800 millones de dólares, llevaría medio millón de barriles de petróleo desde los yacimientos bituminosos de Dakota del Norte a una infraestructura ya existente en Illinois.
Críticas de grupos ecologistas
Ambos proyectos afrontaron mucha resistencia de grupos ecologistas debido al poder contaminante del petróleo procedente de las arenas bituminosas. El segundo de ellos, además, había generado una fuerte protesta de la tribu indígena Standing Rock, para la que el oleoducto Dakota Access echará a perder tierras que consideran sagradas y contaminará las aguas del río Misuri, de las que depende su modo de vida.
Trump ha firmado además otra orden ejecutiva que establece que la tubería necesaria para construir esos oleoductos “debe estar fabricada en Estados Unidos, porque ahora muchas de las tuberías se fabrican en otros países”. “Vamos a construir nuestras propias tuberías, como solíamos hacer en otros tiempos”, sentenció el nuevo presidente.
La empresa responsable del proyecto Keystone XL, la canadiense Transcanada, ha expresado su interés en retomar la construcción del proyecto.
El Regulador de la Energía de Alberta (Canadá) ha admitido que, en 2014, 122 aves murieron solo por posarse en estas charcas. Las sociedades ornitológicas del país calculan que la mortalidad llega a miles de ejemplares. Tanto es así que en los alrededores de estas charcas tóxicas se disparan salvas regularmente para espantar a las bandadas.
Además, las arenas bituminosas ya acumulan un buen historial de escapes tóxicos. El más reciente en julio de 2015 en Alberta (Canadá). El oleoducto operado por la empresa Nexen Energy filtró seis millones de litros de una mezcla de “petróleo, aguas residuales y arena”, según confirmó la compañía. En esa provincia, en 2011 se vertieron otros 4,5 millones de esta combinación ultratóxica.
En 2013, Exxon fue responsable del vertido de 1,9 millones de litros de estos productos en Mayflower (Arkansas, EE UU). Dos años antes, Enbridge dejó escapar por su oleoducto cuatro millones de litros en Michigan. Se tuvieron que cerrar 58 kilómetros del río Kalamazoo.
Donald Trump es un convencido negacionista del cambio climático y entre sus primeras medidas al ser nombrado presidente ha borrado las referencias a medidas ecológicas o el calentamiento global de la web presidencial.