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El turismo se lleva mal con la memoria histórica

El Hostal San Marcos de León ha sido convento, hospital, prisión, museo y campo de concentración. Foto: Antramir. CC.

Elena Cabrera

Cuando el alemán Wilfried Stuckmann y su esposa recorrían el norte de España en un viaje de turismo, llegaron a León el 17 de abril. Habían reservado dos noches en el impresionante Parador Nacional. El primer día recorrieron la ciudad, observaron las procesiones de Semana Santa y tomaron una copa en la Plaza Mayor, todo iba bien. En la tarde del segundo día se quedaron, en sus propias palabras, “conmocionados”.

El Parador de León está ubicado en un edificio imponente, el convento de San Marcos, que comenzó a construirse en el siglo XVI. Detrás de su hermosa fachada plateresca y su balconada barroca se esconden salones, un claustro, la iglesia, estancias cerradas pertenecientes a la antigua ubicación del Museo de León y las instalaciones del Parador de Turismo, un hotel de cinco estrellas espectacular que es en sí mismo un viaje en el tiempo.

“Visitamos el claustro”, recuerda Stuckmann, “donde encontramos señales con explicaciones sobre la historia del Hostal San Marcos. En la parte de atrás del claustro había tres carteles que contaban que el Hostal había sido un campo de concentración entre los años 1936 y 1940”. Stuckmann había realizado su reserva en la página Booking.com, donde había leído que se trataba de un edificio histórico renacentista, pero ninguna alusión a su uso durante la Guerra Civil española.

La descripción de Booking.com se detiene en los “tapices y muebles antiguos” pero no hay ninguna mención al pasado histórico del edificio, que no es únicamente la de campo de concentración y prisión militar franquista, sino que fue también la sede principal de la Orden Militar de Santiago y la cárcel donde Quevedo pasó cuatro años recluido, tres episodios que sí cuenta Paradores en su página web, además de hospital y otros muchos usos. Ramón Ongil, director de comunicación de Paradores, explica que hay una visita guiada por el edificio en el que se cuenta lo mismo que señala su web, que efectivamente fue campo de concentración para los presos republicanos.

“No sabíamos nada de eso y nos quedamos en shock. Nunca habríamos planeado pasar la noche en un lugar como ese. Lo que sé de la Guerra Civil española es que fue ganada por Franco con la ayuda de los nazis alemanes. Por lo tanto, la Guerra Civil es parte de la historia de Alemania y siempre siento la obligación de tener en mente la historia”, explica Stuckmann a eldiario.es sobre los motivos que le llevaron a poner una queja a la agencia de reservas Booking.com.

Al llegar a casa, Wilfried Suckmann quiso dejar un comentario en la página del Parador de León de Booking.com. En él explicaba su decepción ante la falta de información histórica y su sensibilidad al respecto, pero el comentario nunca fue publicado. Después de varias quejas al servicio de atención al cliente, le dijeron que no lo harían pero le ofrecieron un reembolso de las dos noches de hotel: 396 euros.

Temas sensibles

André Manning, jefe de Relaciones Públicas de Booking.com, explica a eldiario.es que su política de moderación de comentarios impide alusiones a las guerras. “No está señalado en nuestra guía para los comentarios, pero al tratarse de un tema muy sensible es una regla general”, indica. “No chequeamos la historia de nuestros hoteles así que puede ocurrir que alguno de ellos posea alguna que desconozcamos, como es el caso”, añade.

En una de sus primeras respuestas a Stuckmann, la página web de reservas le indicó que si publicaban ese comentario, el hotel les obligaría a borrarlo. No obstante, desde Paradores indican que no entran en la política de Booking, siendo este uno de tantos operadores con los que trabajan.

“Habría preferido que la agencia publicara mi comentario en lugar de devolverme el dinero”, admite el cliente, que califica esta política de “censura”. “La información es la base de la memoria y la reconciliación. Ocultar el pasado es igual a negarlo. Si Booking.com o el hotel ayudan a esconder la verdad, son culpables de cara a la víctimas, lo mismo que sus clientes”, opina Stuckmann.

“Cuando la agencia me ofreció un reembolso por haber dormido en un campo de concentración, de nuevo nos chocó. Al principio no sabía qué hacer. Aceptarlo me parecía muy cínico. Pero mis hijos me dieron un consejo, la oportunidad de donar esa cantidad a una organización que dedicara su trabajo a la memoria histórica de los crímenes de la Guerra Civil”. Wilfried buscó por Internet, localizó la web de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), cuya sede está también en la provincia de León, y les envió el dinero.

“Pasa mucho que se quiere eludir todo lo que tiene que ver con la represión franquista”, observa Javier Rodríguez González, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de León y especialista en la Guerra Civil en esa provincia. La población reclusa de San Marcos alcanzó los 7.000 hombres y las 300 mujeres, “uno de los campos de concentración más duros de España”, según indica en su texto para el libro Cárceles y campos de concentración de Castilla y León (Fundación 27 de marzo y Ministerio de Presidencia, 2011).

Uno de los reclusos fue el capitán Juan Rodríguez Lozano, abuelo del expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, que se opuso el golpe militar y por ello fue ejecutado. Tras los muros de San Marcos escribió un testamento para su familia que está incluido en el trabajo de Rodríguez González, acompañado de cartas de otros presos.

“Nos tiraron sobre el cemento, encharcado de orines, de lo que después figuraría como celda número cinco”, escribe el fallecido poeta Victoriano Crémer en El libro de San Marcos, memorias sobre su estancia en esta prisión. “Una cuadra de pavimento enrasado de cemento, de techo alto, puerta con llave y cerrojo y ventana amplia provista de barrotes”, recuerda. Según señala Rodríguez González, las condiciones de vida eran de “hacinamiento, hambre y frío”.

“Yo creo que el Hostal San Marcos debería ser un monumento conmemorativo y no un hotel”, opina Wilfried Stuckmann. “Si fuera así, habría sido uno de los primeros sitios de León que habría ido a visitar. Pero ya que es un hotel, todos los que se alojen allí deberían estar al corriente de esta carga histórica. Me duele, como visitante extranjero, que no haya un reconocimiento público de los crímenes que fueron cometidos durante la Guerra Civil. Solo así puede haber reconciliación”.

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