Moscú, 28 nov (EFE).- Los ucranianos recuerdan hoy con velas en sus ventanas y un minuto de silencio el “Holodomor”, la hambruna estalinista que sesgó la vida de millones de ucranianos en los años 30 del siglo pasado, mientras que el Gobierno continúa luchando para que el mundo entero reconozca esta tragedia como un genocidio.
El presidente ucraniano, Vladímir Zelenski, y su esposa Elena acudieron hoy al memorial que recuerda la hambruna, depositaron en la estatua conocida como la “Amarga memoria de la infancia” espigas de trigo y bayas de viburno y mantuvieron un minuto de silencio.
Zelenski dijo que el proyecto para un Museo Nacional del Genocidio-Holodomor es muy importante y que, debido a los problemas de financiación que impide su realización desde hace años, ha dado al gabinete de ministros hasta el lunes para resolver este problema.
El ministro ucraniano de Exteriores, Dmitri Kuleba, pidió a su vez en un comunicado seguir luchando para que el mundo reconozca el “Holodomor” como genocidio, algo que, según la agencia Ukrinform, hasta ahora han hecho 17 países.
Delante de la embajada de Rusia en Kiev miembros del Cuerpo Nacional, partido de extrema derecha, encendieron velas en un cementerio simbólico con una treintena de cruces metálicos.
Unas cien personas, según la agencia ucraniana UNAN, protestaron con bengalas y una gran pancarta con las palabras “Mataron entonces, matan hoy” contra Rusia, a la que pidieron asumir la responsabilidad por la tragedia como sucesora jurídica de la URSS y el pago de una indemnización para los ucranianos.
El “Holodomor”, que deriva del ucraniano “morit' golodom” y se traduce como “matar de hambre”, fue una catástrofe humanitaria ocurrida en los años 30 del siglo XX a raíz de la colectivización forzosa de la tierra emprendida por el dictador soviético Iosif Stalin, que se aplicó con especial virulencia en Ucrania.
Historiadores ucranianos consideran que fue una política de exterminio deliberadamente planeada por Stalin para aplastar toda resistencia contra el régimen comunista, suprimir los movimientos nacionalistas e “impedir la creación de un Estado ucraniano independiente”.
Además de realizar expropiaciones masivas de las cosechas y reducir las cuotas de comida, Stalin sembró el terror en Ucrania al ordenar la confiscación de los productos agrícolas y comestibles de millones de personas durante un año para doblegar la oposición de la población rural.
Según estimaciones oficiales -basadas en el censo y archivos secretos desclasificados tras la desintegración de la URSS-, se calcula que al menos cuatro millones de ucranianos murieron a causa de esta política en apenas dos años (1932-1933).
No obstante, dada la enorme pérdida de población y la elevada mortalidad registrada en ese periodo, diversos estudios apuntan que la cifra podría alcanzar hasta diez millones de víctimas.
En noviembre de 2006 el Parlamento de Ucrania adoptó una ley que reconoce este hecho histórico como “genocidio del pueblo ucraniano” perpetrado por los dirigentes del régimen comunista soviético, que negó durante décadas que hubiese ocurrido.
Rusia, por su parte, rechaza las acusaciones de Kiev con el argumento de que esta política de Stalin se aplicó en toda la URSS, y no solo en Ucrania.