“¿Sabes lo que quieren enseñarle a tu hijo en el colegio?”. Es la frase con la que el grupo ultracatólico Hazte Oír ha titulado los 100.000 folletos que ha entregado a 16.500 centros escolares de toda España (de un total de 27.812 centros que cifra el Ministerio de Educación). La ilustración que aparece en la portada muestra a un niño y a una niña haciendo el saludo fascista ante una bandera arcoiris dibujada en la pared.
“Las leyes de adoctrinamiento sexual”, responde HazteOir a su pregunta. Así llama a las normas que diferentes comunidades han aprobado con el objetivo de evitar la discriminación al colectivo LGTBI, promover su protección e introducir la diversidad afectivo sexual en las aulas. La plataforma ya inició una campaña el pasado septiembre contra un anuncio de El Corte Inglés con dos padres.
En esta ocasión ha elaborado un folleto de 41 páginas en el que se dirige a madres, padres y personal educativo y utiliza argumentos homófobos para explicar estas leyes autonómicas. Asegura que su contenido evidencia “su carácter promocional de la homosexualidad” porque “facilita y premia la conversión de individuos en homosexuales” mientras “se niega y castiga la posibilidad en sentido inverso”.
Se refiere a la prohibición de las llamadas terapias de conversión, desacreditadas por la comunidad científica porque intentan cambiar mediante técnicas psicológicas la orientación sexual o la identidad de género. Que estas normas utilicen como fuente al Parlamento Europeo también es criticado por el colectivo, que afirma que es una institución “abiertamente favorable a la ideología de género”.
Y es que uno de las explicaciones más repetidas en el folleto es que estas leyes son una forma “de adoctrinamiento ideológico”, que buscan “imponer en la sociedad la ideología de género con el pretexto de la no discriminación”.
Para el sociólogo especialista en género Lucas Platero con ello “tratan de difundir la idea de que mujeres y minorías sexuales no tienen derechos”. El colectivo andaluz Arco Iris ha pedido a la Fiscalía especializada de delitos de odio de Málaga y de Córdoba que actúe contra la plataforma.
Un ataque a los heterosexuales
Todo el texto está plagado de referencias, entre líneas, que apuntan a que las leyes LGTB suponen un atentado o ataque contra las personas heterosexuales. Hazte Oír afirma, de hecho, que las normas componen un conjunto de “derechos a la carta para determinados colectivos rompiendo así el principio de igualdad jurídica de las personas”.
“¿Por qué no todos podemos gozar de una legislación acorde con nuestros deseos?”, se preguntan, y sostienen que la ley aprobada en Madrid con el apoyo de todos los grupos supone “la vulneración de los derechos fundamentales de la población no LGTB”. Así, tachan las normas de “amenaza real” porque “promueven modelos de comportamiento lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero e intersexual”.
A la plataforma le indigna especialmente que la educación afectivo sexual se introduzca en las aulas porque supone “la normalización de los distintos modelso de familias, como manera de asegurar y reforzar el proceso de adoctrinamiento de los menores”. El folleto incluye como ejemplo una serie de libros que fomentan el respeto a la orientación sexual e identidad de género.
“Desorienta a los niños”
Platero ha traducido al castellano tres de esos materiales, entre ellos “Mi Princesito”, de Cheryl Kilovadis, que cuenta la historia de un niño al que le gusta ponerse vestidos. “Esto es un cambio cultural que esperemos que no vaya marcha atrás, este tipo de cosas muestran que están perdiendo la hegemonía”, apunta el experto.
Para Hazte Oír estos contenidos –que “desorientan a los niños al imponerles la diversidad sexual”– “no dejan indiferentes” a los menores, que “han sido ya educados en la nueva ideología”. Acompañan a este texto dos dibujos, supuestamente de una alumna de Primaria, en los que aparecen parejas homosexuales.
También la plataforma critica los contenidos de las normas referidos al reconocimiento de las personas homosexuales y transexuales como víctimas de la represión franquista. Apunta a que “la catalogación de franquismo como enemigo de la homosexualidad” hace que muchos ciudadanos eviten “defender sus principios en público” para “no ser tachados de franquistas”.