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“Decepción” en las unidades de género de las universidades ante las últimas medidas del Ministerio para fomentar la igualdad

Las mujeres dirigen el 30,4 % de las investigaciones en la Universidad de Zaragoza.

Daniel Sánchez Caballero

27 de diciembre de 2020 21:20 h

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Buena intención, no tanto el resultado. La Aneca (Agencia Nacional de la Calidad y la Acreditación) está decidida a acabar con la desigualdad en la Universidad y en el sector de la investigación en España. O al menos mitigarla. Para ello, la agencia que acredita a los profesores universitarios para ejercer o ascender por el escalafón, además de reconocer sus méritos investigadores, ha incorporado una serie de medidas en sus últimas convocatorias que buscan facilitar a los colectivos históricamente marginados, como las mujeres o las personas con discapacidad, el acceso a la docencia universitaria o a los complementos salariales a la productividad investigadora.

El problema, valoran algunas expertas en la materia consultadas, es que las medidas se han quedado cortas. La Plataforma Universitaria de Estudios Feministas y de Género, que agrupa básicamente a todas las organizaciones universitarias de igualdad y feminismo, está “de manera unánime muy decepcionada” con el resultado final. Su presidenta, Rosa San Segundo, catedrática de la Universidad Carlos III de Madrid, explica (“en nombre de todas, hay total consenso con esto”) que la Aneca maltrata los estudios de género (y con ello a quienes a eso se dedican) por no crear un área propia evaluable, por ponerles una exigencia más alta a la hora de reconocer estas investigaciones y por impedir a “la gente especializada en esto no puede avanzar en la carrera”.

Las novedades

Las novedades en pos de la igualdad se dan en dos ámbitos: la acreditación del profesorado universitario y la de sexenios de investigación (un sexenio es un periodo de seis años en el que hay que acumular unos ciertos méritos para obtener un plus económico anual), con dos líneas de actuación, según ha informado la Aneca.

Por un lado, quien se haya cogido un permiso de maternidad o paternidad o una excedencia por cuidado de familiares en casos de violencia de género, violencia terrorista o de baja por una larga enfermedad podrá ampliar el plazo computable de seis años (para la acreditación de sexenios) en el que hay que lograr un determinado número de publicaciones científicas. También podrán incluir en su solicitud los méritos alcanzados durante ese periodo. Esta medida amplía así el derecho ya existente en anteriores convocatorias en la misma línea para casos exclusivamente de maternidad.

Por otro, en cuanto a la acreditación del profesorado, se reducen los méritos exigidos a las personas con discapacidad que por su condición tenían más difícil acceder a ciertos requisitos, como por ejemplo las estancias en el extranjero. Por ejemplo, se eximirá a las personas con discapacidad muy grave de aportar los méritos de estancias en el extranjero, otorgándoles la máxima puntuación asignada en cada caso a dicho mérito. Según va bajando el grado de discapacidad, baja la puntuación asignada automáticamente, que podría ser complementada hasta el 100% con los méritos que sobren en otros requisitos.

Todas las medidas que fomenten la igualdad de la mujer y otros colectivos marginados son bienvenidas para compensar una desigualdad histórica, explica Maite Paramio, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) y catedrática de Producción animal en la facultad de Veterinaria en la Universidad Autónoma de Barcelona. “La carrera profesional que he visto de las mujeres ha sido de una valentía y un sobreesfuerzo enorme. Lo primero por un asunto social, la competencia con la profesión del marido, las cargas extras, quien no ha tenido que cuidar a un hijo tenía que cuidar a su padre... El extra de trabajo está tan estudiado y tiene tanta literatura y todo el mundo lo ha visto claro. No dar unas excepciones y ayudar a las mujeres en ciertos momentos significa destrozar para la ciencia una carrera profesional que podría ser mucho más productiva de lo que luego es. Una vez te has quedado atrás no te recuperas nunca, te dejan dando clases para toda tu vida sin poder investigar. Por unas cosas y otras se ha perdido mucho potencial”, argumenta.

La plataforma se manifiesta en términos parecidos: “Valoramos la actitud, el talante y la disposición, pero el resultado es muy decepcionante”, lamenta San Segundo.

Los problemas

Las expertas ven problemas en tres frentes. Por un lado está la decisión de prorrogar lo que se conoce como sexenios vivos (los que están abiertos) para compensar bajas o excedencias. “Se ralentiza la carrera de la mujer. Si alargas el periodo de seis a ocho años, por ejemplo (por coger un permiso), en una carrera de 20 años solo podrás pedir dos sexenios, cuando por tiempo tendrías para tres”, explica una investigadora que prefiere no dar su nombre.

La directora de la Aneca, Mercedes Siles, tuvo una reunión con las representantes de los observatorios de igualdad de las universidades para recabar sus opiniones, y hubo cierto consenso en que una medida más apropiada que alargar los plazos es reducir los méritos exigibles (por ejemplo, en vez de exigir cinco publicaciones en revistas de alto impacto, que sean cuatro para las personas que estén en estas situaciones), tal y como le pidió la Plataforma universitaria. “Desde nuestro punto de vista no podía ser una medida peor, no la va a coger nadie”, lamentan. Hasta la catedrática Eulalia Pérez Sedeño, que además preside unas de las comisiones evaluadoras de la ANECA, se mostró decepcionada.

El segundo frente viene por la obstrucción que las expertas ven que sufren los estudios de género. La catedrática San Segundo, directora también del Instituto de Estudios de Género de la Universidad Carlos III de Madrid, se muestra “decepcionada” por el tratamiento que reciben , tanto a la hora de reconocerlos para adjudicar sexenios de investigación como para la acreditación docente.

Respecto de lo primero, San Segundo explica que no entiende por qué “los criterios son mucho más exigentes en esta área que en otras de las Ciencias Sociales”, que es donde se enmarca. Para reconocer un sexenio este tipo de estudios, la Aneca pide publicaciones en revistas de las consideradas más prestigiosas y que tienen más impacto (cuatro publicaciones JCR y tres de ellas en Q1 o Q2, para quien le interese el tecnicismo), mientras que otras disciplinas de las Ciencias Sociales el requisito es más laxo (admiten JCR y SJR, así como capítulos de libros SPI y no mencionan las Q, los cuartiles). “El criterio más restrictivo de todos dentro de este área se da para los estudios feministas y de género”, lamenta la catedrática Victoria Ferrer, de la Universidad de Baleares.

No solo se sube la exigencia. La Aneca ha incluido los estudios de género en el área de Ciencias Sociales, pero al ser unos estudios transversales, explica San Segundo, esta decisión deja fuera al grueso de las investigadoras en este área. “Como no existe un área de género, lo han metido en áreas sociales. España tiene un grupo muy importante de investigación en estos estudios, pero están en Filología o Derecho. Además, las grandes investigadoras publican libros, es otro perfil” del requerido para solicitar y obtener los sexenios, por lo que estas investigadoras se quedan de facto fuera.

El tercer problema se da en la convocatoria de acceso a la docencia y tiene relación con el anterior. “Pedimos modificar las áreas de conocimiento porque no existe la de estudios feministas y de género (FEM), pero en la convocatoria de la acreditación nacional (del profesorado para poder ejercer en la Universidad) de forma decepcionante no han incluido el área de FEM. Esto entorpece mucho la carrera de la gente no especializada. Ahora mismo los estudios feministas y de género tienen mucho peso, pero las investigadoras tienen que sortearlo para acreditarse en otras áreas porque no existe la específica”. Es una pescadilla que se muerde la cola, cuenta San Segundo. “Como no existe el área, no existen especialistas que te acrediten en ello, de manera que la gente especializada en esto no puede avanzar en la carrera”.

El experimento de la transferencia

Como explica Paramio, que España tiene un problema con la igualdad en la Universidad y la investigación es un hecho que se puede considerar objetivo. Históricamente, los hombres han copado los cargos de responsabilidad en los campus y en los proyectos de investigación. El último toque de atención lo dio un programa piloto de la Aneca para reconocer sexenios de transferencia de conocimiento a la sociedad al personal investigador.

A esta convocatoria, la primera de este tipo que se ha realizado en España (hasta ahora solo se premia la investigación), se presentaron el doble de hombres que de mujeres, y mientras tres de cada cuatro varones obtuvieron una evaluación favorable, solo una de cada cuatro mujeres recibió un sí. La Aneca está evaluando el programa y por qué ofreció estos resultados. “Muchas mujeres explicaron que los criterios no estaban claros, que era una convocatoria difusa y decidieron no presentarse porque no les merecía la pena el esfuerzo (burocrático, que no es pequeño)”, explica la investigadora. “Si están claros los méritos que necesitas, sabes si te lo van a dar o no. Si la convocatoria es confusa a lo mejor crees que no es conveniente. Fue mi caso, el año pasado no lo hice por confuso. Lo dejo para cuando tenga más claro”, argumenta. También se detectó que “los criterios [para otorgar un sexenio] de transferencia eran ”muy de señores“.

“Me preocupa mucho el tema de las mujeres”, explica Mercedes Siles, directora de la Aneca. “Necesitamos incidir en animar más a las mujeres a que se presenten”, valora dando la razón a la investigadora que lamenta que muchas féminas se autoexcluyeran. Pero las cosas de palacio van despacio. “Estamos todavía en la etapa inicial, pedimos iniciativas para ver cómo las podemos implantar”. Habrá que esperar a próximas convocatorias.

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