El antiguo abad del Valle de los Caídos consideraba, y así lo dejó por escrito en un informe, que el trabajo para erigir el monumento franquista fue algo voluntario: “Ninguno de los penados trabajó en el Valle de manera forzada; todos lo hicieron voluntariamente, de acuerdo con la naturaleza del sistema al que se acogían”, según escribió en un documento de 2005 dirigido a Patrimonio Nacional, que ha publicado este lunes la Cadena Ser.
El abad Anselmo Álvarez quiso, en sus palabras, deshacer “malentendidos y tergiversaciones” sobre Cuelgamuros. Así que abunda sobre los trabajos que “cobraban de hecho un salario superior al de los obreros de igual categoría laboral de los pueblos cercanos. Existían posibilidades de gratificación extraordinaria y que ”se cuidó especialmente la alimentación de los presos“.
El que fuera responsable de la abadía hasta 2014 remata en el documento que “no puede decirse sin falsedad evidente que el Valle de los Cuelgamuros fuera un campo de concentración ni de explotación de trabajo esclavo de los presos políticos”.
E incluso opta por desprender al Valle de los Caídos de vínculos franquistas al decir que el dictador no expresó su deseo concreto de ser enterrado allí, a pesar de que es un derecho tradicional “desde hace siglos”, de fundadores de monasterios y “catedrases, iglesias o capillasos”. Y añade que los símbolos franquistas en el Valle “son casi irrelevantes”.