El cardenal de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, cumple 78 años el miércoles, tres más de la edad canónica para presentar su renuncia al Papa. Como sucediera con el cardenal Rouco –cuya dimisión se aceptó tres años y una semana después de la fecha–, en los próximos días Francisco elegirá a su sucesor, quien tendrá que dirigir una Iglesia inmersa de lleno en el proceso soberanista. El Papa ya tiene al elegido: el actual copríncipe (representante de la jefatura del Estado) del Principado de Andorra, Joan Enric Vives.
Un perfil catalanista para un hipotético Estado catalán, que se dilucidará a partir de las elecciones del 27 de septiembre. La Santa Sede, que oficialmente no avala el proceso soberanista en Cataluña, sí quiere “hilar fino” en la cuestión, con la tesis de que, “españoles o no, el día después de una presumible independencia seguirá habiendo católicos en Cataluña”. “La cuestión de Cataluña hay que cogerla con pinzas”, declaraba en la única entrevista a un medio español –Cuatro– el propio papa Francisco.
La opción de Vives, salvo sorpresa mayúscula, es la que finalmente será la elegida por el Papa, quien está dirigiendo personalmente el proceso, en el que el cardenal Sistach también ha intervenido para pilotar su sucesión. También el otro gran candidato, el obispo Juan José Omella –uno de los prelados que más se adapta al perfil social del pontificado de Francisco y que forma parte de la poderosa Congregación de Obispos, encargada de presentar candidatos al Papa para que este elija–, ve con buenos ojos la llegada de Joan Enric Vives a Barcelona.
¿Cuáles son las razones para el nombramiento de Vives? En primer lugar, su perfil catalanista, aunque moderado. Vives está convencido del derecho del pueblo catalán a decidir sobre su propio futuro, y de hacerlo en consonancia con el Estado catalán. Su actual doble función –es arzobispo de la Seo de Urgell y, como tal, copríncipe de Andorra junto al presidente francés– le confirma como una personalidad capaz de mediar para alcanzar acuerdos en el ámbito político.
El pastor debe conocer la lengua de las ovejas
El propio cardenal Sistach, quien hasta hace un mes se negaba a hablar en público de su sucesión, apuntaba en una entrevista en TV3 su deseo de que el nuevo arzobispo de Barcelona fuera un catalán que conozca la realidad del país, así como sus problemas de presente y futuro, y que tenga la sensibilidad necesaria para los nuevos tiempos. “El pastor debe conocer la lengua de las ovejas. Él debe conocer y debe hablar. Si un pastor no se comunica con sus fieles, no es pastor”.
Sobre la posibilidad de que su sucesor viniera de fuera de Cataluña –sectores del Gobierno, capitaneados por el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, llegaron en su momento a postular al cardenal Cañizares antes de que este recalara en Valencia–, Sistach indicó que el nuevo arzobispo de Barcelona “debe poder hacer de pastor inmediatamente”. Los ejemplos de prelados “españolistas” en el pasado resultaron desastrosos, y la Santa Sede quiere evitar que a la previsible confrontación política se sume un conflicto político-religioso.
Revolución en la Iglesia española
El nombramiento de Vives podría producirse en los próximos días, en el transcurso de la primera “gran revolución” de Francisco en el episcopado español, y que afectaría en un primer tramo –mayo– al menos a media docena de diócesis y, este verano, a otra decena. El objetivo del Papa, tras la sucesión del cardenal Rouco en Madrid, es diseñar una Iglesia mucho menos politizada y más cercana a la problemática social.
En este campo, cuenta con tres hombres estratégicamente colocados en puestos de responsabilidad. En primer lugar, el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, nombrado recientemente cardenal, y que representa un perfil más bajo y moderado desde el punto de vista político y mediático. En segundo término, el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, quien en apenas medio año tras suceder a Rouco Varela ha cambiado el rostro de la Iglesia madrileña, además de encargarse de los futuros cambios en los medios de comunicación propiedad de la Iglesia (13TV, Cope y Alfa y Omega) y de atajar los diversos escándalos que están surgiendo en diversas diócesis.
Finalmente, Juan José Omella, obispo de Calahorra, y a quien Francisco podría encargar la responsabilidad del nuevo ministerio de asuntos sociales que surgirá de la reforma de la curia. Omella ha sido, además, el encargado de redactar un importante documento sobre “La Iglesia, servidora de los pobres”, que será presentado el lunes en Madrid y que se aprobó en la pasada Asamblea Plenaria.