La 'mafia' vaticana admite que compró inmuebles con dinero para los pobres: “La Iglesia siempre invierte en ladrillo”
El escándalo de la compra de inmuebles de lujo con el dinero de los pobres (se habla de más de 200 millones de euros) en Londres es sólo la punta del iceberg de las luchas de poder intestinas en el Vaticano, que salpica a cardenales, monseñores de la Curia e incluso a políticos como el actual primer ministro de Italia, Giuseppe Conte.
Algunos ya lo llaman el 'Vatileaks III'. Lo cierto es que la investigación sobre la compra fraudulenta del palacio de Sloane Square por parte de un fondo de inversiones perteneciente a la Secretaría de Estado sólo ha comenzado a levantar las alfombras. Los documentos incautados durante el registro de las oficinas del Vaticano y la Autoridad Internacional Financiera (Aif), muestran cómo, durante años, Roma invirtió parte del dinero del llamado 'Óbolo de San Pedro' (las limosnas que llegan a la Curia para las obras de caridad del Papa) en negocios de dudosa legalidad y muy cuestionable moralidad.
El propio secretario de Estado, Pietro Parolin, reconocía esta semana que la gestión de los fondos de los pobres había sido “opaca”, y que la investigación llegaría hasta el final. Una investigación que, según algunas fuentes, habría iniciado el 'sustituto' de la Secretaría de Estado (una especie de 'número tres' del Vaticano), el venezolano Edgar Peña Parra, y que tendría como principal encausado a su antecesor, y actual prefecto de las Causas de los Santos, Angelo Becciu.
En mitad de la investigación, algunas filtraciones a medios (The Financial Times y L'Expresso, fundamentalmente), acabaron cobrándose la cabeza del jefe de Seguridad de la Santa Sede, Domenico Giani. Ahora parece que Roma empieza a tomarse en serio la gravedad de la cuestión.
Apartamentos de lujo comprados con el 'cepillo'
Así, el cardenal Parolin admitió que se habrían gastado unos 200 millones de dólares, en 2014, en una participación minoritaria para comprar un edificio en el distrito londinense de Chelsea, que acabó convirtiéndose en apartamentos de lujo. En 2018 Roma se hizo con el total de la propiedad del inmueble (algunas fuentes hablan de 600 millones de dólares), asumiendo parte de la deuda para refinanciar las obras.
“La compra del edificio fue un episodio único”, señaló el secretario de Estado, quien insistió en que, en todo momento, él pensó que “el fondo estaba bien administrado”. ¿Y quién administraba ese fondo? El cardenal Becciu, cuyo secretario es uno de los cinco empleados vaticanos suspendidos tras el registro de la Gendarmería, y quien gestionaba todo lo relativo a las compras y ventas de los edificios vaticanos en el extranjero. De hecho, la operación de Londres habría sido realizada a través del fondo luxemburgués Athena Capital Global Opportunities, administrado por Raffaele Mincione, el secretario de Becciu.
“Me pintan como alguien que jugó y manipuló el dinero de los pobres”, se defendió el cardenal italiano en una conversación con ANSA. El que fuera 'número tres' del Vaticano – y que aún vive en los apartamentos en la Curia que debían ser para su secesor–, quiso explicar el funcionamiento de los fondos invertidos irregularmente, con el argumento de que el dinero del Óbolo es para los pobres... pero no tanto.
“En la Secretaría de Estado teníamos un fondo titulado 'Dinero para los pobres', y estaba destinado a los pobres”, adujo. Pero ha reconocido que en realidad había dos cuentas. Una, destinada a las obras de caridad del Papa, y la otra, “para el sustento de su ministerio pastoral”, sin una finalidad clara. O muy clara: la compra y gestión de inmuebles de lujo.
“En cualquier caso –agregó– las acusaciones contra mí son confusas, y las rechazo con firmeza y desprecio. Tengo la conciencia tranquila y sé que siempre he actuado en interés de la Santa Sede y nunca de la mía. Cualquiera que me conozca de cerca puede dar fe de ello”, ha asegurado.
La tradición del “ladrillo” que inició Pío XII
Respecto a las acusaciones de opacidad en las inversiones admitidas por Parolin, Becciu se revela.“¿Por qué deberían ser opacas?”, se quejó, sosteniendo que “la Santa Sede siempre ha invertido en ladrillo, siempre lo ha hecho: en Roma, en París, en Suiza... y también en Londres”.
De hecho, añade el actual prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, el Papa Pío XII fue el primero en comprar bienes inmuebles en la capital británica, durante la II Guerra Mundial. La apertura de los archivos referentes a su pontificado, que se llevará a cabo el 2 de marzo próximos, podrá arrojar luz a su papel durante el nazismo, pero también a sus posibles inversiones en inmuebles.
Respecto al palacio de Sloane Square, Becciu desveló que la propuesta “se nos presentó, y no había nada de opaco. La inversión fue regular y registrada según la ley”. “Las inversiones de la Secretaría de Estado fueron regulares: en todo caso, las dificultades surgieron con el accionista mayoritario, con quien entiendo que había preguntas sobre la gestión de la liquidez”, zanjó Becciu, echando balones fuera sobre la responsabilidad de la curia vaticana en la operación.
El nombre del primer ministro
En todo caso, se trata de un capítulo más en un escándalo que ya suma nombres como el del primer ministro Conte, que fue contratado como abogado en mayo de 2018 por una filial de Athena Global, el fondo propiedad del Vaticano, que en aquel momento quería hacerse con la totalidad del inmueble londinense.
La oficina de Conte no ha tardado en salir a desmentir que el primer ministro esté involucrado en el escándalo de estas supuestas transacciones ilegales que remiten al caso del Banco Ambrosiano y sus relaciones con la mafia.
“No hay conflicto de intereses”, precisó la oficina del primer ministro cuando los medios de comunicación se pusieron a atar cabos y encontraron que el Gobierno italiano usó sus poderes especiales para aprobar un decreto que favorecía a Fiber 4.0. Conte “se abstuvo formalmente de ejercer esos poderes” y se encontraba ese día en una cumbre internacional por lo que no participó en la deliberación, han justificado portavoces del Ejecutivo.
Lo cierto es que el momento de las transacciones vaticanas Conte era un total desconocido. Sólo posteriormente fue nombrado por el Movimiento 5 Estrellas para formar su primer gobierno. Ahora, tras el fracaso de la alianza con el partido de Salvini, fue ratificado en el cargo por el presidente Mattarella. Sea como fuere, el del primer ministro italiano parece sólo un eslabón más en la cadena de secretos que pululan alrededor de una historia con cada vez más tintes cinematográficos.
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