El Vaticano tiene capacidad para expulsar al prior o intervenir la abadía si obstaculiza la exhumación de Franco
“No permita que nuestro abuelo salga del Valle”. El verano de 2018, los nietos de Francisco Franco se reunieron con el prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera. Llevaban un poder notarial donde afirmaban no dar su consentimiento a la exhumación de los restos del dictador. Cantera, máximo responsable de la Abadía –pese a no haber obtenido los votos necesarios para convertirse en abad–, se comprometió a dar la batalla hasta el final para impedir que Franco se moviera de su losa.
El prior hizo de la petición de los Franco una causa personal. En realidad, no le costó mucho. Y es que Santiago Cantera Montenegro (1972) tiene una larga historia de afinidad con el régimen. Fue candidato de la Falange en dos elecciones (generales y europeas) en los años 90, y es un conocido defensor de la idea de que el dictador no debe salir de Cuelgamuros.
Su cruzada contra la decisión del Gobierno se alimenta de razones políticas (su ideología), sentimentales (la promesa que hizo a los nietos del dictador) y religiosas (la exhumación supondría, en su opinión, vulnerar los Acuerdos Iglesia-Estado y 'profanar' una tumba católica). Y con estos estandartes –de acuerdo con lo que ha comunicado al Gobierno– piensa librarla hasta el final.
La posición del prior ha chocado con la propia Iglesia católica. Desde el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, al abad de Solesmes, Philippe Dupont, llegando al mismísimo Vaticano, todas las instancias eclesiásticas han conminado a Cantera a que acate las sentencias judiciales. Eso sí: en privado. En público no ha habido, por el momento, ninguna amonestación. Distintas fuentes eclesiásticas explican que esperaban, al menos hasta ahora, que finalmente no hiciera falta. El documento presentado ante el Supremo y la carta que ha enviado el prior al Gobierno en la que se niega a autorizar la exhumación indican justo lo contrario.
¿Quién puede frenar al prior?
Estrictamente, el único que puede obligar a Santiago Cantera a claudicar en esta batalla es el papa Francisco. El prior no responde a las autoridades de la Iglesia española, que no tiene jurisdicción canónica sobre la Abadía, aunque sí territorial, ya que el Valle radica en la Archidiócesis de Madrid. Aun siendo prior, tiene la misma autoridad que un abad y mucha autonomía. Depende de Solesmes solo para cuestiones excepcionales, como podría ser este caso. Sin embargo, el abad Dupont ha dicho en numerosas ocasiones que el de Franco es un “asunto español” que él no entiende y que, en todo caso, su posición “siempre será seguir las decisiones y las instrucciones de la Santa Sede”.
En España hay dos abades que tienen un cierto ascendiente sobre el prior, y funcionan como “abades regentes”. Se trata del abad de Silos, Lorenzo Mate, y el de Leyre, Juan Manuel Apesteguía, quienes a lo largo de estos meses han intentado convencer a Santiago Cantera de las repercusiones legales y eclesiásticas que podría tener su negativa a cumplir con la ley. Hasta el momento, sin éxito.
Los obispos españoles, que ya han dicho por boca de su secretario general, Luis Argüello, que su postura es “respetar la decisión de las autoridades españolas y por tanto no oponerse a la exhumación del general Franco”, tampoco tienen jurisdicción alguna sobre Cantera. “Sobre el prior prevalece únicamente la autoridad del Abad de Solesmes y el Papa” que deben “ayudar al prior a tomar su decisión”.
¿Nadie, entonces, puede obligar al prior falangista a cumplir la ley? El siguiente eslabón en la cadena de mando está en la congregación para la Vida Religiosa del Vaticano, quien debería urgir obediencia a Santiago Cantera. En Roma esperaban que el asunto no llegara a instancias vaticanas, pero vista la última respuesta del prior a la vicepresidenta Calvo, finalmente Roma podría verse obligada a intervenir.
Llegado el caso, sería la Congregación para la Vida Religiosa, dirigida por el brasileño Braz de Aviz, y cuyo secretario es el arzobispo español José Rodríguez Carballo, la encargada de instar al prior, en nombre del Papa Francisco, la obediencia a las leyes. Así lo manifestó la Santa Sede una vez se conoció la sentencia del Tribunal Supremo: “no se opondrá a la exhumación de Francisco Franco, si así lo ha decidido la autoridad competente”, afirmó el portavoz vaticano, Matteo Bruni.
Confían en que “no se encadenará a la tumba”
En Roma todavía confían en que Santiago Cantera “no se encadenará a la tumba” y que no tendrá más remedio que permitir la entrada de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y sacar a Franco del Valle. ¿Y si el prior desobedece? “Se arriesga a ser cesado de sus funciones por el abad de Solesmes o por la propia Congregación para la Vida Religiosa. Incluso podría ser expulsado de la abadía. En un caso extremo, incluso se le podría sancionar con la salida de la vida religiosa”, explican expertos en Derecho Canónico a eldiario.es. Si no sólo es el prior, sino la abadía, se podría recurrir al artículo 332 del Código de Derecho Canónico, y que el Vaticano interviniese la Abadía.
Sin embargo, y como se lee en la carta que el prior ha enviado a la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, Cantera pretende mantener el pulso incluso cuando el Supremo resuelva (previsiblemente esta semana) el recurso de la Abadía. Cantera amenaza con agotar todas las instancias jurídicas a su alcance, “tanto a nivel nacional como internacional”. Así, el prior parece anunciar que antes de abrir las puertas de la basílica acudirá al Constitucional y al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo.
“Si autorizamos ahora la exhumación, no sólo dejaríamos sin finalidad legítima los recursos de amparo que, sin duda, se producirán, sino que careceríamos de justificación para oponernos –como nos opondremos– a la exhumación de los 20 monjes benedictinos que yacen en el cementerio de la Abadía”, argumenta Cantera.
Cantera entró en 2002 a la congregación, y en septiembre de 2014 fue elegido prior, sin los votos necesarios para convertirse en abad. Este miércoles ha anunciado oficialmente al Gobierno que no admitirá la entrada a la basílica, que es lo que ha dictaminado el Supremo. Asegura que lo hará, aun a riesgo de que este gesto final de su cruzada pueda suponerle ser expulsado de la abadía en la que todos estos años ha custodiado el cuerpo del dictador y rezado por su alma.
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