El mismo día en que los ultracatólicos infiltrados en las algaradas violentas de Ferraz, después de rezar el Rosario, acusaban a Felipe VI –reconocido por la Santa Sede en su condición de rey de España y Jerusalén, como el 'rey católico' por antonomasia–, y al mismísimo Papa Francisco de ser masón, el Vaticano declaraba, tajante, que no se puede ser católico y masón. “La pertenencia activa de un fiel a la masonería está prohibida” aclara en un comunicado la Congregación para la Doctrina de la Fe, contestando a algunas dudas planteadas al Vaticano por los obispos filipinos.
La respuesta, firmada por el nuevo prefecto, el argentino Víctor Manuel 'Tucho' Fernández (uno de los puntales de Francisco en la Curia vaticana), y rubricada por el mismo pontífice, va mucho más allá de la aclaración de una posición que, por otro lado, hacía tiempo que no se planteaba con seriedad. Según han confirmado a elDiario.es fuentes vaticanas directas, la respuesta que la Congregación para la Doctrina de la Fe acaba de dar a la petición de Julito Cortés, obispo de Dumanguete, en Filipinas, preocupado por el “continuo aumento de fieles de la masonería”, busca también poner el foco en determinados grupúsculos (vinculados a la derecha trumpista y sus terminales mediático-eclesiásticas), que desde hace tiempo vienen deslizando la idea de la cercanía del Papa a la masonería. Resulta cuando menos curioso, apuntan dichas fuentes, que estas acusaciones provengan de sectores vinculados a sociedades secretas, como el caso del Yunque en España.
En la nueva línea de trabajo marcada por el cardenal Fernández al frente de Doctrina de la Fe, en la que las respuestas a dudas o cuestiones fundamentales se hacen públicas para fomentar la transparencia y la comunión entre todos los fieles, la Santa Sede responde de manera muy clara: a los católicos se les sigue prohibiendo unirse a la masonería.
Incompatible y “pecado grave”
En la respuesta, se reitera que “la pertenencia activa de un fiel a la masonería está prohibida”, resaltando la “irreconciliabilidad entre la doctrina católica y la masonería”, tal y como ya planteaba en 1983 la misma Congregación para la Doctrina de la Fe, y las mismas Directrices publicadas por la Conferencia Episcopal en 2003.
Por tanto, señala la nota, “quienes formal y conscientemente sean miembros de logias masónicas y hayan abrazado los principios masónicos, quedan comprendidos en las disposiciones presentes en la citada Declaración. Estas medidas se aplican también a cualquier eclesiástico registrado en la masonería”.
Esto, desde el punto de vista doctrinal. Centrándose en lo pastoral, Doctrina de la Fe propone a los obispos filipinos “realizar una catequesis popular en todas las parroquias, sobre las razones de la incompatibilidad entre la fe católica y la masonería”, e invita al episcopado del país a pronunciarse públicamente sobre el tema.
La postura de Doctrina de la Fe no es novedosa. Ya decía algo similar en 1983, en un documento firmado por el entonces cardenal Ratzinger, y refrendado por Juan Pablo II, en el que recordaba cómo el actual Código de Derecho Canónico, a diferencia del anterior (1917) no condena explícitamente la masonería, ni excomulga a sus afiliados, aunque sí se reitera que “los católicos inscritos en logias masónicas se encuentran en estado de pecado grave”.
En nuestro país, donde la masonería cuenta con una importante presencia (aunque no existe un registro formal de miembros ni logias), un informe reciente apuntaba a que el 14% de los masones españoles se declaraban 'católicos romanos', mientras que otro 34% aseguraba confesarse 'cristianos'. Esto es, casi la mitad de los masones españoles estarían vinculados a la Iglesia católica. Y, como tales, estarían en una situación irregular. Algo que, en pleno siglo XXI, no parece preocupar a la Masonería.
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