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Un vecino puede salvarte la vida en el bar antes que un premio Nobel en el hospital

Cuando Sebas superó la pereza y bajó al bar en lugar de quedarse en casa durmiendo la siesta, no sabía que ese ánimo le salvaría la vida. La tarde del 14 de octubre, mientras contemplaba la escena cotidiana de sus vecinos jugando a las cartas, sufrió un paro cardiaco que frenó su corazón. Desde el momento en el que se desplomó, el contador de la probabilidad echó a andar: cada minuto sin asistencia la posibilidad de sobrevivir se reduce en un 10%. Por eso, que este evento sucediera en un lugar de reunión en lugar de en la soledad de un dormitorio fue su primer golpe de suerte. Que Txemi estuviera echando la partida fue la sonrisa definitiva de su fortuna aquel sábado.

“Me tomé el café, sentí que me estaba dando mala vuelta y me entraron sudores fríos. Hasta aquí. Esto es lo que recuerdo”, explica Sebastián Mazo, de 57 años, en conversación con elDiario.es. El relato lo continúa Txemi Carrera, al que en el barrio de Yagüe, en Logroño, conocen como El Digi, por el uniforme de la compañía de telecomunicaciones con el que suele llegar al bar cuando termina su jornada laboral. “Vi que había mucha gente alrededor de Sebas. Lo primero que hay que hacer es aplicar el PAS: proteger, avisar y socorrer. Llamé al 112 y, como nadie hacía nada, pasé el teléfono y me tiré de cabeza, porque vi que no respiraba”, recuerda.

Él sabe aplicar las técnicas de reanimación cardiopulmonar (RCP), gracias a las que Sebas respira todavía un mes después, porque en su empresa tienen que realizar cursos obligatorios. “Trabajamos en altura, tenemos que ser recursos preventivos para otros trabajadores y la formación es continua”, explica. Pero no es lo habitual. Según el informe Registro español de parada cardiaca extrahospitalaria 2022, solo en cuatro de cada 10 casos los testigos recurren a estas maniobras, una tasa muy por debajo de otros países del entorno, que rondan el 60%.

“Las paradas cardiacas extrahospitalarias están aumentando y tienen un pronóstico muy malo, que depende básicamente de esa asistencia inicial”, coincide el portavoz de la Sociedad Española de Cardiología, Manuel Anguita. Como indica el trabajo, la probabilidad de sufrir daño cerebral es mayor si no se produce ningún tipo de intervención en los primeros cinco minutos. Los servicios de emergencia son capaces de recuperar el pulso y llevar al hospital a uno de cada tres casos, aunque solo sobrevive el 11,4% del total, el 9,8% con buen estado neurológico.

Es importante hacer la RCP, aunque no sepas o no lo hagas muy bien. Al teléfono, desde emergencias te irán guiando sobre los pasos a seguir.

La clave está en la reanimación cardiopulmonar, para 'exprimir' al corazón y que siga haciendo circular la sangre con oxígeno por todo el cuerpo, pero sobre todo al cerebro, y evitar un fallo irreversible. Sin embargo, el primer eslabón de la cadena de supervivencia es llamar a un servicio de emergencias. Después, habrá que comprobar si la persona ha sufrido un paro cardiaco, si respira o si responde cuando se le llama o mueve.

Como Sebas no respondía, Txemi comenzó la RCP. Esta consiste en realizar, sin parar, entre 100 y 120 compresiones por minuto sobre el esternón, hasta que llegue un desfibrilador o el personal sanitario. “Es importante hacerlo, aunque no sepas o no lo hagas muy bien. Al teléfono, desde emergencias te irán guiando sobre los pasos a seguir y es la manera de que el paciente mantenga una mínima perfusión general para cuando lleguen estos servicios. Si no se hace, da igual la medicina moderna que apliques, no habrá posibilidad”, explica el doctor del servicio 061 de La Rioja e investigador principal del informe, Fernando Rossell.

Más formación, más desfibriladores y un registro

En el año 2012, una declaración del Parlamento Europeo hacía un llamamiento a los Estados miembro para ampliar la formación en RCP a la población general, desplegar un mayor número de desfibriladores automáticos externos (DEA) y crear un registro nacional de parada cardiaca. Esta base de datos, impulsada desde hace más de una década por el Consejo Español de Resucitación Cardiopulmonar, cuenta desde 2022 con el reconocimiento del Ministerio de Sanidad. “Se trata de conocer para mejorar, porque si no tienes posibilidad de saber qué estás haciendo, no podrás cambiarlo”, razona Rossell, que indica que las comunidades autónomas se han comprometido a ofrecer una serie de indicadores básicos: incidencia de las paradas, en cuántas hay apoyo de los primeros intervinientes, si hubo desfibrilación previa a la llegada de los servicios de emergencia y los resultados en salud.

David Grau estaba jugando al baloncesto en un pabellón municipal de Girona cuando sufrió una muerte súbita: “Pasé la pelota a un compañero y me di cuenta de que me caía hacia el suelo. Lo único que pensé fue: qué tonto, si no te has tropezado con nadie”. Entre el público había una doctora que explicó y coordinó a varios de sus compañeros para que le realizaran la RCP mientras buscaban a la desesperada un desfibrilador. Era el año 2008 y que apareciera en una maleta que había dejado allí un equipo profesional que se había disuelto la temporada anterior fue casi una casualidad. “Tardaron seis minutos en ponérmelo, con la primera descarga no pasó nada, pero a la segunda resucité”, indica.

Un año antes, el futbolista Antonio Puerta fallecía tras varios paros cardiacos en mitad de un partido. Aunque el desfibrilador no le salvó, el suceso sirvió para concienciar sobre la importancia de contar con estos dispositivos, que salvaron a otros deportistas después de que la liga de fútbol profesional decidiera instalarlos en todos los campos de primera y de segunda división. La pasada temporada dejó una imagen inusual: el portero del Cádiz, Conan Ledesma, lanzando a la grada uno de estos aparatos tras el infarto de un aficionado.

David ha cumplido ya 60 años y sigue jugando al baloncesto, al pádel y saliendo en bicicleta. Salvo por la medicación y la dieta, hace una vida normal. En estos 15 años los desfibriladores han ido ganando terreno, pero las estimaciones todavía sitúan a España a la cola de otros países del entorno. “Tal vez estemos en unos 10 por cada 10.000 habitantes, mientras otros países tienen dos o tres veces más, pero son estimaciones que hace la industria”, aclara Rossell.

Tiene que haber una equidad a la hora de acceder a la supervivencia. No puede ser que si vivo en una calle del centro de Madrid tenga más posibilidades de sobrevivir que si estoy en una zona despoblada

Según un informe de Almas Industries B+Safe, el número de desfibriladores por cada 10.000 habitantes ha aumentado “exponencialmente” desde 2019, pero hay diferencias entre territorios. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, hay 12, mientras en Castilla-La Mancha solo uno. “Tiene que haber una equidad a la hora de acceder a la supervivencia. No puede ser que si vivo en una calle del centro de Madrid tenga más posibilidades de sobrevivir que si estoy en una zona despoblada. Eso hay que solucionarlo en la medida en que se pueda”, defiende Hernández. En la misma líneas se posicionan entidades como CardioAlianza, que recuerda que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en España. De hecho, en España se producen cada año unas 30.000 paradas cardiacas, que en muchos casos son el primer evento de este tipo.

La Estrategia de Salud Cardiovascular del Ministerio de Sanidad, actualizada en 2022, reconoce que aunque “muchos países desarrollados han iniciado campañas de atención a la parada cardiaca extrahospitalaria” basadas en la difusión de las técnicas RCP y la instalación de desfibriladores externos automatizados, “en España no existe una estrategia global”. Hay algunas iniciativas a nivel autonómico y local y otras impulsadas por sociedades científicas y entidades o en algunos bloques residenciales. “Cuando en una comunidad con 100 o 200 vecinos les explicas las ventajas en cuanto a supervivencia, muchas se animan. Nadie pone en duda que haya extintores y la posibilidad de un incendio es mucho menor que la de una parada”, razona el médico del área de salud de Cruz Roja, Juan Jesús Hernández.

Un mapa de los desfibriladores

La Sociedad Española de Cardiología y Cruz Roja han puesto en marcha la app Ariadna que permite a los ciudadanos indicar dónde están los desfibriladores que encuentren en establecimientos, edificios o calles y acceder a ese mapa en caso de emergencia para saber dónde está el aparato más cercano. “Cada vez nos interesa más trabajar en la utilización y la accesibilidad de estas máquinas, porque mejoran mucho la posibilidad de supervivencia cuando está indicada la descarga”, apunta Hernández.

Con los desfibriladores actuales, 30.000 de ellos localizados con Ariadna, los usuarios solo tienen que tomar una decisión si se encuentran en la tesitura de presenciar un paro cardiaco: utilizarlo. “Al abrirlo, te irá indicando lo que tienes que hacer y cómo tienes que colocar los electrodos. El sistema analiza el ritmo cardiaco y decide si está indicada la descarga. Si no lo está, te dirá que continúes con el masaje cardiaco y, si lo está, te indicará que te apartes y pulses el botón para aplicar la descarga y cuándo tienes que hacerlo”, explica Hernández.

Gregorio Gómez pertenece a una peña de Carnaval y cuando comenzaba a desfilar en las celebraciones del pasado 21 de febrero en Valdepeñas sufrió un infarto. Gracias a la intervención de dos trabajadoras de Cruz Roja, no sanitarias, consiguió aguantar hasta que llegaron los servicios de emergencia. “Tengo 66 años. Ya estaba jubilado, pero sigo haciendo la vida que hacía perfectamente, aunque he adelgazado 20 kilos”, explica. Cuando pasó lo peor, su sobrina, que trabaja en el Samur, le hizo ser consciente de su suerte: “Me dijo que era muy importante que todos supiéramos hacer un masaje cardiaco, porque podemos salvar vidas”.

Los expertos consultados proponen varias estrategias para formar a los ciudadanos. La más obvia es que las maniobras de RCP se incluyan en los planes formativos, especialmente en secundaria. Pero hay otras que se han implementado con éxito en otros países para incluir a la población adulta en la rueda. “Si lo incluyes de manera obligatoria para obtener determinados permisos o trámites generales con la administración, como para sacarte el carné de conducir o renovarlo, en pocos años tendrás una masa crítica de ciudadanos con conocimiento en primeros auxilios”, señala Rossell.

Unas pequeñas nociones y el arrojo de ponerlas en práctica cuando la situación lo requiere puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte, más allá del sistema sanitario. Hernández lo resume: “La base de que el cardiólogo súper especialista pueda hacer algo con la persona que llega en la ambulancia es que haya recibido una RCP adecuada, una desfibrilación si está indicada y que la ambulancia llegue a tiempo. Si no, puede tener un premio Nobel, que no resucitamos a nadie”.