Cada vez más mujeres y trabajadores se ven obligados a vivir en la calle
En España, la cantidad de personas sin hogar se ha incrementado un 25% en diez años. Pero, además, cada vez más mujeres y más personas con trabajo se ven obligados a vivir en la calle, según la encuesta a las personas sin hogar del INE.
En 2022, al menos 28.500 ciudadanos carecen de hogar. “Y son solo los que acuden a centros”, recuerda la Fundación Hogar Sí, que calcula que esa cifra podría crecer “un 30% si recogiera a todos lo que viven de manera estable en la calle”.
Pero el perfil del sinhogarismo que dibuja el trabajo del INE revela nuevas realidades: no para de crecer el volumen de mujeres que se ven en esta situación. Los hombres, históricamente, son muy mayoritarios. Sin embargo, el porcentaje de féminas no hace más que subir. Pasó del 17% en 2005 al 19% en 2012 y un 23% este año.
Al ser el volumen de los sin hogar más grande de encuesta en encuesta, no solo aumenta la proporción sino que escala el número total de mujeres en estas circunstancias: más de 6.500.
Por otro lado, la encuesta dice que el 5,4% de estas personas tiene trabajo. Hace una década, ese grupo estaba en el 3% tras reducirse esa tasa durante la década anterior. Personas empleadas que deben vivir sin casa. Hace solo unos meses, la Organización Mundial del Trabajo (OIT) avisaba de que se habían “perdido cinco años de avances hacia la erradicación de la pobreza laboral” por culpa de la pandemia de COVID-19. Ese retroceso coincide con el hecho de que se había reducido la proporción de gente sin hogar entre 2005 y 2012 y ahora se revierte esa tendencia.
Este es el extremo de la cadena de los trabajadores pobres: personas que sí tienen ingresos laborales, pero no pueden llegar a fin de mes. En este caso, no les alcanza para proporcionarse un hogar.
Un anterior trabajo del INE ya reflejaba cómo había crecido la cantidad de personas a las que les cuesta estirar el sueldo hasta la siguiente nómina en España (del 8 al 10%). Ahora, certifica la subida de esta faceta aún más precaria.
La mayoría de los encuestados con los que ha trabajado el INE afirma que tener una prestación económica es uno de los principales factores para salir de esa situación. La realidad parece que va en sentido contrario, ya que son muchas más las personas del sinhogarismo que afirman no tener ingreso alguno. Hace diez años era el 19% y actualmente, el 30%. Eso significa que más de 8.500 de estas personas afrontan cada día sin ingresos.
En este sentido, solo uno de cada cinco ciudadanos que viven en la calle tiene el ingreso mínimo vital como fuente económica principal.
Más de tres años sin refugio propio
“Los datos nos dicen que el sinhogarismo es un problema estructural”, analiza Hogar Sí. Desde luego, muchos –un 40%– de los que se ven obligados a acudir a centros en estos momentos llevan más de tres años sin casa. Más de mil noches, una detrás de la otra, sin un techo.
La mayoría se ve en este problema, según revela el INE, después de no poder afrontar los pagos de una casa o por haber sido desahuciados –“aún hay cien desahucios al día”, recordaba hace poco el cineasta Juan Diego Botto en una entrevista con elDiario.es–. Las causas principales son perder el empleo (y con él, el dinero) y tener que empezar de cero.
El director general de la fundación Hogar Sí, José Manuel Caballo, considera que “es posible erradicar el sinhogarismo, pero hacen falta políticas transformadoras que pongan la vivienda en el centro y estén acompañadas de un presupuesto adecuado”. Porque la vivienda, es decir, un hogar, no deja de ser “el lugar donde sentirse seguro y protegido”, recuerda. Y carecer de ese refugio facilita convertirse en víctima “de la violencia y la discriminación”.
Hogar Sí calcula que con unos 120 millones de euros al año, podrían crearse 8.000 plazas para aquellos que no acceden a los albergues. Porque, a pesar de haberse incrementado en un 51% el número de centros de atención a personas sin hogar desde 2010 a 2020 (de 675 a 1.019), la demanda ha vuelto a saturar los recursos: la ocupación es casi la misma, 0,71% menos que hace diez años.
La encuesta demuestra que más del 50% han sido víctimas de algún delito o agresión. Insultos, palizas, o robos de sus pertenencias o su documentación.
Añadido al peligro de pasar horas y horas en la calle, estas personas ven su salud deteriorada. Más de un tercio padece alguna enfermedad crónica o grave. En 2012 era el 30%. Muchos admiten que soportan trastornos de salud mental. De hecho, casi el 60% de las personas con las que habló el INE presenta algún síntoma de depresión.
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