El virus de la viruela símica, que en 2022 se convirtió en una emergencia de salud pública de importancia internacional y ha provocado desde entonces unos cien mil casos confirmados en todo el mundo, llevaba circulando entre seres humanos desde, al menos, 2016. Es la principal conclusión de un estudio publicado hoy en la revista Science que reconstruye la historia evolutiva reciente del microorganismo a través de las marcas que ha ido dejando nuestro sistema inmunitario en él. Los autores del trabajo aseguran que la transmisión continuada entre personas ha facilitado que el patógeno se divida en varios linajes, y recuerdan que la epidemia todavía no ha sido erradicada.
APOBEC3 es el nombre del protagonista de esta historia, que ha ayudado a los investigadores a determinar cuándo empezaron los contagios entre humanos del virus de la viruela símica o viruela del mono. Se trata de una proteína humana, una enzima antiviral que sirve de mecanismo de defensa celular contra el virus que introduce errores en su genoma durante el proceso de replicación. Como sistema de protección no es perfecto, y los virus que escapan –y sus descendientes– muestran en su ADN unas cicatrices que se pueden estudiar para reconstruir la historia evolutiva de la epidemia.
Mediante técnicas de reloj molecular, los investigadores vieron que el linaje B.1 que provocó la emergencia internacional de 2022 mostraba muchas de estas marcas causadas por la APOBEC3. Esto confirmaba que el virus cambió en un momento dado para mantener la transmisión continuada entre seres humanos. Hasta entonces, los contagios eran esporádicos y se producían a través de un animal infectado.
Asumiendo unas seis mutaciones al año provocadas por la proteína, esto implicaría que la viruela símica actual –clado IIb– circula entre seres humanos desde al menos 2016. De hecho, este cambio en su evolución para transmitirse con efectividad entre personas podría haberse dado incluso desde 2014.
El trabajo también sugiere que al menos uno de los linajes que hoy existen circula fuera de las redes de hombres que tienen sexo con hombres en las que se centraron los esfuerzos de vacunación por acaparar la mayoría de los contagios fuera de África. “Parar la transmisión en estas comunidades, aunque necesario, no será suficiente para eliminar el virus”, escriben los autores, que consideran “plausible” que haya otras poblaciones sujetas a la epidemia.
Cronología de una pandemia
Los primeros casos humanos de viruela del mono se detectaron en los años 70 y estaban asociados a niños. El paradigma entonces era que la transmisión entre seres humanos era muy limitada y que los brotes comenzaban cuando una persona entraba en contacto con un roedor. Fue lo que sucedió en 2003 en el mayor brote ocurrido fuera de África hasta 2022, cuando 47 personas se infectaron a través de perritos de las praderas enfermos sin que nadie más resultara contagiado.
Pero en 2017 algo empezó a cambiar. Nigeria tuvo su primer caso de viruela símica en casi cuatro décadas, un niño de 11 años. Conforme la anécdota se transformó en brote, el investigador de la Universidad del Delta del Níger Dimie Ogoina vio que esta vez los pacientes eran en su mayoría hombres de entre 20 y 30 años, algo inusual hasta entonces.
El hecho de que las lesiones se encontraran en zonas genitales hizo sospechar a los médicos que el virus había cambiado y ahora se transmitía a través de las relaciones sexuales. El historial médico de los pacientes, que en su mayoría habían llevado a cabo prácticas de riesgo, confirmó la teoría. Ogoina publicó en 2019 un paper en la revista PloS One que, aunque pasó desapercibido, hoy resulta profético. “Aunque el papel de la transmisión sexual en la viruela símica humana no está establecido, es plausible en algunos de estos pacientes mediante el contacto cercano durante las relaciones sexuales o mediante la transmisión a través de secreciones genitales”, escribió entonces.
La mayoría de la población no escuchó hablar de la viruela símica hasta mayo de 2022, cuando se detectaron diversos brotes entre hombres que mantienen sexo con hombres en países como Reino Unido y España. El virus se extendió por más de un centenar de países y ha causado hasta la fecha unos 100.000 casos detectados y más de un centenar de fallecimientos, la mayoría en personas inmunodeprimidas.
Cuando los investigadores secuenciaron los primeros casos de 2022, encontraron 42 diferencias en los nucleótidos del genoma del virus respecto a las muestras de 2018 y 2019. Esta cifra, escriben los autores del estudio publicado hoy en Science, “es un número inesperadamente grande” para producirse en tres o cuatro años. Es esto lo que los llevó a pensar que el virus llevaba más tiempo de lo pensado circulando entre seres humanos. De hecho, la viruela símica que hoy se ha extendido por el planeta desciende de los casos que Ogoina detectó en Nigeria en 2017.
La Organización Mundial de la Salud determinó que la viruela símica había dejado de ser una emergencia de salud pública de importancia internacional en mayo de 2023, un año después de que se detectaran los primeros casos en Reino Unido. Desde entonces la enfermedad se ha controlado fuera de África, pero no ha sido erradicada.
“Aunque el linaje B.1 ahora ha disminuido en todo el mundo, la epidemia humana de la que surgió continúa sin cesar”, escriben los autores del trabajo. Para ello es imprescindible, continúan, que se dedique la misma atención y preocupación a aquellos países africanos que históricamente han sido reservorios endémicos del virus, pero que son olvidados en cuanto la enfermedad abandona los titulares del primer mundo. “La vigilancia debe ser global si se pretende eliminar la viruela de los monos de la población humana y luego prevenir su reaparición”, concluyen.