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El virus del Nilo registra su segundo brote más grave en España: qué es y por qué es imposible erradicarlo

Archivo - Imagen de un mosquito.

Ariadna Martínez

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El de este año está siendo el segundo peor verano en nuestro país desde que hay registros en cuanto a brotes del virus del Nilo Occidental (VNO), que en 2020 se cobró la vida de ocho personas. Cinco personas han fallecido en España en estos meses a consecuencia de la infección, una situación que está alarmando a los vecinos de las zonas más afectadas, en Andalucía y Extremadura, que piden soluciones.

¿Qué es el virus del Nilo?

El virus del Nilo Occidental es una zoonosis transmitida por mosquitos, cuyo primer caso se detectó en 1937 en Uganda. Desde entonces ha habido personas infectadas en varias zonas del mundo, como Europa, África, Asia, Australia, y América del Norte.

Los primeros casos en humanos se detectaron en España a principios de los 2000, pero no fue hasta 2020 cuando su nombre empezó a tomar relevancia en nuestro país, ya que se produjo el mayor brote hasta la fecha, dando como resultado 76 infecciones en humanos y ocho fallecidos. Este verano se ha dado el segundo mayor brote, con 38 casos y 5 fallecidos.

Este virus, del género Flavivirus, se mantiene gracias a un ciclo de transmisión mosquito-ave-mosquito, y en su expansión juegan un papel fundamental las migraciones de aves.

¿Por qué se da?

El VNO (Virus del Nilo Occidental) se da sobre todo en aquellos lugares donde existen humedales en los que suelen coincidir aves y mosquitos. “En España ha aparecido mayoritariamente en pueblos que rodean las zonas de cultivo de arroz. Parte del problema es que cuando las tablas de arroz se inundan, si no se lleva ningún programa de control, los mosquitos proliferan mucho y de los cultivos los insectos se desplazan a los municipios”, señala Jordi Figuerola, investigador en la Estación Biológica de Doñana y experto en zoonosis transmitidas por mosquitos.

Este año han tenido que ver varios factores que se han dado a la vez, explica el investigador: “El primero es que a finales del año pasado detectamos la circulación del virus hasta muy tarde, mucho después del verano. A principios de noviembre seguíamos detectando el virus, cuando lo normal es que a mediados de octubre ya hubiera desaparecido, es decir que su intensidad de circulación fuese tan baja que lo volviera indetectable”, explica.

Esto, sumado a las altas temperaturas del invierno pasado, que facilitaron que los mosquitos se reprodujesen durante más tiempo y que un mayor número de hembras sobreviviesen a la estación; las lluvias que se produjeron en marzo y abril –que se dieron junto a temperaturas que estuvieron muy por encima de los 20 grados– y las inundaciones en los cultivos de arroz de finales de mayo, han ocasionado el cóctel perfecto: “Otros años lo detectamos alrededor del 17 de junio y este año ocurrió antes: el 4 de junio. A las cinco semanas empezaron a diagnosticarse los casos en humanos”.

¿Cuál es su grado de peligrosidad?

En aproximadamente el 80% de las infecciones las personas tienen pocos síntomas o ninguno. Alrededor del 19% de las personas desarrollan fiebre, cefalea, vómitos o algún sarpullido, y en torno a un 1% de personas presentan síntomas graves como encefalitis, meningitis, rigidez de cuello, confusión, convulsiones, o la muerte. Las personas más vulnerables a esta enfermedad son las mayores de 60 años y/o aquellas con problemas de salud como cáncer, diabetes, o inmunodepresión.

¿Cómo se expande y se contagia?

Se expande generalmente a través de las migraciones de las aves. El ciclo comienza cuando un mosquito infecta a un ave, y luego otro pica a esta misma ave. No es un virus que se contagie entre humanos. Los mosquitos suelen contagiar a personas y a equinos.

¿Qué podemos hacer para contenerlo?

El VNO ya es endémico en nuestro país, por lo que tenemos que aprender a convivir con él. Los expertos aseguran que erradicarlo no es realista porque es casi imposible, por lo que tenemos que centrarnos en contenerlo para que la circulación esté a unos niveles bajos y que, de esta forma, no se produzcan brotes epidémicos en humanos como el que estamos viendo.

“Que haya más o menos casos va a depender de cómo lo gestionemos. Si seguimos sin aplicar programas de control de mosquitos en las zonas de arrozal y seguimos plantando arroz hasta la primera calle del pueblo, que es lo que se hace en algunos municipios, van a seguir (salvo años concretos) dándose bastantes casos”, afirma Figuerola.

Por otro lado, explica, hay que evitar que en entornos muy cercanos a zonas urbanas haya lugares al aire libre con agua estancada (como fuentes o piscinas abandonadas). Insiste, también, en que los planes ya desarrollados por los municipios afectados han de ser renovados y evaluados periódicamente: “Cuando termine la temporada, los ayuntamientos tienen que hacer un trabajo de reevaluar sus planes para ver qué cambios tienen que hacer para solucionar los problemas que haya podido haber”.

En cuanto a medidas de protección individuales: eliminar los posibles lugares donde pueda haber agua estancada en nuestra casa, poner mosquiteras, usar repelente de insectos y vestir con ropa blanca.

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