Visto para sentencia: el juicio a 'la manada' termina con una defensa basada en el ataque a la víctima
Visto para sentencia. El presidente del tribunal José Francisco Cobo pronunciaba esta frase sobre las cuatro menos cuarto de este martes después de que las defensas de la manada expusieran sus conclusiones. Y después también de que los cinco acusados hayan tenido la última palabra. Los cinco se han declarado inocentes de todos los delitos de los que se les acusa (agresión sexual continuada, delito contra la intimidad y robo) excepto el que en el momento de los hechos era guardia civil, que ha pedido perdón por el robo del móvil de la chica. “Confío en la justicia”, han repetido uno a uno delante del tribunal.
Para los abogados de la manada la mejor defensa ha sido el ataque a la víctima: lo que hizo durante aquella noche, antes y después de los hechos, la forma de comportarse durante su declaración hace unos días, pero también la vida que ha llevado desde la noche de ese 7 de julio de 2016. Su relato, sostienen, no es creíble, está lleno de incoherencias y su comportamiento no es propio de una mujer que ha sufrido una agresión sexual.
Durante su declaración hace unos días, ha dicho el abogado de tres de los acusados Agustín Martínez Becerra, la víctima no mostró “ningún síntoma de abatimiento”, tenía una “peculiar forma de mostrarse” y evidenciaba “ausencia de aflicción”.
Durante esa noche, ha sostenido en su relato de los hechos, ella “lideraba” el grupo. Las imágenes de las cámaras muestran a la chica andando en primer término junto a uno de los acusados mientras que el resto del grupo, disgregado, va por detrás. La mujer refirió haberse sentido algo molesta por los gestos de varios de ellos, que durante el trayecto, por ejemplo, le ponían el brazo por encima. “¿Alguien entiende que una mujer a la que le molestan los gestos de varios chicos porque le ponen el brazo encima elija ir por las calles más oscuras en lugar de por las más céntricas?”, lanzaba el abogado.
Una publicación en redes sociales, en la que la mujer etiquetó a sus amigas en una imagen en la que aparecía una camiseta de las fiestas de un pueblo con el lema 'Hagas lo que hagas bájate las bragas' servía para poner en duda su comportamiento. “Eso excede lo normal”, ha dicho el letrado, para referirse a las declaraciones que la fiscal hizo el lunes y en las que defendió que una mujer, aunque hubiera sido agredida, tenia derecho a “salir y hacer su vida”.
Esa frase pertenece a un personaje de un programa de telerrealidad que la víctima dijo seguir con sus amigas y que el abogado ha utilizado como arma arrojadiza. “El lema es 'aquí se viene a beber alcohol hasta desfallecer y si se puede a follar como conejos'. La frase es de un personaje, Karime, al que se describe de una fogosidad fuera de toda duda, a la que le gustan los devaneos lésbicos y que es especialista en crear conflictos personales”, ha descrito.
“Fomentaron el ánimo para denunciar”
Para las defensas, la víctima pudo denunciar por despecho, al irse los acusados repentinamente del lugar y “fuera de las reglas de la caballerosidad”; por miedo, porque, aseguran, conocía las grabaciones y temía que las difundieran; o incluso, y en boca del abogado Jesús Pérez, porque al haber tenido relaciones sin preservativo “necesitaba imperiosamente anticoncepción”.
Tanto Pérez como Martínez Becerra hablan de un ambiente festivo pero también concienciado con las agresiones sexistas. Ese entorno, aseguran, pudo condicionar tanto a la víctima como a los profesionales que la atendieron. Sugieren, incluso, que las primeras personas que tuvieron contacto con ella la predispusieron a denunciar una agresión sexual. “Hay personas que han podido fomentar el ánimo para denunciar”, decía Pérez, que ha asegurado que los sanfermines son conocidos por “el desenfreno etílico y sexual” y que parte de la juventud mantiene prácticas sexuales “grupales, sin preservativos, hay multifelaciones”.
Las acusaciones trataban ayer, precisamente, de defender que resulta poco creíble que una chica de 18 años que nunca ha mantenido ese tipo de sexo, que se encuentra sola en una ciudad que no maneja y que acaba de conocer a cinco hombres pacte con ellos sexo grupal en tan solo siete minutos.
Los vídeos, clave
Ambas partes consideran que los vídeos grabados aquella noche por los acusados refrendan sus posturas. “La imagen de la vileza”, describía el lunes el abogado de la acusación popular de Ayuntamiento de Pamplona. “Una película porno”, ha señalado el abogado de tres de los acusados, “Una relación consentida y placentera”, para el letrado del acusado que en aquel momento era guardia civil.
Este último abogado, Jesús Pérez, ha sido el que más detalles ha incluido en sus conclusiones. Segundo a segundo, fotograma a fotograma, ha asegurado que el hecho de que la mujer aparezca con los ojos cerrados, las frases que se escuchan o incluso su rictus no muestran falta de consentimiento o sometimiento ni tampoco dolor o asco. Pérez ha sido tan descriptivo que él mismo se disculpaba ante el tribunal. “Qué asco”, murmuraba alguien entre el público.
Los abogados han dibujado un ambiente en el que sus defendidos, sí o sí, estaban condenados desde el principio. Su derecho a la presunción de inocencia, aseguran, se ha vulnerado. Las pruebas periciales, también el minucioso análisis de los vídeos por parte de la policía foral, y las declaraciones de los agentes han estado “viciadas”, “contamidas”, encaminadas a encontrar “una agresión sexual”. Jesús Pérez ha llegado a dirigirse a los periodistas para expresar su deseo de que “no haya ningún prejuicio”. Inmediatamente, el presidente del tribunal le ha recordado que su alegato se dirigía a los jueces y no al público.
Siguiendo la línea de los juicios paralelos y la presunción de inocencia, Agustín Martínez Becerra, defensor de tres miembros de 'la manada', ha dedicado sus últimas palabras a hacer un retrato de sus defendidos. “Pueden ser infantiloides, imbéciles, patanes, primarios incluso en sus pensamientos”, pero “son buenos hijos, algunos trabajan o lo intentan, y están profundamente unidos a sus familias”. Detrás de él, varios de ellos se enjugaban las lágrimas.