Escribir ‘Lorca’ en una pared. O ‘Machado’. Y ‘¡Viva la Universidad libre!’, una pintada para la historia de la lucha contra la dictadura de Franco trazada en 1947 sobre las piedras de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid. Uno de los ideólogos de aquellos grafitis antifranquistas era Nicolás Sánchez-Albornoz. Más de 70 años después va a revivir la pintada y las reivindicaciones por las que acabó en la cárcel.
El mismo 20N, aniversario de la muerte del dictador, un grupo de estudiantes recreará en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid las consignas que trazaban activistas de la Federación Universitaria Escolar (FUE). El propio Sánchez-Albornoz estará en el Campus de Somosaguas este martes junto a Maruja, la hija de Manuel Lamana (fallecido en el exilio en 1996), también detenido en el año 48 por pertenencia a una organización estudiantil clandestina.
Los dos acabaron como presos forzados en Cuelgamuros. Y se fugaron del actual Valle de los Caídos. Pero aquel ejemplo de resistencia grafitera al franquismo fue borrado por el Gobierno de Cristina Cifuentes al declarar el lugar como Bien de Interés Cultural (BIC) en 2017. La Comunidad de Madrid eliminó las pintadas para evitar un “efecto llamada”, como justificaron los responsables de patrimonio del gobierno regional.
“No hice la pintada”, dice Sánchez Albornoz
“De la pintada se habló mucho, se me atribuye a mí aunque yo no la hice, fueron compañeros de otras facultades”, explica Nicolás Sánchez-Albornoz a eldiario.es. “Yo estaba en esa facultad (entonces Filosofía y Letras) y por diversas razones no podía exponerme a que me reconocieran –continúa–, así que era mejor que lo hicieran compañeros de otras facultades, sobre todo los de química, que recomendaron que se hiciera con nitrato de plata”, para que las letras dibujadas sobre los ladrillos quedaran ocultos durante la noche “y se llegaran a ver con la luz del día”.
“Todo está muy bien”, apunta sobre los actos programados y revivir el lema ‘¡Viva la Universidad libre!’ rodeado de estudiantes. “Es una cosa vistosa que se recuerda ahora sobre todo por la película de Fernando Colomo”, Los años bárbaros. Pero no se reivindica como autor material del grafiti antifranquista. “Había cosas más importantes”, reivindica. Trabajos como “la propaganda diaria, el reclutamiento de compañeros, o el contacto con otras universidades y juventudes de partidos clandestinos”, enumera.
“La pintada”, dice como curiosidad, “no aparece en las imputaciones” que llevaron a Sánchez-Albornoz y Lamana a pisar las cárceles franquistas y la fuga de ambos del trabajo esclavo en el Valle de Cuelgamuros. Ambos eran “responsables” de la FUE. “Pero había mucha más gente y la pintada fue una entre otras muchas actividades”, señala.
“Nos exponíamos a un peligro muy real pero teníamos convicciones políticas y había que arriesgarse”, cuenta. Y acabaron detenidos “por estas actividades” y porque el régimen franquista “estaba ya cansado de tener una organización de estudiantes clandestina en la universidad”, subraya.
De Carabanchel fueron “enviados a Cuelgamuros, no al Valle de los Caídos porque no existía en ese momento”. El mausoleo donde yace la momia de Franco “se estaba construyendo”. Sánchez-Albornoz acaba tirando de pedagogía: “No quiero que se deforme la historia, lo que quiero es que se reivindique la organización de los estudiantes”.
“Un castigo ejemplar” por las pintadas
“Ninguno de los dos hizo la pintada, ellos formaban parte del movimiento estudiantil y de resistencia de aquellos años”, confirma la hija de Manuel Lamana, Maruja. Pero pintar las paredes de la Facultad de Filosofía y Letras fue “el detonante” para que el régimen franquista “hiciera una macro redada en la que detuvieron a muchos miembros de la FUE”, apunta.
El caso de las pintadas acabó siendo “un juicio a muchas personas” y algunos, como Sánchez-Albornoz y Lamana, recibieron “un castigo ejemplar”. Una condena “a seis años” de prisión “que no se correspondía con lo que habían hecho, fue una barbaridad de la dictadura”, dice Maruja Lamana a eldiario.es.
“Mi padre había estado detenido antes por panfletos, por ejemplo, pero esta fue la gorda”, rememora. “Y Nicolás era el hijo del presidente de la República en el exilio”, Claudio Sánchez-Albornoz, “una figura muy llamativa”. Franco dijo ‘no’ y acabó ejemplarizando, sostiene.
Porque enjuiciar a los miembros de la FUE significaba atacar “todo el trabajo hecho por recuperar una organización por las defensas de las libertades”. Eran “la resistencia estudiantil” y la reconstrucción va a servir décadas más tarde. La antaño Facultad de Filosofía y Letras acoge el 20N una serie de homenajes a “quienes lucharon por la libertad, contra el fascismo”, según la convocatoria. “Estoy muy contenta porque es un tema vigente, de actualidad”, incide Lamana.
Cuando Cifuentes quiso ‘borrar’ la historia
Pero los grafitis antifranquistas desaparecieron al hilo de la declaración de BIC en la categoría de monumento del edificio por el Gobierno de Cifuentes. Mantener “las trazas de las pintadas alusivas a la Federación Universitaria Escolar, realizadas en 1947” podrían causar un “efecto llamada”, según justificó entonces la Comunidad de Madrid.
“Los autores eran químicos e ingeniaron el método este del líquido de revelado fotográfico que positivó con la luz del sol y no pudieron borrarla”, dice Lamana. “Lo que persiste de la pintada es porque como no pudieron borrarla, rasparon el ladrillo” para borrar la tinta y dejaron un rastro en la piedra.
“Es importante que los jóvenes tengan una memoria que en España está muy escamoteada, no se enseña en los colegios cómo fue y hay una gran confusión con respecto a que hubo dos bandos en una guerra civil, y lo que hubo fue un levantamiento contra un gobierno democrático”, expone Maruja Lamana.
El edificio tiene una historia emblemática. La Ciudad Universitaria madrileña, en Moncloa, acabó siendo un importante campo de batalla durante la guerra civil española. Acabó destruida en parte. Antes, la Facultad de Filosofía y Letras se había trasladado al nuevo campus en 1933, en plena República.
Y fue germen de resistencia antifascista. El invierno de 1947 vivía la reorganización de la FUE y una suerte de celebración de un año de trabajo que quedó estampado en forma de pintadas en los ladrillos de la facultad.
Alguien escribió en la pared ‘Lorca’, ‘Machado’, ‘Viva FUE’ y ‘¡Viva la Universidad libre!’, el régimen no pudo aguantarlo y un grupo de estudiantes acabó encarcelado. Entre ellos Nicolás Sánchez Albornoz y Manuel Lamana, cuya hija, Maruja, regresa también al lugar de aquellos grafiti antifranquistas que han quedado escritos en la historia.