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Vivir sin papeles el día del Orgullo: “Por muy LGTBI que seamos, somos migrantes y eso nos atraviesa”

Manifestación del Orgullo Crítico 2019 en la Plaza de Pedro Zerolo de Madrid.

Marta Borraz / Cristina Armunia Berges

27 de junio de 2022 22:26 h

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No son solo personas LGTBI, son migrantes que viven en España afrontando el miedo y la exclusión que supone estar en un lugar que puede expulsarles en cualquier momento. Las personas de orientaciones sexuales e identidades diversas que no tienen papeles afrontan una doble discriminación que ha llevado al Orgullo Crítico a poner el foco en ellas este año. A pesar de la celebración de la cumbre de la OTAN en Madrid, la manifestación no ha renunciado al 28 de junio, el día en que hace medio siglo los disturbios de Stonewall inauguraron el movimiento de liberación LGTBI, aunque sí tendrá que salir del centro de la capital por primera vez. Y lo hará bajo el lema “Sin papeles no hay Orgullo”. 

Esto es lo que experimenta en su piel Maykol Noya cada día desde que llegó a España desde hace tres años. La discriminación, cuenta, puede ser más o menos sutil. Puede ir desde un “panchito” en boca de otros hombres en una discoteca, por ejemplo, o hasta el punto de tener serios problemas por su condición de migrante para obtener la medicación necesaria para su tratamiento de VIH.

“Llegué de Colombia huyendo por un tema de serofobia (discriminación hacia las personas que viven con VIH) y LGTBIfobia. En mi país, la enfermedad está muy estigmatizada y es muy difícil acceder al tratamiento”, asegura Noya, que llegó a España con la ayuda de la asociación de personas migrantes y refugiadas Kifkif y ahora forma parte de ella haciendo labores de acompañamiento y portavocía. “Al llegar me encontré con una barrera doble para poder acceder a los servicios sanitarios, no podía como turista, pero tampoco era un ilegal, tenía que esperar o ir por urgencias”, recuerda, y comenta animado que espera que algunas cosas cambien en su país de origen tras la victoria de Petro. 

Maykol asegura que el lema de la manifestación de mañana, el de “Sin papeles no hay orgullo”, es como su “propia vida”. “Me representa completamente. Madrid dice que te ama como eres, sin importar a quien ames. Pues debería plasmarlo en un papel con tinta porque yo no puedo amar libre. ¿Cómo me caso si no tengo papeles?”.  

Violencias que se suman

Esta protesta alternativa lleva 16 años saliendo a las calles para recuperar el espíritu reivindicativo frente a lo que consideran la “mercantilización” del Orgullo LGTBI, que se manifestará en Madrid el próximo 9 de julio. No es la primera vez que centra sus demandas en las personas migrantes o racializadas, ya hace diez años se movilizó bajo el lema “Con fronteras no hay Orgullo”, pero este año ha querido aliarse con la campaña Regularización Ya, que recoge firmas para impulsar una iniciativa legislativa popular para regularizar a los extranjeros que vivan en España desde antes del 1 de noviembre de 2021.

Acudir a comisaría como una persona blanca y con DNI español hace que más o menos te sientas respaldada, pero si no tienes papeles, las instituciones no están de tu parte

Tatiana Romero

“Una persona migrante sin papeles se enfrenta a todas las violencias que sufre una persona LGTBI y las que sufre una persona en situación irregular. Se suman”, describe Tatiana Romero, que forma parte de la plataforma Orgullo Crítico. No tener papeles suele colocar a las personas migrantes en una situación de vulnerabilidad en casi todos los ámbitos: desde el acceso a la vivienda o al médico a la posibilidad de encontrar trabajo o, directamente, caminar por la calle. Espacios que a veces son, ya de por sí, hostiles para quienes son LGTBI. “Una persona del colectivo puede sentirse insegura por el miedo a un delito de odio, por ejemplo, pero si no tiene papeles también temerá las redadas racistas”, ejemplifica la activista mexicana.

Es más, denunciar cualquier agresión, ahora que las que tienen que ver con la orientación sexual o identidad de género están al alza, es casi una carrera de obstáculos para quienes están, además, en una situación irregular: “No vas a ir… Al final te da mucho pavor porque piensas que puedes meterte en un problema. En cierta manera, acudir a comisaría como una persona blanca y con DNI español hace que más o menos te sientas respaldada, pero si no tienes papeles, las instituciones no están de tu parte”, cuenta Romero, que describe una situación de “estrés emocional y fragilidad” constante ante el temor a un expediente de expulsión o a la deportación. “Vives con el miedo en el cuerpo”, añade.

“Por muy LGTBI que seamos, somos migrantes y eso nos atraviesa”, señala el director de la organización KifKif, Samir Bargachi, que pone el foco en cómo la doble discriminación “suele hacernos invisibles a ojos de la Administración”. Un ejemplo es lo que ha ocurrido con la llamada 'ley trans', que excluyó en un primer momento a los migrantes con papeles y refugiados del cambio de sexo legal. La norma, aprobada en segunda vuelta por el Consejo de Ministros este lunes, en la víspera del Orgullo, lo ha revertido en esta segunda versión y sí se lo permitirá con los documentos expedidos en España y siempre que no puedan hacerlo en sus países, algo que KifKif ha celebrado como “un paso histórico” para los migrantes trans.

El director de KifKif pone el foco en la necesidad de que “cada vez se hable más” de la diversidad que conforma al movimiento LGTBI. “Parece que se ha ido gestando una comunidad LGTBI moderna, pero las desgraciadas están en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) o no pueden ir al médico”, ilustra. “En las pateras que llegan hay personas LGTBI y en los aviones que deportan personas, también. No podemos darles la espalda como comunidad”, añade Bargachi.

“Refugiados de primera y de segunda”

C.R. está a punto de conseguir sus papeles cinco años después de llegar a España. Este periplo ha sido largo y complejo, relata al otro lado del teléfono. Decidió dejar Chile por una persona con la que llegó a casarse, pero rompieron antes de completar todos los trámites necesarios para obtener la ciudadanía. Después llegó la pandemia, y con ella una mayor lentitud en los procesos burocráticos, así como mayores dificultades para encontrar cualquier tipo de trabajo.

Les están dando papeles a los refugiados de Ucrania sin dar mucha más vuelta al asunto y la gente del sur global no está teniendo las mismas oportunidades

C.R

“Llegamos y nos casamos, pero no resultó y ella me dejó sin papeles. No alcancé a hacer los trámites de extranjería. Primero te casas y luego hay que hacer todo el trámite”, narra amargamente. Prefiere no decir su nombre porque ha vuelto a casarse y, si todo va bien, pronto tendrá entre sus manos el ansiado documento.

En la manifestación del Orgullo Crítico de este martes, C.R. quiere protestar por el hecho de que exista “una superioridad de derechos” para unas personas y no para otras, y no considera justo que España haya podido agilizar los trámites para los refugiados ucranianos y no para el resto de migrantes.

“Les están dando papeles a los refugiados de Ucrania sin dar mucha más vuelta al asunto y la gente del sur global [en referencia a América Latina y a África] no está teniendo las mismas oportunidades. Esta es una situación que siempre se repite porque este es un sistema racista”, protesta. “El color de tu piel importa y también tu situación socioeconómica”. Con 32 años, C.R. lleva un tiempo intentando poner en marcha un negocio autogestionado de venta de comida.

“Hay refugiados de primera y de segunda”, confirma el portavoz de Kifkif. “¿Por qué un africano tiene que esperar diez años, un latino por lo menos tres y un ucraniano llega y tiene toda la vida solucionada?”, se pregunta.

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