El recrecimiento de Yesa ha llegado este sábado a Madrid para “inundar el Congreso de los Diputados”. Varios centenares de personas, “unos 400 o 500” según los organizadores de las Asociaciones Río Aragón (Aragón) y Yesa+No (Navarra), se han dado cita en la Carrera de San Jerónimo para reivindicar la paralización del proyecto de recrecimiento del embalse de Yesa.
Al grito de “que no, que no, Yesa no” y “por seguridad, no al recrecimiento”, los manifestantes aseguran que las obras no solo afectan a aspectos socioeconómicos o ambientales, sino que también perjudican a la propia integridad de las poblaciones cercanas.
Los movimientos en las laderas que sostienen Yesa son uno de los principales quebraderos de cabeza de los vecinos de la zona, que han visto como la obra ha agravado la situación. “En 2006, se produce un deslizamiento que mueve 3,5 millones de metros cúbicos de materiales”, afirma José Luis Benito, de la Asociación Río Aragón. En 2012, se producen nuevos movimientos que con el paso del tiempo van empeorando y, un año más tarde, en febrero de 2013, obligan a desalojar dos urbanizaciones de la zona y a retirar 1,5 millones de m3 de tierra.
Bajo las banderas aragonesas y vascas, la concentración ha sido apoyada por formaciones políticas como Izquierda Unida-Unidad Popular, Chunta Aragonesista, Bildu, Geroa Bai, Equo y diversas organizaciones ecologistas del Estado como Ecologistas en Acción, GreenPeace, WWF, SEO o la Plataforma de Defensa del Ebro.
La historia del recrecimiento de Yesa
El proyecto del recrecimiento del embalse de Yesa nace en 1985 con el fin de plantear una regulación de los ríos Irati y Aragón (este último, afluente del Ebro). La propuesta consistía en triplicar la capacidad del embalse, pasando de 470 a 1.525 hm3 con el objetivo de tener más agua para el regadío. El plan hidrológico, que fue desestimado por la Dirección General de Obras Públicas, salió a la palestra ocho años más tarde, en 1993, manteniendo las características técnicas similares de metros y volumen de agua que el proyecto de mediados de los ochenta.
Este plan de recrecimiento suponía la desaparición de la localidad de Sigüés y las expropiaciones de importantes superficies de los municipios zaragozanos de Artieda y Mianos. Surgió entonces un debate público entre los que apoyaban el proyecto, los beneficiados por el aumento de la superficie de regadío, y los detractores, en esencia, las poblaciones de los núcleos afectados y algunas organizaciones ecologistas.
El 23 de abril de 1999 se publica en el BOE la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) para el recrecimiento de Yesa. En junio se sacó a concurso la contratación de la obra, y un año después, el día 6 del mismo mes, se adjudicaron las obras a una unión temporal de empresas entre las cuales se encontraba ACS o Agromán (Ferrovial).
La primera piedra la puso el entonces ministro de Medio Ambiente, el popular Jaume Matas. El presupuesto en aquel momento era de 113 millones de euros. Ahora está a punto de superar los 460. “Es un monstruo al que le van metiendo dinero, está todo absolutamente pervertido”, apunta Miguel Solana, de la Asociación Río Aragón.