De la A a la Z: Breve diccionario de feminismo
8 DE MARZO
Las fechas conmemorativas sirven para denunciar discriminaciones, sensibilizar acerca de temas determinados o llamar la atención sobre problemas sin resolver.
El feminismo tiene como una de sus marcas de identidad la celebración del 8 de marzo, Día internacional de la Mujer. Llevamos más de un siglo gritándole al mundo su vergüenza, el que la mitad de la humanidad ha sido y está aún sojuzgada, discriminada, violentada, borrada de la historia. En ese día, desde las grandes ciudades hasta los pueblitos de todo el mundo se llenan de actos conmemorativos. En algunos lugares son multitudinarios, en otros salen a la calle un número reducido de mujeres, pero en todos se desglosan la subordinación, explotación y discriminación que soportamos. He aquí su historia, nuestra historia.
Se podían haber elegido muchas fechas, ya sea cualquiera de las de la publicación de obras fundamentales para el feminismo, o la fecha de nacimiento o muerte de cualquiera de las que lucharon por nuestros derechos; o en recuerdo de hitos históricos, como cuando Olympe de Gouges leyó su Declaración de derechos de la mujer y la ciudadana o el inicio de la larga lucha por el derecho al voto. Hay muchísimas muestras de valor, muchas acciones y muchos nombres de mujeres para elegir
Las mujeres, recluidas en el ámbito doméstico, lo teníamos difícil para imponer una fecha internacional. Se necesitaban organizaciones potentes con capacidad de movilizar a miles de personas y estas eran estructuras sociales masculinas. Por eso, desde 1848, con un movimiento obrero y de izquierdas cada vez más importante, las mujeres feministas pertenecientes a sindicatos y partidos de izquierda, todas ellas con la agenda común del derecho al sufragio femenino junto a derechos laborales, lo lograron. Fueron Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo, entre otras, las que impulsaron una fecha conmemorativa para las reivindicaciones de las mujeres.
En la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague en 1910, con más de cien delegadas de 17 países, Clara Zetkin llamó a celebrar cada año las reivindicaciones femeninas. En 1911, el 19 de marzo, más de un millón de mujeres y hombres se manifestaron en Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza. En Rusia, potentísimas feministas como Alexandra Kollontai, Inessa Armand y Nadia Krúpskaia impulsaron una importante manifestación por los derechos de las trabajadoras el 8 de marzo de 1913.
Tras el parón que supuso la Primera Guerra Mundial, se retomó la celebración del Día de la Mujer, ya en 8 de marzo. Lo que ha quedado como la “historia oficial” es que el 8 de marzo de 1908, en la fábrica de Cotton en Nueva York, 129 obreras en huelga y encerradas allí murieron abrasadas por un incendio provocado por el patrón. En la realidad, las fechas y las luchas fluctúan, pero sí es verdad que en esos tiempos las manifestaciones y huelgas se multiplicaban y en casi todas ellas hubo muertas, porque la conquista de libertades y derechos ha estado siempre regada con sangre insumisa, rebelde y revolucionaria.
Con los años se llamó Día Internacional de la Mujer, pues toda mujer, al margen de la clase social o el país donde haya nacido, del color de su piel o su edad, al margen de otras opresiones que nos atraviesan, sufrimos la misma base de opresión por el hecho de haber nacido mujeres.
En nuestro país se celebró el 8 de marzo durante la Segunda República y se retomó desde 1977, cambiando las reivindicaciones según íbamos conquistando derechos. Durante muchos años han sido manifestaciones reivindicativas, radicales, alegres y provocativas, pero siempre en una horquilla que oscilaba entre 3.000 y 6.000 asistentes. Su organización corría por cuenta de multitud de grupos feministas que se coordinaban para la unidad de acción.
El feminismo siempre ha sido un movimiento internacional, con conexiones entre diferentes países. Esto ha posibilitado que, a propuesta de Argentina y Polonia, los años 2017 y 2018 para el Día Internacional de la Mujer se convocaran también huelgas feministas de cuidados, laboral y de consumo, uniendo a miles de mujeres de todos los sectores y edades. El éxito en España ha sido incuestionable y las manifestaciones ya llamadas 8M fueron seguidas por millones de mujeres, desde grandes ciudades hasta el último pueblo habitado.
Nina Parrón
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