Su nombre es Z10. Es un autobús de 15 plazas, 100% eléctrico y con una particularidad: funciona sin conductor. Será el primer vehículo totalmente autónomo en circular por tráfico abierto en España, y ya calienta motores para estrenarse, en las próximas semanas, en el campus de Cantoblanco de la Universidad Autónoma de Madrid.
La velocidad no es lo suyo: alcanza como máximo los 20 kilómetros por hora para garantizar la seguridad. Los ojos del Z10 son varias cámaras y sensores: “Si observa un obstáculo a tres metros de distancia, aminora la marcha, y en caso de persistir la presencia de ese obstáculo, el vehículo se para”, explica Santiago Atrio, vicerrector de Campus y Sostenibilidad de la UAM.
La idea es que realice un recorrido circular de 3,8 kilómetros por el campus, bordeando su perímetro, y que se pueda utilizar con la tarjeta de transporte público. Comenzará el trayecto en la parada de la Facultad de Psicología, luego pasará por la de Derecho y la siguiente parada será la ubicada entre el Centro de Biología y la Plaza Mayor. De allí, a la Escuela Politécnica Superior, el IMDEA Nanociencia y el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. La penúltima parada será en las residencias universitarias y, finalmente, la zona de deportes.
El Z10 lleva semanas siendo evaluado en diferentes pruebas de circulación para asegurar su total seguridad e independencia. “A partir de la geolocalización se le instruye para que siga un recorrido a través de la conexión 5G”, detalla Atrio. De modo que, si pierde la cobertura, se detendría automáticamente. Otro asunto son los obstáculos que pueda encontrar por el camino. “Si hay un coche mal parado o en mitad de la vía, el vehículo se para”. Y si la cosa se complicara, intervendría el asistente de ruta. Estará en el interior del vehículo pero no para conducirlo (el autobús está diseñado exclusivamente para ser autónomo), sino para aportar criterios de seguridad cuando sea necesario.
Una iniciativa conjunta
Este proyecto es una iniciativa conjunta del Consorcio Regional de Transportes de Madrid y la UAM, de la que participan también la Dirección General de Tráfico (DGT) y la compañía de transportes ALSA. La idea surgió tres años atrás, en 2017, pero la firma de convenio tuvo lugar el pasado 16 enero.
“Pensamos que en las instalaciones de la UAM podía ser útil disponer de una movilidad interna, pero queríamos que fuera sostenible y con el mínimo de emisiones posible” apunta Santiago Atrio.
“En caso de implementarlo en el resto de universidades sería un servicio muy similar. No se trataría de suplir unos autobuses por otros, sino colaborar con este vehículo autónomo para el servicio de los profesores y estudiantes en el campus en unos entornos más confinados”, señala con entusiasmo Soledad Pérez-Galdós, coordinadora de Infraestructuras e Innovación del Consorcio Regional de Transportes de Madrid.
El proyecto ha costado 448.000 euros, que ha sido aportado principalmente por ALSA. La Autónoma ha adecuado uno de los almacenes para que sirva de depósito del vehículo. En caso de que en un año se viera que las labores del Z10 no son necesarias, ese almacén revertiría en la universidad. Pero las expectativas van en dirección contraria. Si el servicio funciona, el plan supone incorporar más autobuses.