Así fue como un abrigo de señora y una pelota vieja dieron vida a la rana más famosa del mundo

No fue fruto de un diseño estudiado ni de una gran producción. La Rana Gustavo nació porque alguien cogió un abrigo viejo y una pelota de ping-pong. Es la demostración de que, a veces, lo que empieza siendo un apaño acaba convirtiéndose en un referente mundial.
Y no hay otro batracio en la cultura pop que haya conseguido lo mismo. Aunque parecía una marioneta hecha con con retales, se transformó en el personaje más reconocible del universo Henson. Lo curioso es que al principio ni siquiera era una rana.
Los primeros pasos de un personaje irrepetible
En los años cincuenta, Jim Henson no tenía más ambición que llenar cinco minutos de televisión antes del telediario en Washington D. C. Lo que terminó haciendo fue crear una pequeña revolución en la pequeña pantalla con Sam and Friends, una serie breve, surrealista y experimental donde apareció por primera vez el que más tarde sería conocido como Kermit.
Pero aquel primer muñeco era, en palabras del propio Henson, “más un lagarto que una rana”. Tenía los pies redondeados, no llevaba aún su cuello dentado característico y su tono verde era mucho más apagado.

El nombre de Kermit ha dado lugar a varias teorías. Una de las más extendidas es que fue un homenaje a Kermit Scott, un compañero de Henson en la universidad, aunque también se ha mencionado a un productor de la NBC llamado Kermit Cohen. Jim nunca lo aclaró del todo, pero el nombre se quedó. En España se le bautizó como Gustavo por decisión de los traductores.
Ese prototipo fue confeccionado por él mismo con materiales domésticos. El cuerpo salió de un abrigo de primavera que había pertenecido a su madre, los ojos estaban hechos con una pelota de ping-pong cortada por la mitad y el interior se completó con unos vaqueros reciclados
Esa elección tenía un propósito concreto: “Quería una marioneta que pudiera expresar más que las que se hacían con materiales duros”, explicaba Henson, que prefería dejar hueca la cabeza del muñeco para que el movimiento viniera solo de la mano del titiritero.
No era exactamente una rana, pero acabó siéndolo a su manera
La transformación en rana llegó más adelante, a partir de 1967, cuando Kermit protagonizó un especial televisivo. Fue entonces cuando su aspecto se volvió más redondeado, más verdoso, más anfibio. Aun así, el creador siempre dejó claro que “Kermit no es realmente una rana”. “Se le llama Rana Gustavo, pero en realidad es simplemente Kermit”.
Con los años, ese personaje se convirtió en el centro emocional de un universo habitado por criaturas disparatadas, y Henson lo definía como “el punto estable en mitad de la locura, un tipo considerado, algo sarcástico, pero con mucha calidez”.
La evolución del personaje coincidió con el salto a la televisión en color. En 1963 se actualizó el tono de verde para que destacara mejor en pantalla. Y desde 1973, apenas ha habido cambios. Su forma de moverse, sus gestos y su mirada siguen siendo idénticos a los de aquella primera versión, construida con materiales reutilizados, que apareció por sorpresa en la pequeña pantalla.
El impulso definitivo para ser uno de los personajes más queridos de la televisión
El resto del reparto de Sam and Friends—como el monstruoso Mushmellon o el cráneo púrpura Yorick—aportaba el humor más grotesco, pero fue esa fusión de lagarto y rana simpática el que acabó llevándose todo el protagonismo.
A partir de 1969, el personaje comenzó a aparecer regularmente en Barrio Sésamo, donde su popularidad se disparó gracias a las entrevistas que protagonizaba con otras marionetas. Ahí se consolidó su personalidad tranquila y paciente, rodeado de un entorno aún más caótico.
Muchos años después, en una ceremonia en el National Museum of American History, el muñeco original fue donado por Jane Henson, la mujer del marionetista, que también participó en el programa desde el principio. Durante el acto, recordó que su marido construyó a Gustavo cuando tenía poco más de veinte años y que su estilo experimental se debía, en parte, a la libertad absoluta que tenía: “Probamos cosas realmente raras y, como nadie se quejaba, llegué a la conclusión de que nadie del canal veía el programa”.

Ese espacio que el matrimonio pensaba que nadie veía ganó un Emmy regional en 1958 y sirvió para que Henson se tomara en serio algo que hasta entonces consideraba una afición. “No parecía el tipo de trabajo que un adulto tuviera como profesión”, reconoció tiempo después. Se hicieron más de mil episodios de ese primer experimento televisivo.
Sin embargo, lo que salió de aquel abrigo viejo terminó abriendo un camino nuevo en la televisión. Y continúa exactamente igual, con esos ojos de plástico y esa mirada entre paciente y resignada.. Convirtiendo cada gesto en algo vivo. Aunque no lo sea.
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