La diáspora maya ha creado en Estados Unidos un renacimiento lingüístico sin precedentes

En barrios de Oakland o San Francisco, idiomas como el mam, el k'iche' o el q’anjob’al forman parte del día a día de comunidades

Héctor Farrés

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Los conquistadores españoles no solo impusieron un nuevo orden político y religioso, también redibujaron la cartografía cultural de todo un continente. Su llegada a suelo americano en el siglo XVI supuso una transformación profunda en las estructuras sociales, económicas y lingüísticas de los pueblos originarios.

Con la cruz en una mano y la espada en la otra, consolidaron un sistema de dominio que alteró para siempre la vida de millones de personas. Las alianzas con caciques locales, el uso estratégico del idioma y la destrucción sistemática de tradiciones preexistentes fueron algunas de sus herramientas más efectivas.

En ese proceso de conquista, las lenguas indígenas se vieron arrinconadas, aunque algunas lograron sobrevivir y hoy resurgen, en un contexto completamente distinto: las ciudades del oeste de Estados Unidos.

Las lenguas indígenas sobrevivieron al imperio y ahora se escuchan en ciudades californianas

En calles de Oakland o San Francisco es posible escuchar expresiones en mam, k'iche' o q’anjob’al, idiomas originarios de Guatemala que hoy forman parte del paisaje sonoro de barrios donde miles de migrantes han rehecho su vida. Entre ellos, quienes llegaron en las últimas décadas tras largas travesías desde el altiplano guatemalteco.

La presencia de estas lenguas en Estados Unidos responde, en parte, a la falta de dominio del español entre algunos migrantes indígenas, lo que ha impulsado la necesidad de crear espacios donde sus idiomas puedan mantenerse vivos, incluso fuera de su territorio ancestral.

Una de las consecuencias más claras de esta expansión lingüística se observa en el ámbito institucional. Desde 2024, California aplica una ley que obliga a registrar los idiomas preferidos de los migrantes latinoamericanos, lo que incluye también lenguas como el k'iche' o el mam. Con esta medida se busca garantizar una atención pública más adecuada, tanto en hospitales como en tribunales, donde la necesidad de intérpretes especializados se ha vuelto urgente.

Algunos jóvenes de origen indígena colaboran en ese esfuerzo desde hace años: traducen textos legales y enseñan mam en centros como Laney College, donde profesores de secundaria acuden para poder comunicarse mejor con su alumnado.

El vínculo entre pequeñas aldeas de Guatemala y barrios del norte de California sostiene esta red cultural

La historia de este fenómeno, sin embargo, no parte de una política oficial, sino de una cadena migratoria que ha tejido vínculos sólidos entre aldeas de Guatemala y barrios del norte de California. San Juan Atitán es uno de los puntos de origen más relevantes. De allí, como destaca la BBC, salió Aroldo tras la muerte de su padre, cruzó México a pie y se instaló con sus primos en la bahía. En su memoria, el idioma mam quedó unido a la imagen de su padre, que aparece en una fotografía colgada sobre la estufa: camisa magenta tejida a mano, gorro negro y una mirada fija al frente.

El crecimiento de esta diáspora ha transformado la economía de comunidades enteras. En San Juan Atitán, como explicaba Silvia Lucrecia Carrillo Godínez desde su labor como maestra a la BBC, los cultivos de maíz han sido sustituidos por remesas, y las prioridades educativas han cambiado: “El consejo que se da desde aquí es aprender a sumar, restar, algo de español e irse a Estados Unidos”.

Allí, en medio de mensajes de WhatsApp en mam y fiestas tradicionales organizadas por comités vecinales, se mantiene una vida marcada por los recuerdos de la infancia, la responsabilidad familiar y la voluntad de regresar algún día. Aroldo recuerda a la BBC cómo escuchaba las cintas de sus primos en la cocina de su madre, mucho antes de emprender su viaje, y ahora anima a su sobrino a no perder el idioma. “Primero el mam, luego el español y por último el inglés”, le repite.

La revitalización lingüística se apoya en la oralidad, la escritura ancestral y la tecnología

Esta transmisión generacional no es solo una cuestión de afecto o costumbre. En algunos casos, el conocimiento del idioma ha abierto oportunidades laborales e impulsado proyectos culturales. En Canadá, por ejemplo, el académico maya Genner Llanes-Ortiz ha recordado cómo las lenguas mayas no solo sirven para contar la historia de sus pueblos, sino también para afrontar los retos del presente. A su juicio, como apunta la BBC, siguen “usando nuestras lenguas para escribir nuevas formas de tratar lo que nos afecta”.

Ese impulso también ha llegado a lo escrito. Aunque los jeroglíficos fueron prohibidos tras la colonización, algunas iniciativas actuales como Ch’okwoj o Chíikulal Úuchben Ts’íib trabajan para revivir la escritura ancestral a través de talleres, camisetas y material escolar con glifos mayas, promoviendo el conocimiento entre nuevas generaciones.

El resurgir de las lenguas mayas en Estados Unidos no se explica únicamente por la migración. La oralidad, la tecnología y las redes sociales han facilitado una revitalización sin precedentes. Lejos de extinguirse, estas lenguas siguen en movimiento. Y lo hacen gracias a quienes, como Aroldo, las llevan consigo a donde vayan.

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