El caso de Hotdog, la perrita nadie quiere adoptar por tener problemas de corazón

La última en marcharse no fue la que nadie quería, sino la que más había esperado. Mientras el resto de los perros salía con sus nuevas familias, ella permanecía sentada, mirando a través del vallado como si aún confiara en que algo cambiase en el último minuto.
Hotdog no ladró, no lloró, no se movió. Solo se quedó ahí, con el mismo gesto que había tenido durante el año entero que llevaba esperando. Una perra de tamaño pequeño, ya mayor, con una mirada tranquila y la cabeza ladeada, como si escuchase algo que solo ella podía oír.
Una vida marcada por el abandono y la espera
Fue Paw Squad 559, una organización de rescate en California especializada en perros abandonados y con problemas médicos, la que decidió llevarla a un evento de adopción colectivo. Allí, en medio del bullicio, mientras cada uno de los animales encontraba familia, ella volvió a quedarse sola.
La decisión de incluirla en el evento había sido meditada. A pesar de su historial complicado y de los problemas cardíacos que arrastraba, confiaban en que su momento llegaría. “Por culpa del soplo en el corazón no iba a salir del refugio”, explicó LaRee Holt, miembro de la asociación.
Antes de aquel día, la historia de Hotdog ya era larga. La recogieron llena de leche, sin rastro de cachorros, tras años de cría descontrolada. La acogieron, la trataron médicamente y la instalaron en una casa de acogida. Durante doce meses, nadie se interesó por ella.
La organización nunca pensó que el tratamiento médico fuese una barrera insalvable. Sabían que, aunque requería medicación diaria, era una cuestión que se podía asumir por una familia realmente interesada por la perra. “El corazón se nos rompió cuando vimos que Hotdog seguía ahí, mirando desde el parque vallado con el poquito de esperanza que aún le quedaba”, contó Holt. Aquel momento fue el que les empujó a publicar su historia en redes.
El día que una publicación cambió el rumbo de toda una vida
La publicación se viralizó en cuestión de días. Decenas de solicitudes comenzaron a llegar de golpe, y con ellas, una familia en particular: apareció en el primer encuentro llevando calcetines con dibujos de perritos calientes para verla en persona. “Desde que se hizo viral, empezaron a llegar montones de solicitudes”, explicó Holt. La conexión fue inmediata. Hotdog movía el rabo de lado a lado con un ritmo constante, como si por fin entendiera que aquella salida del parque era distinta.
Entre todas las respuestas que recibió la publicación, hubo una que marcó la diferencia. Un donante anónimo decidió costearle la medicación durante un año. A partir de ahí, la adopción dejó de ser solo una opción para convertirse en una posibilidad real. En ese momento, su historia dejó de ser la de una perra ignorada para pasar a ser la de una que por fin estaba cerca de su final feliz.
La organización, mientras tanto, continúa con su trabajo. “Nos centramos en los que más tiempo llevan esperando, en los que casi nadie ve como nosotros, en los que consideramos auténticos tesoros”, explicó Holt. Por cada perro que encuentra una familia, otro ocupa su lugar. Es un ciclo constante, sin pausas. Aunque ahora, por fin, Hotdog está a punto de salir de él.
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