La verdad detrás de los legendarios cementerios de elefantes y sus rituales de muerte

El golpe fue seco y estremecedor. Luego, el silencio. Un vacío sofocante, solo interrumpido por el susurro de las hojas mecidas por el aire caliente. En el centro de aquella escena, un cuerpo inmóvil, polvo flotando en el aire y una figura que no se movía, con la trompa extendida hacia el suelo.
Las despedidas nunca son fáciles, pero pocas veces se ha visto una tan conmovedora como la de Magda. La elefanta permaneció junto al cuerpo inerte de su compañera durante horas, negándose a dejarla sola. Nadie podía acercarse. “Se negó a permitir que los veterinarios se acercaran al cuerpo de Jenny durante varias horas, ya que su instinto la llevó a proteger a su compañera en un último acto de lealtad y amor”, explicó el medio local Baza, citado por el Daily Mail.
Aquella escena quedó grabada en las retinas de quienes la presenciaron: la trompa recorriendo la piel ajada de Jenny, los empujones suaves, la desesperación de intentar despertarla. Y un último abrazo, como si supiera que nunca más volvería a verla.
Los elefantes han demostrado en múltiples ocasiones que no son ajenos al dolor de la pérdida. Son capaces de reconocer a sus muertos y, en muchos casos, les dedican gestos de despedida que han desconcertado a los investigadores. En la sabana africana, hay registros de manadas que rodean a un miembro fallecido, lo tocan con sus trompas y permanecen junto a él durante horas, en una especie de vigilia. A veces, incluso cubren el cuerpo con ramas y tierra, en un comportamiento que recuerda a ciertos ritos humanos.
En el caso de Magda y Jenny, su relación iba más allá de la simple convivencia. Durante años compartieron su día a día de un circo en Kazán, en Rusia. Fueron parte del espectáculo hasta que un día, en marzo de 2021, su historia cambió. Una pelea en plena función, en medio de un público lleno de familias, marcó el final de su carrera. Poco después, un ataque a su entrenador selló su destino: fueron trasladadas al Parque Safari Taigan, un santuario donde finalmente pudieron experimentar algo parecido a la libertad.
¿Existen los cementerios de elefantes?
Los elefantes son animales profundamente sociales. Se organizan en complejas estructuras familiares, donde cada miembro cumple un rol dentro de la manada. Su memoria prodigiosa les permite recordar rostros, lugares y situaciones durante décadas, algo que ha fascinado a científicos y conservacionistas. Pero es su respuesta ante la muerte lo que ha generado las preguntas más interesantes.
Algunos especialistas sostienen que el duelo en los elefantes es comparable al humano, aunque aún falta evidencia para confirmarlo. Lo que sí está documentado es que pueden regresar repetidamente al lugar donde falleció un compañero y permanecer allí, en aparente recogimiento.
Rupert Sheldrake, escritor y biólogo, sugiere que los elefantes enfermos buscan instintivamente fuentes de agua en sus últimos días. Esta teoría explicaría por qué en algunas zonas, como el lago Turkana en Kenia, se han encontrado restos de estos animales en el pasado. Otra hipótesis es que el agua salada del lago los envenenaba, lo que provocaba su muerte en ese mismo lugar.

Sea cual sea la causa, la imagen de los cuerpos en el agua alimentó el mito de los cementerios de elefantes, una leyenda africana que durante siglos ha inspirado exploraciones y relatos sobre un lugar oculto lleno de colmillos de marfil.
Pero la realidad es menos poética. No existe un cementerio de elefantes como tal, sino que la combinación de factores naturales y el comportamiento de estos animales ha generado la ilusión de que existan.
En muchos casos, los restos de los elefantes pueden encontrarse en las mismas áreas porque las manadas suelen seguir rutas migratorias similares durante generaciones. Además, los elefantes ancianos o enfermos tienden a buscar zonas cercanas al agua, lo que aumenta la probabilidad de que sus cuerpos terminen en lugares recurrentes.

El mito también se vio reforzado por el hallazgo de grandes concentraciones de huesos en ciertos puntos de África, lo que llevó a exploradores del siglo XIX a especular con la existencia de un sitio donde los elefantes iban a morir.
Sin embargo, estudios posteriores han demostrado que estas acumulaciones se deben a la combinación de migraciones naturales, cambios en el ecosistema y la acción de depredadores y carroñeros que arrastran los restos a lugares específicos.
Más que instinto, un acto de amor
Magda y Jenny no vivieron en la naturaleza, pero su historia demostró que el lazo entre ellas era irrompible. El video que recorrió el mundo mostraba a Magda intentando levantar el cuerpo de su amiga, como si aún esperara que se pusiera de pie. Cuando entendió que no lo haría, la abrazó con la trompa en un gesto que, para quienes lo presenciaron, fue la expresión más pura de amor y despedida.
Tal vez nunca se sepa exactamente qué sienten los elefantes cuando pierden a un ser querido. Quizá su manera de enfrentar la muerte sea distinta a la humana, pero es imposible ignorar la emoción en sus gestos. Mientras Magda permanecía junto a Jenny, la idea de que los animales no pueden experimentar dolor emocional se desmoronaba por completo.
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