Twitter mantendrá congelada la cuenta de Vox hasta que borre un comentario ofensivo para el colectivo LGTBI
La cuenta oficial de Vox en Twitter está congelada desde el pasado martes. Seguirá así hasta que el partido de extrema derecha borre una de sus publicaciones, que la red social considera ofensiva para el colectivo LGTBI. El comentario “viola la Política de Twitter relativa a las conductas de incitación al odio”, asegura una portavoz: “Para desbloquear la cuenta, el usuario sólo tiene que borrar el tweet ofensivo”. Vox se niega a eliminarlo, acusa a la red social de “censura” y ha decidido echarle un pulso que ha dejado su cuenta inactiva más de 72 horas. Según ha podido saber eldiario.es, el bloqueo será indefinido hasta que Vox se retracte.
El origen de la disputa es una réplica a la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra. “No soportan al colectivo LGTBI, no soportan el matrimonio entre personas del mismo sexo, no soportan la igualdad entre mujeres y hombres, no soportan que sus ideas retrógradas no sean las de toda la sociedad. Que no lo llamen libertad, es odio”, escribió la socialista. “Lo que no soportamos es que os metáis en nuestra casa y nos digáis cómo tenemos que vivir y cómo tenemos que educar a nuestros hijos. Y menos aún que con el dinero público promováis la pederastia”, contestó la formación de extrema derecha.
Tras una serie de reportes de otros usuarios de la red social contra el comentario de Vox, Twitter abrió una investigación que concluyó el martes. Como informó el propio vicesecretario de Comunicación de Vox, Manuel Mariscal, la red social determinó que la publicación viola sus reglas de incitación al odio contra colectivos vulnerables e insta a la formación a borrarlo para recuperar su cuenta. “No lo haremos”, señaló Mariscal, que ironizó sobre si esa “categoría protegida” a la que se refiere la plataforma hace “referencia a Adriana Lastra” o al “gobierno del PSOE”.
El presidente del partido, Santiago Abascal, reafirmó este jueves el pulso a la red social, interpelando directamente a su responsable en España, Nathalie Picquot: “Por primera vez en la historia de Internet y de la democracia española, un partido político ha sido totalmente censurado en la red social en la que figura usted como Directora General”, se quejó. Vox ha aprovechado la situación para abrir un debate sobre la libertad de expresión en las redes sociales y el poder de estas empresas.
Según ha podido saber este medio, Vox tiene muy difícil salir airoso de este pulso. El bloqueo de su cuenta no tiene que ver con que los políticos o el Gobierno sean categorías especialmente protegidas por la compañía, como ironizaba la formación. Tampoco con un presunto delito de difamación relacionado con la acusación de pederastia presente en el comentario. Twitter ha detectado que el comentario es ofensivo contra el colectivo LGTBI, que sí está especialmente protegido por las reglas de la compañía, y no descongelará su cuenta hasta que lo borre.
“Somos una compañía imparcial y no participamos en prejuicios o sesgo político de ningún tipo. Aplicamos las Reglas de Twitter de manera desapasionada e igual para todos los usuarios, independientemente de su procedencia o afiliación política”, afirma Twitter, que defiende que nunca suspende una cuenta de forma automática, ya que la última palabra la tiene un moderador o moderadora. La cuenta de Vox, en cualquier caso, no está totalmente bloqueada: sus gestores pueden navegar por la plataforma o mandar mensajes privados a sus seguidores, pero no publicar comentarios, compartir los de otros usuarios o darles “me gusta”.
Uno de los principales altavoces de Vox
La formación de extrema derecha está aprovechando la coyuntura para denunciar “una censura a los disidentes” por parte del “consenso progre”. También asegura que el bloqueo se produce tras el anuncio de una investigación de un supuesto silenciamiento por parte de “las redes sociales” contra “voces no progres” por parte del partido, un discurso que calca el argumentario empleado por Donald Trump y la alt-right estadounidense contra las multinacionales digitales.
Para sostener este discurso Vox debe sacrificar el alcance de su cuenta oficial, uno de sus altavoces más importantes. “Tenemos una fuerza extraordinaria en las redes sociales”, presumía tras el 10N Abascal, que, junto a los debates electorales, señalaba esta presencia digital como un aspecto clave para entender sus resultados en las últimas elecciones, en las que pasaron de 24 a 52 diputados.
Esa potencia en redes se traduce en cifras concretas. Los mensajes de su cuenta oficial en Twitter, por ejemplo, son de lejos los que más interacciones consiguieron durante la campaña, como reveló eldiario.es tras las elecciones. Estas interacciones no tienen por qué ser positivas, ya que también se contabilizan las críticas directas que reciben sus publicaciones. No obstante, sirven para aumentar su impacto, ya que los algoritmos de las redes sociales tienden a potenciar los contenidos que generan más atención del resto de usuarios (siempre que no traspasen la línea roja de sus términos de uso, como en este caso).
El barómetro postelectoral del CIS, publicado este enero, arrojó otra estadística sobre cómo se traduce este ruido generado en las redes sociales: Vox arrasó en viralidad al resto de partidos durante la campaña, ya que casi un 10% de los españoles recibió mensajes sobre la formación de ultraderecha en WhatsApp, redes sociales o algún otro servicio digital. El 57% de los ciudadanos que escribieron o compartieron algún mensaje sobre las elecciones por estas vías hablaban de Vox. El PSOE, ganador las elecciones, quedó 13 puntos por detrás en esta estadística.
El bloqueo de Twitter deja dos opciones al partido: reconocer que su mensaje era ofensivo para el colectivo LGTBI y eliminarlo voluntariamente, o renunciar a uno de sus principales altavoces.
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