Tres días. Es lo que ha tardado Amazon en dar marcha atrás en su idea de permitir los desnudos en Twitch, la plataforma de retransmisiones en directo que cada día consumen unos 2,5 millones de personas. El motivo ha sido una avalancha de emisiones que se han amparado en las nuevas normas para difundir contenidos eróticos generados con inteligencia artificial, inundando la plataforma con este tipo de canales.
“Las representaciones digitales de desnudez presentan un desafío único: la IA se puede utilizar para crear imágenes realistas, y puede ser difícil distinguir entre arte digital y fotografía”, ha declarado Dan Clancy, el director ejecutivo de Twitch. “Por lo tanto, a partir de hoy, estamos revocando los cambios de desnudez artística. En adelante, no se permitirán representaciones de desnudez real o ficticia en Twitch, independientemente del medio”, ha añadido.
El máximo ejecutivo de la plataforma —que llegó al puesto después de que el anterior, Emmett Shear, se jugara su carrera al aceptar el cargo de CEO de OpenAI tras el despido de Sam Altman y luego este volviera a los tres días— hace referencia al “desnudo artístico” porque su compañía planteó el cambio como una forma de volver a permitir los contenidos que mostraran “senos y/o genitales o nalgas independientemente del género completamente expuestos que se presentan de manera ficticia (dibujados, animados o esculpidos)”.
“Hay una próspera comunidad de artistas en Twitch y esta política era demasiado punitiva”, afirmaban sobre sus anteriores reglas, que no permitían ese tipo de emisiones. Amazon prohibió ese tipo de contenidos en un veto completo a cualquier contenido subido de tono dictado en 2021, después de que la plataforma se convirtiera en una incongruente mezcla de retransmisiones de videojuegos destinadas a un público joven con otras de perfil erótico de mujeres en bikini en piscinas hinchables, jacuzzis o lamiendo el micrófono en directo durante horas.
Todo había ocurrido en pocos meses: Twitch explotó entre los más jóvenes con la llegada de los confinamientos por el coronavirus, para principios de 2021 ya era un fenómeno mundial y en agosto tuvo que cortar por lo sano. El auge de la plataforma había sido aprovechado por muchos streamers para monetizar contenidos eróticos ante un público muy amplio, lo que hizo que la compañía prohibiera cualquier cosa que se le acercara remotamente para impedir que se la asociara a ese tipo de contenidos.
Eso se llevó por delante los canales eróticos pero también a otro tipo de artistas cuyas obras mostraban cuerpos desnudos. El veto era tal que un vídeo de alguien bailando “twerking en una boda” podía ser sujeto de infracción de las reglas, como reconocía la propia Twitch en el reciente cambio que volvía a permitirlos.
La inesperada consecuencia ha sido una explosión de los contenidos generados con IA de alto contenido erótico. Retransmisiones que muestran cuerpos “de manera ficticia”, como pedían sus nuevas reglas, pero tan realistas que en algunos casos era imposible distinguir los cuerpos reales de los generados artificialmente.
La presión del criptocasino: “Fuimos demasiado lejos”
Esta es la explicación oficial de Twitch, pero la historia tiene otra vuelta de tuerca. El cambio en los términos de uso iba más allá de los “desnudos artísticos” e incluía otro contenido más trascendente para la plataforma: los “bailes eróticos que implican desnudarse o gestos de desnudarse, como strip tease” realizados por personas reales, así como otro tipo de expresiones que “resalten deliberadamente pechos, nalgas o la región pélvica”.
Permitiendo de nuevo ese tipo de contenido la compañía volvía a la casilla de salida de hace dos años e iba más allá de la voluntad de no perjudicar a los artistas. ¿Por qué? Amazon no lo ha explicado. Pero el movimiento llegaba menos de seis meses después de que a Twitch le surgiera un competidor centrado en explotar sus restricciones de contenidos y dispuesto a invertir mucho dinero en comerle terreno.
Se trata de Kick, una plataforma impulsada por el criptocasino Stake.com que en junio de este año acaparó titulares por haber fichado a una de las estrellas de Twitch, especialista en las retransmisiones de videojuegos, con un megacontrato equiparable a los de las mayores estrellas del deporte. Su estrategia es ofrecer mucho más dinero a las figuras de su rival, pero también permitir las retransmisiones que Twitch prohíbe. Especialmente las apuestas, algo que favorece el negocio de su matriz, pero también los contenidos conocidos como soft porn.
Las cifras de audiencia de Twich están muy lejos aún de las de Kick, que apenas llega a los 150.000 espectadores mensuales, con una media de 2.500 canales activos, por los casi 100.000 de su rival propiedad de Amazon, según StreamCharts. Sin embargo, tras estos seis meses, Kick ha conseguido consolidar esas cifras como su suelo, unas 20 veces superior al que tenía en mayo de este año. Otro golpe de efecto similar al que consiguió en junio podría acercarle más a Twitch en un contexto de estancamiento del negocio en las plataformas de streaming.
El movimiento de volver a permitir los bailes eróticos podría haber sido una maniobra de Amazon para impedir que su rival siga comiéndole terreno por ese camino. Como en el caso de los desnudos artísticos, también ha tenido que retirarlo.
“Fuimos demasiado lejos con este cambio”, ha reconocido Dan Clancy. “Hubo una gran cantidad de contenido nuevo que estaba permitido bajo la política actualizada. Muchos de los contenidos creados han sido recibidos con preocupación por la comunidad. Son preocupaciones que compartimos”, concluía: “Aunque desearía haber predicho este resultado, parte de nuestro trabajo es hacer ajustes que sirvan a la comunidad. Me disculpo por la confusión que esta actualización ha causado”.