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El bulo contra la ministra de Exteriores se difundió de forma coordinada por cuentas anónimas del entorno de Vox

Un bulo contra la ministra de Exteriores Arancha González Laya se viraliza desde la noche del miércoles en las redes sociales. En un audio falso que simula ser una entrevista radiofónica con la ministra, una mujer confunde a Joe Biden, ganador de las elecciones en EEUU, con Bin Laden, ex líder de la organización terrorista Al-Qaeda, al que felicita hasta tres veces por su victoria electoral. Según un análisis forense del audio falso al que ha tenido acceso elDiario.es, su distribución responde a una operación coordinada desde la extrema derecha y ejecutada por cuentas anónimas del entorno de Vox.

Las agencias de verificación Maldito Bulo, Newtral y Efe Verifica desmintieron el contenido el jueves, etiquetándolo como desinformación. Pero a diferencia de otros fakes, los patrones de viralización del bulo contra la ministra de Exteriores no se corresponden con una confusión de los usuarios sobre la veracidad del audio, sino con una acción política dirigida a dañar la imagen de su objetivo, concluye el informe forense. Otras fuentes especializadas, no obstante, difieren de esta conclusión y aseguran que aunque el audio fue distribuido por cuentas del entorno de la extrema derecha, su viralización no estuvo organizada.

El análisis forense del audio refleja que su difusión comenzó a tomar velocidad en WhatsApp durante la tarde del miércoles. Los mensajes de esta red de mensajería son cifrados, lo que no permite rastrear el bulo hasta su origen exacto ni saber en qué grupos se compartió. Nadie, excepto la compañía, tiene acceso a esos mensajes. Sin embargo su salto a Twitter, una red abierta en la que los comentarios son visibles para todos los usuarios, sí dejó una huella pública.

El primer audio que se comparte en Twitter con el bulo de la falsa entrevista a la ministra se publica a las 21.12 del miércoles. Lo hace una cuenta anónima creada este mes de noviembre perteneciente a la comunidad de Vox en esta red social: todas sus interacciones son retuits a cargos como Rocío Monasterio o a influencers próximos de extrema derecha, respuestas a otros usuarios que se identifican como simpatizantes del partido o publicaciones propias con memes, propaganda o bulos contra el Gobierno o a favor de Vox.

Las características de este primer salto de WhatsApp a Twitter ya incluyen varias pruebas que apuntan a la existencia de una estrategia de distribución coordinada. No es el formato MP3 que se estaba difundiendo a través de la red de mensajería, sino un enlace a la plataforma Dropbox, un servicio de almacenamiento en la nube que facilita su descarga por el resto de usuarios y su viralización. El audio se había subido a esta plataforma tan solo dos minutos antes, a las 21.10 horas, por una persona que se identifica como “Juan Piñero”.

Los escasos dos minutos que pasan entre la subida del fake a Dropbox y su publicación en Twitter apuntan a que “Juan Piñero” y la cuenta anónima son la misma persona o tienen un contacto directo entre ellos. Hechos como que sea un perfil anónimo el que tira la piedra, que lo haga como respuesta a otra usuaria anónima con 2.600 seguidores en una conversación sin ninguna relación con el tema (lo que asegura que tanto ella como sus seguidores lo vean, al contrario de lo que ocurriría si lo hubiera publicado como un comentario propio, que solo se habría mostrado a sus 90 seguidores) y que el bulo se de como cierto desde un principio son pruebas de una distribución maliciosa.

Como contraste queda la actuación del primer usuario que mencionó la existencia del bulo en Twitter, unos 15 minutos antes de la acción de la cuenta anónima, a las 20.57 horas. Ese usuario, con nombre y apellido, no lo distribuye como una certeza, sino que pregunta sobre su origen y si se trata de desinformación, dado que es un contenido sospechoso. Este comportamiento es el habitual cuando la desinformación se viraliza de manera accidental.

Posteriormente a la distribución del primer audio, se aumentó su capacidad de impacto añadiéndole imagen y convirtiéndolo en vídeos. En menos de 12 horas y mediante tácticas de guerrilla digital como estas se consiguió viralizar el bulo y causar un gran impacto entre la opinión pública.

Respuestas para contagiar el bulo a otras conversaciones

Según apunta el análisis forense del audio y ha podido contrastar elDiario.es, este se difundió a través de respuestas a otras conversaciones en Twitter por parte de cuentas con muy pocos seguidores. El plan era llegar a una cantidad de usuarios inaccesible para los perfiles intoxicadores y aumentar exponencialmente su alcance.

Además de la cuenta anónima que lo difundió originalmente, esta fue la estrategia seguida por otras. Uno de los casos más llamativos es el de una cuenta sin nombre, sin foto de perfil ni imagen de portada, creada en septiembre de 2020 y con solo cuatro seguidores. Uno de ellos es un cargo de Vox y otros dos se identifican en sus biografías como simpatizantes del partido.

Para aumentar el impacto del bulo, esta cuenta lo inyectó en una conversación con gran trascendencia entre su público afín. Lo hizo a través de una respuesta a un comentario en el que un influencer (con 38.000 seguidores) próximo a la extrema derecha distribuía la tesis del pucherazo en las elecciones americanas que está intentando sostener, sin pruebas, Donald Trump.

El objetivo de esta estrategia a base de respuestas y no con comentarios propios es acortar el trayecto que debe recorrer la desinformación hasta llegar a la opinión pública, recalca el informe forense. Sin esperar a que llegue a los usuarios a través de sus redes de contactos, se lanza contra las comunidades de otros perfiles con miles de seguidores con los que la red inicial no cuenta.

Para reforzar el impacto de la acción, las cuentas que participaron en la operación utilizaban la idea fuerza “este es el nivel” o “qué nivel” en casi todos sus comentarios.

Además, el juego de palabras entre “Biden” y “Bin Laden” no se ha originado con el bulo dirigido contra la ministra de Exteriores, sino que ya estaba en los discursos de cuentas que apoyaron a Trump desde principios de esta semana. Los difusores aprovecharon esta asociación de nombres para usarla en su estrategia de viralización del bulo.

En Twitter el audio se compartió en muchos formatos a partir de la inyección inicial de Dropbox: vídeos de YouTube y Facebook a los que se añadieron imágenes, así como grabaciones de la pantalla de otros móviles mientras se reproducía el audio. Esta situación, que el informe utiliza para justificar una distribución coordinada del audio, es en la que se basan otras fuentes especializadas para rechazar esa organización. “No parece nada organizado porque cada uno lo grabó de forma diferente”, explica Mariluz Congosto, doctora en Telemática experta en el análisis de redes, en un hilo de Twitter en el que ha plasmado su análisis de la difusión del bulo.

Marcelino Madrigal, especialista en el análisis de perfiles en redes sociales, ha coincidido con esta interpretación de Congosto. También señala que “no hay pruebas de que se preparara o coordinara desde partido político alguno”, aunque sí que en su distribución tuvieron un papel protagonista “personas afines a la derecha o la ultraderecha”.

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Esta información ha sido actualizada el 16 de noviembre para incluir las conclusiones de Mariluz Congosto y Marcelino Madrigal.