“Reenvía este mensaje a tus contactos”: el motivo por el que difundimos los bulos

Hay un pacto entre partidos políticos para eliminar las pagas extras a los jubilados. Si marcas tu clave al revés en un cajero automático, la tarjeta se bloquea y avisa directamente a la Policía. Si no reenvías este mensaje, tu Whatsapp se cerrará y será de pago. Estos son solo unos ejemplos de noticias y bulos que se propagan vía redes sociales de manera reincidente. Una información sorprendente, polémica, de gran impacto o chollos increíbles que queremos dar a conocer entre nuestros allegados. Los bulos juegan con la inocencia de los usuarios quienes, al no entrar a comprobar su veracidad, contribuyen a propagar estas noticias falsas compartiéndolas a través de Facebook, Twitter y WhatsApp. También los medios de comunicación las llegan a publicar, dándolas por buenas.

Los expertos sitúan el auge de las noticias falsas (fake news,  en inglés) en el período de la campaña electoral de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Pero el fenómeno de noticias falsas tiene un origen anterior. “Históricamente tuvieron una gran trascendencia las falsas noticias sobre la autoría de la explosión del acorazado Maine que desembocaron en la Guerra de Cuba entre España y Estados Unidos en 1898. Durante la Segunda Guerra Mundial, el Ministerio de Propaganda de Hitler, dirigido por Joseph Goebbels, fue uno de los más conocidos fabricantes de noticias, así como su contrapartida en Reino Unido. En la España franquista existía el NO-DO y la censura, como parte de las actividades de la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda”, explica Antonio Manzanero, director del Grupo de Psicología del Testimonio de la Universidad Complutense de Madrid que ha realizado el I Estudio sobre el impacto de las Fake News en España en colaboración con Simple Lógica.

 

Aunque el fenómeno no sea para nada reciente, Internet ha cambiado la mecánica: el fácil acceso a gran cantidad de contenido, la facilidad de edición y manipulación de los mismos, la rapidez con la que se consume hoy en día la información y la dificultad para contrastarla hacen de las redes sociales y la mensajería instantánea un caldo de cultivo para los bulos. Además “la posibilidad que hay actualmente de difundir noticias y replicarlas hace que cada vez haya más”, indica.

Los datos del estudio mostraban que un 60% de los entrevistados admitió haber creído alguno de estos bulos en algún momento de su vida, aunque la mayoría consideró que no tuvieron consecuencias en su vida diaria. Si las noticias falsas afectan a los sentimientos es mucho más fácil que se las crean y que las distribuyan. “La falta de conciencia de la repercusión que tiene aportar una noticia falsa es lo que, en general, lleva a distribuir noticias falsas. Fundamentalmente el motivo es que la gente se las cree, por eso la distribuyen, no son conscientes de que son falsas”, apunta Manzanero.

En cuanto a los generadores de bulos, hasta el 4% reconocía haber creado alguna vez una noticia falsa y la mitad de ellos, además, la ha distribuido. ¿Las razones? “Pura diversión” y “porque no creo que hagan daño a nadie”, fueron las respuestas más repetidas.

Pero hay dos motivaciones más profesionales para crear bulos: la económica, con páginas que generan información falsa de clickbait puro y duro, y la ideológica, pues la información falsa tiene la capacidad de alterar nuestra memoria, propiciando que recordemos cosas que jamás sucedieron. “La creación y difusión de noticias falsas tiene una enorme trascendencia ya que afecta a la capacidad para tomar decisiones y a nuestros recuerdos individuales y colectivos”, explicaba el académico de la Complutense.

A nadie se les escapa que difundir determinadas ideas puede crear un estado de opinión favorable o desfavorable respecto a determinados temas o causas. En este sentido, hay gran cantidad de factores que facilitan la aceptación de la información falsa, siendo más sencilla la manipulación cuando se trata de hechos antiguos, la información se repite a lo largo del tiempo y por un gran número de fuentes, y cuando carecemos de conocimientos adecuados para valorar críticamente la información aportada.

 

Otras de las motivaciones “profesionales” sería aún más oscura y tendría que ver con técnicas de ingeniería social, es decir, que detrás de estos bulos o timos se encuentre la ciberdelincuencia. Cupones, regalos, grandes ofertas que te llevan a formularios donde te exigen tus datos incluso bancarios, posibilidad de conseguir emoticonos navideños o el mítico WhatsApp Oro… “En todos estos casos, los ciberdelicuentes además de nuestro dinero quieren hacerse con los datos personales que tenemos almacenados en nuestros dispositivos móviles”, alerta Laura Grau Berlanga, responsable de comunicación de ESET España.

Combatir el aumento de bulos

El fenómeno no tiene visos de desaparecer, ni siquiera de disminuir en los próximos años. Más bien al contrario. La consultora Gartner estima que en 2020 la mayoría de las personas de las economías maduras ya consumirá más noticias falsas que verdaderas. En el estudio “Predicciones Tecnológicas para el 2018” presentado recientemente en Barcelona se considera que no habrá mecanismos para evitarlo. Magnus Revang, analista de Gartner, apuntaba al aspecto económico para explicar este dato. “El coste de producir falsas noticias es muy inferior al de producir noticias de verdad”.

¿Pero quién debe liderar la tarea de controlar este tipo de informaciones? Cualquier servicio que se dedique a difundir información entre miles de usuarios tiene que dedicar esfuerzo a asegurarse que el contenido que está circulando por su servicio. Y ahora mismo son las redes sociales las principales vías de distribución. Facebook comunicó este verano a través de su blog su intención de poner freno a las fake news a través de diferentes acciones. Además de una serie de consejos al alcance de los usuarios , se decidió a aplicar el aprendizaje automático para ayudar al equipo humano a detectar fraudes .Una iniciativa que hasta el momento, no parece haber surtido demasiado efecto

Conscientes de que las noticias falsas resultan dañinas para la comunidad y hacen que el mundo esté menos informado, la compañía de Zuckerberg ha vuelto a activar en España una herramienta educacional enseñar a sus usuarios distinguir informaciones falsas.  En cambio, WhatsApp, otro de los caminos favoritos de los bulos para extenderse sin control, alega que poco puede hacer al tratarse de mensajes encriptados.

A la caza del bulo

La International Federation of Library Associations and Institutions (IFLA) publicó un esquema donde se señalaban las principales acciones que podrían facilitar la identificación de una noticia falsa.

Para combatirlos en su propio medio  nació hace un año Maldito Bulo, una iniciativa presente tanto en Twitter como en Facebook que está capitaneada por los periodistas de La Sexta Julio Montes y Clara Jiménez. “Al principio los bulos eran sobre los refugiados, pero cada vez había más cosas que había que desmentir. La gente se cree muchas más cosas de las que a priori pensaríamos”,  explica Clara Jiménez, periodista de El Objetivo y miembro de Maldito Bulo, desde donde analizan noticias que se han hecho virales en Internet y, si toca, las desmienten.

 

Ahora acaban de lanzar maldita.es, un nuevo proyecto periodístico para dotar a los lectores “de herramientas para que no te la cuelen”. Los métodos que utilizan dependen del bulo: en algunos casos basta con bucear a través de Google; en otros, es necesario dirigirse a las fuentes oficiales como los equipos de políticos, los ministerios o incluso las embajadas. Para hacer la tarea más fácil en Maldito Bulo, donde también tienen unos consejos básicos, están trabajando en un plugin que una vez instalado puede alertar, por ejemplo, de si estás accediendo a una página falsa.

Al día, el equipo de Maldito Bulo puede recibir hasta 20 consultas en Twitter y unas 40 en Facebook. “Los bulos más complicados de detectar son los que tienen que ver con la ideología, requieren más tiempo y mayor verificación”, destaca Jiménez.

La cantidad de información online es ingente, por ello no es factible hacer un procesamiento manual de la misma para identificar posibles noticias falsas de noticias verdaderas. La Inteligencia Artificial puede resultar fundamental para poner freno a esta plaga.

Inteligencia artificial y Machine learning

“Gracias a los avances en el procesamiento de lenguaje natural, en el procesamiento de imágenes y en el análisis de redes, todas áreas dentro o relacionadas con la inteligencia artificial, podemos crear sistemas automáticos que determinen la probabilidad de que un contenido pueda ser falso o no”, explica Nuria Oliver, Directora de Investigación en Ciencias de Datos en Vodafone.

Para ello previamente se han definir las características o atributos que ayuden a determinar la veracidad de las informaciones. “Conceptos como la confianza o la reputación de la fuente para determinar la probabilidad de que esa noticia sea falsa o no”, comenta esta ingeniera en Telecomunicaciones y una de las mayores expertas en IA y machine learning a nivel mundial. Generalmente, los sistemas de Inteligencia Artificial necesitan ser entrenados con ejemplos para que puedan modelar qué es lo que caracteriza a esos ejemplos. Para ello  se utilizan técnicas de procesamiento de lenguaje natural pues los algoritmos, que suelen ser de deep learning, son capaces de identificar patrones que puedan ser indicativos de que la noticia pueda ser falsa.

 

De una forma parecida funciona una parte de la IA conocida como GAN (Generative Adversarial Network), aunque, en este caso, el sistema se entrena a sí mismo. Se trata de un tipo de algoritmos que se utilizan en el aprendizaje automático no supervisado. En concreto, se presenta como dos redes neuronales enfrentadas entre sí en la que una lleva a cabo una acción y la otra se encarga de comprobarla. Algo así como un entrenamiento entre ambos algoritmos en el que la red que genera las acciones aprende gracias a la evaluación que hace la segunda red sin necesidad de ninguna o poca supervisión.

Capacidad crítica

El problema es que estos mismos sistemas de Inteligencia Artificial que sirven para detectar noticias falsas son los mismos que se utilizan para crearlas. Como apunta el estudio de Gartner, si bien la Inteligencia Artificial puede combatir la realidad falseada, también tiene muchas más posibilidades para crearla.  “Hay que estar constantemente mejorando los sistemas y por eso el factor humano también es muy importante, hay que fomentar el espíritu crítico”, remarca Nuria Oliver.

Pese a que el nivel de estudios parece no influir a la hora de creernos o no las noticias falsas, Antonio Manzanero considera que esta propensión “está muy relacionada con los criterios que tenemos a la hora de creernos algo y en eso sí que influye la educación”. A nadie se le escapa que en la actualidad no hay un especial interés por fomentar la capacidad crítica,  lo que hace que la sociedad sea mucho más manipulable.  El remedio pasa, como en casi todos los casos, por la infancia: “dedicar un tiempo al pensamiento crítico, a contrastar informaciones en redes”, indica Clara Jiménez.

Mientras tanto, sirva como paliativo la regla básica de Maldito Bulo: si no lo tienes claro, no lo difundas.