Cables submarinos, fibra óptica, satélites, centros de datos. La industria que mantiene la infraestructura física sobre la que se asienta Internet es la gran desconocida de la vida digital. Pero existe, produce riqueza local y empleo de alta cualificación, aunque necesita condiciones adecuadas para funcionar. El sector dice que España las tiene, pese a que dejara escapar el tren de las conexiones que dieron vida al primer Internet. Ahora la computación en la nube ha puesto un nuevo convoy en la estación y esta vez sí tenemos billete.
“Uno de nuestros objetivos principales ha sido potenciar que España sea un polo de atracción de la conectividad internacional y de las infraestructuras de datos”, recordaba este jueves Roberto Sánchez, secretario de Estado de Telecomunicaciones, admitiendo que “es un sector que en algunos momentos no muy lejanos estuvo un poco olvidado” por las administraciones. “Con el entendimiento del Ministerio actual las cosas tienen mejor pinta de lo que tenían en los 20 años anteriores”, le respondía Robert Assink, director general de Interxion en España: “Los últimos dos años hemos tenido un acercamiento muy eficaz con la administración pública”.
Interxion es una de las empresas de referencia en el sector de los centros de datos, eso que a veces se conoce como “la nube”. Al contrario de lo que ocurre con la parte digital de Internet, como los algoritmos y el software, el sostén físico de la red no es igual de eficaz a grandes distancias. El mismo Facebook diseñado en Silicon Valley sirve para sus 2.500 millones de usuarios, pero un solo centro de datos no puede darles servicio a todos. Hacen falta muchos más y cuanto más cerca de ellos, mejor.
Una de las peculiaridades de esta industria es que no rehúye la competencia, sino que la busca. “Cuantos más datos se generan, más se concentran. Esto atrae otros tantos datos mediante las aplicaciones de múltiples empresas que crean servicios basados en ellos. Este concepto se conoce como data gravity”, explica Assink. Su empresa lleva años abogando por la creación de un polo de conectividad en Madrid, donde tiene tres centros de datos y ya está construyendo el cuarto.
Este jueves ha presentado el informe Madrid Hub Digital, elaborado por la consultora IDG Research. Es la segunda parte de otro que publicó en 2018 avisando de que España estaba ante una oportunidad única. El brexit y una nueva oleada de inversiones internacionales para renovar las “antiguas y muy saturadas” redes de telecomunicaciones que comunican EEUU con el centro de Europa iban a permitir a nuevos actores hincar el diente en ese pastel. La península, y en particular España y Madrid, tenían muchas opciones de convertirse en el polo del sur de Europa por volumen de negocio propio, su cercanía con América Latina y con África, así como la disponibilidad de energía renovable, la más barata para una industria que la necesita en grandes cantidades.
Los principales actores tecnológicos han decidido establecerse en Madrid y España como núcleo de infraestructura digital para el sur de Europa
Dos años después la senda es la correcta, concluye el informe. “Los principales actores tecnológicos han decidido establecerse en Madrid y España como núcleo de infraestructura digital para el sur de Europa. Prueba de ello son los respectivos anuncios de Google, Microsoft y Amazon sobre el despliegue de sus infraestructuras digitales”, recoge el análisis. “La posición privilegiada como nodo de conectividad internacional de España se afianza con dos nuevas redes de cables submarinos que van a conectar España con Estados Unidos (Grace Hopper de Google) y el continente africano (2Africa)”, añade.
Los datos atraen a los datos y en estos dos años otras dos importantes multinacionales de ese Internet desconocido, el gigante japonés NTT y el francés Data4, han anunciado importantes inversiones para abrir centros de datos en Madrid. “En consecuencia, Madrid ha conseguido captar infraestructura digital y tiene recorrido para atraer proyectos futuros”, afirma el informe, citando como ejemplo el traslado del centro de seguridad de la red europea de satélites Galileo, que cambia Reino Unido por la capital española. España también ha sido seleccionada por la UE para ser la sede de uno de los nuevos supercomputadores financiados por Bruselas, que se instalará en Barcelona.
“Las infraestructuras digitales son como las fábricas del siglo XXI, son los centros neurálgicos donde se generan los productos, los servicios y de los que depende una parte muy importante de nuestra economía, que será cada vez mayor”, ha manifestado el secretario de Estado de Telecomunicaciones en la presentación del informe. “Nosotros lo que buscábamos era que estas nuevas factorías se instalaran aquí”. En total, España ha logrado atraer 680 millones de inversión privada en este sector en los dos últimos años. Según las previsiones de IDG Research, esa cifra repercutirá en un aumento del PIB madrileño de 8.283 millones de euros y la creación de 2.489 empleos en los próximo lustro. “Por otro lado, conllevará una inversión en equipamiento informático de 8.160 millones y ejercerá además un efecto arrastre sobre la inversión en redes de telecomunicaciones”.
Marsella y Palermo, principales competidores
Las capacidad de los centros de datos de Madrid aún está lejos de los líderes del sector, los denominados FLAP (Frankfurt, Londres, Ámsterdam y París). Por ejemplo, la capital de Países Bajos tiene todavía unas 14 veces más capacidad instalada que la española. La carrera abierta ahora es por ser el intercambiador principal de la red de telecomunicaciones digitales que se está generando en el sur de Europa. En ella hay otros dos competidores principales, Marsella y Palermo.
Una de las desventajas de Madrid con respecto a la ciudad francesa y la italiana es el gran drama histórico de los habitantes de la capital: no tiene playa. Esto es importante porque una de las principales infraestructuras de conectividad digital son los cables submarinos, por lo que una salida al mar facilita su anclaje directo con los centros de datos. Pero la ubicación geográfica de Madrid, equidistante de toda la costa peninsular, también se ha convertido en una oportunidad: “Madrid se ha convertido por naturaleza en la playa de la península ibérica, porque los cables submarinos que llegan a las costas tanto de Atlántico como el Mediterráneo, necesitan encontrar un lugar donde se interconectan la oferta y la demanda. Es el mismo símil que un aeropuerto internacional, que no se establece en un lugar periférico”, describe Robert Assink.
El nuevo submarino de Google de conexión con EEUU se anclará a la península en 2022 a través de Bilbao, mientras que el importante EllaLink, que conectará con Brasil este 2021, entrará por Sines (Portugal).
La gran capilaridad de la red de telecomunicaciones española, que cuenta con más kilómetros de fibra óptica que Reino Unido, Francia y Alemania juntas, es otro de los puntos a favor. Al contrario, para consolidarse como un anclaje a tierra de la nube europea, el informe presentado este jueves señala que España debe diseñar un plan energético específico que tenga en cuenta las grandes necesidades de esta industria: “El coste de la energía en España es mayor que el de otras geografías con las que compite”.
Para mejorar la situación pide “involucrar” a las eléctricas para “fomentar la transparencia con los actores tecnológicos y la agilidad en las tramitaciones para que estos puedan planificar sus inversiones”. Además, recuerda que la UE hará obligatorio que el 100% de la energía consumida por los centros de datos en 2030 sea renovable, por lo que pide “fomentar la oferta” de estas fuentes.
Otro de las áreas de mejora es la agilidad de las administraciones, tanto para la concesión de licencias como para impedir que se solapen a nivel municipal, autonómico y nacional. Por otra parte, también recuerda la importancia del apoyo público: “Son muchas las ciudades europeas que están promocionándose activamente apoyadas por sus gobiernos nacionales. En este contexto, Madrid debe desarrollar una estrategia de comunicación, e incluso crear roles específicos que consigan una interlocución con decisores tecnológicos internacionales”.