Donald Trump no es el mejor aliado en la lucha contra el calentamiento global. Su desprecio por el medio ambiente es evidente: ya ha dicho que lo primero que hará cuando sea presidente será sacar a EEUU del acuerdo de París, ha prometido desregular el carbón, la extracción de petróleo e intervenir el desarrollo de energías renovables. Tampoco duda en afirmar que los científicos, de tanto hablar de cambio climático, están divirtiéndose a nuestra costa.
Muchos investigadores y científicos están entretenidos planeando cómo salvar sus archivos de Trump. Ante su inminente toma de posesión el próximo 20 de enero, un grupo de la Universidad de Toronto (Canadá) va a organizar una hackatón el próximo fin de semana para “salvar los datos medioambientales” de las garras del republicano. Lo han llamado Guerrilla Archiving Event y está invitado a colaborar todo el personal docente y gubernamental que tema por su archivos o bases de datos cuando el presidente electo llegue al despacho oval.
Michelle Murphy y Patrick Keilty, que son profesores en la universidad torontiana y también los impulsores del encuentro, contarán con la ayuda de la Universidad de Pensilvania. El propósito es, en el menor tiempo posible, almacenar la mayor cantidad de datos medioambientales que puedan. También, identificar qué información de la Agencia de Protección al Medio Ambiente es vulnerable de ser eliminada, ayudar a archivarla y subirla al Archivo de Internet, que recientemente también emigró a Canadá por temor a Trump.
“Cada vez que la administración pasa a manos de un presidente diferente las webs del gobierno lo hacen con ella”, explica Keilty a un diario californiano. El director de la unidad de tecnociencia de la Universidad de Toronto, Michelle Murphy, dice que la información es crucial para ayudar a otros gobiernos y comunidades a responder ante las amenazas medioambientales.
Un informe de 2007 de la organización por los derechos civiles GAP realizado al término de la administración George Bush, concluía que “las prácticas políticas han restringido cada vez más el flujo de información científica que proporcionan los entes públicos sobre el cambio climático”. La investigación también descubrió que el gobierno de Bush modificó de manera sistemática notas de prensa de investigadores, presentó de forma incorrecta los nuevos hallazgos científicos ante el Congreso e incluso llegó a eliminar y cambiar información de páginas webs gubernamentales.
Más hackatones y bases de datos multitudinarias
La hackatón en Toronto del próximo fin de semana se enmarca dentro una iniciativa del Archivo de Internet, la Biblioteca del Congreso y más universidades estadounidenses que han titulado Archivo de fin de legislatura. Su cometido es sencillo: guardar todas las páginas webs que contengan información valiosa y que sean susceptibles de desaparecer con el cambio de curso político. Lo hicieron en 2008 con el fin de la administración George Bush, en 2012 con la de Barack Obama y lo repiten de nuevo ahora.
Como en Pensilvania y Toronto, los investigadores de la Universidad Carnegie Mellon, la Universidad de California o Riverside están trabajando en otro hackatón a contrarreloj. Uno de ellos, Chris Labash, le contaba a Motherboard que su idea es la de demostrar hasta qué punto muchos datos se perderán con Trump. Para ello quiere estudiar la fiabilidad de las comunicaciones con dominio .gov, y “lo que le sucede a una información cuando se elimina una agencia”.
Eric Holthaus, periodista de Slate, columnista del Wall Street Journal y también meteorólogo, lanzó el domingo un tuit instando a sus casi 60.000 seguidores a añadir su base de datos con dominio .gov a una hoja de cálculo de Google para así salvarla de Trump. La hoja se fue llenando progresivamente hasta que alguien pidió que el acceso fuera restringido. De momento y aunque los científicos quieran llevarse la información a Canadá, se encuentran trabajando en la nube de Google, cuyos servidores están en EEUU.
La primera purga de Trump
Trump, que es republicano como Bush, ha dicho del calentamiento global que es una “tontería” y un “bulo”. Dijo que en sus 100 primeros días como presidente se saldría del Acuerdo de París y así “parar todos los dólares estadounidenses que van a los programas de la ONU contra el calentamiento global”. Y, aunque también dijo que desmantelaría la Agencia de Protección al Medioambiente, hace menos de una semana nombró a Scott Pruitt, un negacionista del cambio climático, como su responsable. Este martes ha anunciado la designación de Rex Tillerson, el CEO de la petrolera ExxonMobil, para que sea el nuevo secretario de Estado.
La incipiente administración Trump ya mueve hilos: este martes pidieron al departamento de Energía una lista completa de todos los que han trabajado en temas relacionados con el calentamiento global. La agencia se ha negado asegurando que son sus “contratados” y sus “empleados”, y que todo el trabajo que hacen es para “beneficio del pueblo estadounidense”. Un empleado del departamento de Energía le contaba a Scientific American que “esto parece el primer borrador de una eventual lista de enemigos políticos”.