La luz artificial que emiten las ciudades por la noche contamina los cielos con luz difusa. Hasta ahora, se creía que esta luz sólo se medía con fotómetros desde tierra, pero ahora un estudio internacional liderado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) demuestra que también es visible desde el espacio.
El estudio, publicado en la revista Scientific Reports, recuerda que al atravesar la atmósfera, la luz artificial nocturna interactúa con las partículas del aire y se desvía en todas direcciones, lo que genera un halo luminoso en el cielo.
Es precisamente este halo el que los científicos de la Complutense en colaboración con los de la Universidad de Exeter (Reino Unido) han logrado detectar tras combinar 24 meses (extraídos de 6 años) de datos en una única imagen.
Las imágenes HDR tomadas por la Agencia Espacial Europea (ESA) y la NASA, realizadas tal y como solicitaron estos investigadores, han sido fundamentales para el estudio.
Para Alejandro Sánchez de Miguel, astrofísico de la UCM y primer autor del estudio, la clave está en las montañas.
“Los valores obtenidos desde satélite en lugares como Rascafría, que se encuentra protegida por el puerto de la Morcuera de la contaminación lumínica generada por Madrid, son demasiado bajos en comparación con los predichos por los modelos que no tienen en cuenta la forma del terreno. Esto nos hizo pensar que estas medidas directas podrían mejorar los modelos actuales y simplificar la adquisición de datos”, explica.
“Observamos este efecto en 3 satélites diferentes, eso no podía ser un error instrumental como se ha especulado durante los últimos 20 años”, añade el catedrático en astrofísica por la Universidad Complutense de Madrid, Jesús Gallego.
Pero la atenuación o 'apantallamiento' del halo no sólo se observó en Madrid; la luz emitida por la zona centro de la ciudad de Santander, se ve atenuada la elevación que corona el paseo del general Dávila, lo que produce valores más oscuros de los esperados en la zona marítima de la Cabezos de la Vaca, detalla el estudio.
No obstante, los valores de este halo podrían verse afectados por las medidas de confinamiento y distanciamiento social tomadas para frenar el avance del coronavirus, dado que el brillo de cielo depende de la cantidad de aerosoles en suspensión que dispersan la luz artificial y “como sabemos, la contaminación atmosférica ha descendido bruscamente debido a esta disminución en la actividad humana”, apunta el investigador.
Gracias a estos resultados, los científicos han diseñado una nueva aplicación (aún en desarrollo) desde la que se pueda consultar el valor de brillo de cielo y su evolución en cualquier punto del planeta fuera de las zonas urbanizadas.
Se trata de un mapa con medidas directas y no datos producidos por un modelo teórico como los que existían hasta ahora.